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26/04/2024. 12:09:10

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Las mujeres jóvenes, la igualdad y el turno de oficio

Leticia Cepeda García. Abogada

Escribo desde la perspectiva de una letrada que lleva 6 años en el turno de oficio y más de 10 años ejerciendo como abogada de clientes privados.

Cuando me pidieron que redactara un artículo sobre el turno de oficio y las letradas de mi generación, me di cuenta que éramos unas grandes afortunadas, que ya había habido en la historia otras compañeras que nos habían abierto el camino, y que ellas eran las grandes heroínas de la igualdad entre hombre y mujeres en el ejercicio de la abogacía.

Para acceder al turno de oficio, al menos en el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, no solo exigen tres años de ejercicio profesional, sino también un sin fin de cursos de especialización para poder garantizar el derecho de defensa de tus representados/as  en los distintos turnos en lo que una letrada puede ejercer, toda vez que cada especialización está perfectamente delimitada.

El hecho de que un ciudadano no disponga de recursos económicos para contratar un abogado particular, no implica, ni mucho menos, que su defensa vaya a ser más precaria que la de otra persona que sea asistida por un letrado  privado. Y es algo que siento que la sociedad no valora, “lo gratis, no se valora”; no creo que las letradas y letrados de turno de oficio tengamos el sitio que nos merecemos cuando trabajamos con algo tan importante como es la libertad y la vida de una persona.

La abogacía no es tan glamurosa como las series o películas americanas quieren hacernos creer, no somos mujeres con tacones de aguja y faldas de tubo que nos paseamos exitosas con maletines por los pasillos de los juzgados, comisarías o calabozos  y cobramos minutas desorbitadas. La realidad que vivimos día a día en el turno de oficio dista mucho de esa imagen de mujer exitosa que pretenden dar.

No siempre nos toca “el bueno”, pero eso no hace que ejerzamos nuestro trabajo con menos rigor, al revés, lo hacemos con toda la diligencia y dedicación posible. Los intereses de tus clientes siempre están por encima de cualquier delito complicado que te pueda tocar defender, no podemos negarnos a representar a una persona porque no estemos de acuerdo con el delito que haya cometido. En el turno, no existe la objeción de conciencia.

Una guardia de turno de oficio supone 24 horas en las que estás completamente enganchada a tu teléfono móvil, donde te pueden llamar a cualquier hora para asistir a un detenido o a una víctima, también de madrugada, donde tienes que acudir a comisaría, entrevistarte con tu cliente y empaparte de su vida y de sus intimidades. Y todo ello con mucha rapidez mental para tomar, en muy poco tiempo, decisiones fundamentales que influirán en todo el proceso.

Esa guardia se puede alargar otro día e incluso dos más, hasta que tu representado o representada pase a disposición judicial, y sobre todo, supone dejar a tus clientes particulares, tu despacho, tu familia y amigos al margen para realizar tu trabajo.

No puedo decir que ningún cliente, ni clienta me haya discriminado, ni por ser mujer, ni por ser joven. Además, creo que las abogadas jóvenes tenemos pasión y vocación por nuestra profesión, el turno hace que podamos acceder en muchas ocasiones a clientes y a casos que no asumiríamos desde nuestros despachos privados, la juventud la complementamos con estudio y preparación, y sobre todo con una gran dedicación. Por eso en muchas ocasiones, clientas y clientes que has conocido en una guardia terminan contratándote  o recomendándote para asumir otros temas legales, y eso solo puede significar la realización de un buen trabajo como letrada de oficio.

Desde que empecé a ejercer mi profesión me produce más respeto una compañera contraria joven que otra con más experiencia, y no porque la experiencia no sea un grado, que sin duda lo es,  pero la pasión y el querer que todo salga bien hace que muchas abogadas jóvenes nos esforcemos sobremanera para suplir esa experiencia de la que en ocasiones carecemos. Al fin y al cabo, tanto abogadas jóvenes como abogadas con más experiencia jugamos con los mismos textos legales y estamos sometidas a las mismas leyes.

Creo que el éxito de nuestro trabajo está en la dedicación a los ciudadanos que defendemos, en invertir el tiempo necesario para empaparte de su vida y de su realidad. Solo así veo el ejercicio del turno de oficio: con dedicación, empatía y respeto por sus problemas. Al fin y al cabo, ellos y ellas, en esos momentos difíciles solo te tienen a ti, el resto es un entorno hostil que muchos no entienden y que les produce una gran inseguridad.

Cuando se reparten las guardias desde el departamento de turno de oficio no podemos hablar de desigualdad, porque tenemos las mismas guardias independientemente del género. Es tan habitual ver a compañeras como a compañeros realizar guardias y velar por los derechos fundamentales de víctimas y detenidos.

Pienso que queda mucha lucha por parte de la abogacía para que se nos reconozca el trabajo que realizamos día a día miles de mujeres y hombres en los juzgados, calabozos y comisarías. Considero que el turno de oficio no está todo lo dignificado que debiera, y que todos y todas las compañeras/os tenemos que seguir luchando por conseguir ese espacio y reconocimiento que merecemos y que no tenemos. Porque con pandemia o sin ella, siempre hemos estado “al pie del cañón”. El turno no debe ser solo algo vocacional, tiene que ser un trabajo bien remunerado y reconocido,  como lo son otros  sectores de la vida pública.

Y ahí creo que es donde todas tenemos que seguir luchando con fuerza, sin olvidar por un momento que trabajamos en un servicio esencial donde los derechos fundamentales deben primar por encima de cualquier otro aspecto.

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