Evidentemente eso deben pensar desde hace tiempo los miembros de la SGAE, y no ya sólo porque desde que surgió el eMule y otros programas P2P sus ingresos (según reiteran en todos los medios de comunicación) se hayan visto claramente disminuidos, sino porque han recibido un revés en sus expectativas y en sus "privilegios" procesales.
En efecto, la SGAE tiene atribuida la gestión de los derechos de explotación de una amplia nómina de autores. Ello implica que tenga reconocida, de facto, la legitimación para interponer reclamaciones judiciales.
Del mismo modo, el hecho de la citada titularidad ha generado desde hace mucho que la SGAE tenga un título suficiente para ser resarcida.
Finalmente y como colofón a dicha situación procesal siempre se ha entendido como prueba "diabólica" el obligar a la SGAE a probar caso por caso la titularidad de los derechos de su amplio catálogo. Ello ha motivado que se produzca un monopolio probatorio a favor de la SGAE y, en consecuencia, una inversión de la carga de la prueba a la que sea la contraparte en cada caso (será por eso de que la mula lo aguanta todo…).
Con esta situación las opciones jurisprudenciales hasta la fecha han sido simples y reducidas: la posibilidad o no de poder emplear (y, por tanto, abonar) el repertorio de la SGAE.
No obstante, la situación puede estar cambiando si nos atenemos a la interesante sentencia dictada recientemente en el caso Spiral Pop Pub. En ella, y atendiendo a la mayor accesibilidad de los catálogos de obras bajo copyright y copyleft, nuestro compañero Javier de la Cueva, ha logrado acreditar los temas bajo uno y otro sistema de derechos, rompiendo la opción citada opción jurisprudencial disyuntiva (si/no), y aplicar el criterio (más justo), de la prorrata.
La mula ya no sabe sólo llevar la carga, ahora la empieza a emplear muy bien. ¿Obra del maligno? Para unos sí y para otros no. ¿Qué opináis?
