
En ocasiones, me preguntan qué deberíamos hacer en el sector legal para incrementar la presencia de mujeres en los despachos. Y últimamente, suelo contestar los mismo: no me interesa hablar de lo que falta. Ni de cifras, ni de estadísticas, ni de cuotas. No porque no importen, sino porque creo que, a veces, viene bien mirar hacia lo que ya estamos haciendo. Creo que una mirada optimista y hacia el futuro ayuda más a lograr un objetivo. A mí, por lo menos, me resulta más inspirador.
Una vez, dando clase, una alumna me preguntó si de verdad merecía la pena seguir en esta profesión siendo mujer. Así, tal cual. Reconozco que me pilló desprevenida. No porque no tuviera respuesta, sino porque nunca me había parado a pensarlo así, tan brusco, tan duro. Le dije que sí, que ¡claro que sí!. Pero no porque sea fácil, no lo es, sino porque merece la pena estar aquí. Porque podemos cambiar cosas. A veces son pequeñas y otras son grandiosas. Ojalá hubiera más de estas últimas. Pero son cambios, cambios para mejor. Y con eso, ya vale mucho la pena.
Tengo la gran suerte de estar rodeada de magníficas profesionales que han elegido el Derecho como forma de vida, no sólo como una profesión. abogadas, fiscales, juezas, académicas… mujeres que llevan años trabajando y construyendo mucho a su alrededor. También, abriendo un camino para las generaciones más jóvenes, nuestro futuro. Y lo han hecho con un propósito.
Muchas veces, cuando una mujer entra en el mundo del Derecho, lo hace con algo más que por una realización profesional, vocación o ambición: entra con la idea (en ocasiones no consciente), de transformar. De poner un poco de orden en este caos que nos rodea. De hacer sencillo lo difícil. De explicar mejor lo que no se entiende.
El Derecho es un trabajo técnico, por supuesto, pero también profundamente humano. El Derecho es transformador e impacta en la sociedad, en nuestras vidas y en el planeta. Tenemos la capacidad de cambiar la vida de las personas. ¿Hay alguna disciplina tan transformadora, con permiso de la medicina? Para mí, esa es nuestra magia.
Cuando era más joven no pensaba tanto en esto. Pero ahora, desde mi situación profesional y personal que, considero privilegiada, y como madre de dos hijas, me ha dado por pensar en el “legado” que dejamos, más allá de los títulos, los premios o los reconocimientos. Y creedme, en estos tiempos me consta que no soy la única en pensar en esto. En cómo un jurista puede marcar la vida de muchas personas sin que su nombre aparezca en ninguna noticia. Ese cliente que se sintió escuchado. La estudiante que encontró una referente y una mano tendida. La empresa que evitó una crisis gracias a una advertencia a tiempo. Eso también es Derecho. DERECHO con mayúsculas, para mí.
A mí, personalmente, el Derecho me ha enseñado muchas cosas. Me ha enseñado que la verdad no siempre es evidente, pero siempre merece la pena buscarla. Que escuchar, a veces es mucho más valioso que hablar. Que detrás de cada conflicto siempre hay personas, historias, y que nuestro trabajo empieza y muchas veces termina, en lo humano.
Pero, sobre todo, me ha dado una certeza: no todo legado se mide en casos de éxito. También se construye desde los fracasos, que muchas veces enseñan más (desafortunadamente)que los logros. Se mide en coherencia, y en ética, y en decisiones incómodas pero necesarias, en conversaciones difíciles, en pequeños gestos que hacen que las cosas funcionen mejor. Como a veces digo de manera informal, en haber acompañado bien.
En mi ámbito de especialidad, compliance y digital, aparentemente muy técnico y áspero, el verdadero motor y sentido están, siempre, en las personas. El foco no está en la herramienta o en el proceso en sí, sino en quiénes lo hacen posible, a quiénes afecta, quienes toman decisiones, quienes hacen que las cosas funcionen, quienes confían en que lo vamos a hacer bien.
Por eso, cuando me preguntan por el papel de la mujer en el mundo jurídico, como decía al principio, ya no pienso sólo en presencia o cuotas. Pienso en lo que dejamos. En el impacto que generamos cuando trabajamos con sentido y con propósito. Porque al final, esta profesión va de algo más que redactar escritos o (intentar) ganar juicios. Va de construir algo que merezca la pena. Entre todos.
Fundación Aranzadi LA LEY te invita al ‘IV Encuentro Mujeres por Derecho’
Un año más queremos seguir celebrando contigo el éxito de la iniciativa Mujeres por Derecho mediante un evento muy especial en el que participarán representantes de los máximos órganos de dirección de entidades públicas y privadas.
La Fundación Ortega-Marañón será el escenario de la cuarta edición de ‘Mujeres por Derecho: ‘Inteligencia, Justicia e Igualdad’, un evento que se ha consolidado como una cita ineludible para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan las mujeres en el sector jurídico en un contexto global en constante cambio. Organizado por la Fundación Aranzadi LA LEY, este encuentro se celebrará el próximo miércoles 11 de junio en Madrid en el corazón de la Fundación Ortega-Marañón (C/ Fortuny, 53 – 28010, Madrid), con la opción de seguirlo en streaming.
‘Mujeres por Derecho’ no solo busca visibilizar el talento femenino en el mundo jurídico, sino también generar un espacio de reflexión y acción para construir un futuro más justo e igualitario. Una cita que promete inspirar a todos los asistentes y marcar tendencia en la agenda del derecho y la igualdad. Las sesiones abordarán temas tan relevantes como los riesgos para la igualdad en el nuevo escenario geopolítico, el impacto de la tecnología en el crecimiento profesional, y las metodologías restaurativas en justicia. Todo ello con la participación de figuras destacadas del derecho y la empresa, que compartirán sus conocimientos y experiencias en mesas de debate y ponencias inspiradoras.