Ya lo tengo claro: internet es el equivalente a lo que en mi infancia se llamaba "Juegos Reunidos Geyper".
De este modo, las redes de telecomunicaciones cumplirían la función de gran tablero, los jugadores serían, entre otros, los usuarios, la industria, los webmasters o los gobiernos… y los juegos pueden ser tan variados como nos permita la imaginación.
Pues bien, partiendo de dichas premisas, en estos momentos, y desde hace ya bastante tiempo, la industria de los contenidos y de la llamada cultura está jugando a los dardos.
Como sabéis en la diana de este juego, mientras más pequeño es el objetivo más puntuación se obtiene y, a sensu contrario, mientras más grande menor la recompensa.
Si aplicamos esta lógica a internet podemos considerar que los usuarios o internautas ocupan las posiciones más amplias, mientras que los titulares de websites que ofrecen contenidos o enlaces a contenidos sujetos a propiedad intelectual serían la diana más golosa a la vez que complicada.
Evidentemente, todos los jugadores (entre ellos la industria) saben que acertar en estas posiciones que ocupan los internautas da poco rédito, pero, no obstante ello, es razonable y normal, cuando se empieza a jugar a este juego, disparar a estos objetivos con la finalidad de ir cogiendo experiencia y afinando la puntería y, de ese modo, poder optar, con posterioridad, a objetivos de mayor enjundia.
Pues bien, esto es precisamente lo que está haciendo la industria cultural.
En un primer momento, como eran novatos y no sabían muy bien cómo iba este juego de internet, optaron por disparar al objetivo más fácil y accesible, los internautas. Con ello pretendían conseguir pocas victorias, pero efectistas. No obstante, pronto se dieron cuenta de que este no era el camino para obtener la victoria final, ya que vieron como todos los dardos penales les salieron rana, a excepción de uno si bien, por mera conformidad. A mayor abundamiento, vieron como los jugadores franceses tampoco obtuvieron con esa táctica resultados positivos, ya que el Consejo Constitucional echó pa´trás su famosa Ley Hadopi.
Por todo ello, una vez que han ido cogiéndole la onda al tema y una vez que su puntería ha adquirido una mayor destreza, van acercándose a la verdadera diana, la que está en el centro del tablero y la que les puede reportar mayores beneficios.
Y esta es la situación actual, un escenario en el que la industria cultural ha decidido renunciar a perseguir a los internautas particulares, para pretender controlar a aquellos websites que provean contenidos o enlaces a contenidos sujetos a derechos de propiedad intelectual.
Ello supone tanto como abandonar, temporalmente, la pretensión de instaurar una legislación similar a la que se pretende aprobar en Francia, a cambio de regular medios legalmente hábiles y eficaces con los que poder cerrar las páginas webs que provean o enlacen a contenidos, ya que son estos websites los que proveen las herramientas para las descargas de contenidos y los que, verdaderamente, adquieren una ganancia efectiva, principal nota diferencial con los internautas particulares.
Para ello, se pretende que sea competente para el cierre un organismo administrativo (se propone que sea la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones), abandonando el clásico criterio de cierre previa resolución judicial.
Como podemos observar, estamos ante una nueva vuelta de tuerca en esta interminable guerra, y en la que, al final, se pretende el mismo objetivo, luchar contra las vulneraciones de los derechos de propiedad intelectual a través de la concesión a organismos administrativos de competencias reservadas, hasta la fecha, a los órganos judiciales.
Lo dicho, más de lo mismo…
