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29/03/2024. 00:01:23

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Las redes de apoyo entre mujeres juristas

Mª Cruz Díaz de Terán

La revista Estampa, en su edición del 26 de febrero de 1929, dedicaba una página entera a una imagen en la que se veía a tres mujeres de la Asociación Universitaria Femenina (AUF), -primera asociación de mujeres universitarias en España-, pegando un cartel bajo el título “Las mujeres en ayuda de las mujeres”. El texto que acompañaba a la fotografía explicaba que varias universitarias habían recorrido las calles de Madrid poniendo pasquines en los que brindaban su ayuda a todas las mujeres españolas. El artículo detallaba que la AUF les ofrecía “consejo, dirección y amparo espiritual, jurídico, médico y social, a la madre abandonada, a la menor desamparada; en fin, a la mujer indefensa ante cualquier problema o conflicto en que necesite orientación médica, jurídica o social; a la obrera, a la mujer sin ayuda ni apoyos, todo de un modo absolutamente gratuito”.

Esta muestra de relación de hermandad y solidaridad entre mujeres no es algo excepcional. Las redes de apoyo femeninas han existido desde siempre, la necesidad de crear vínculos y alianzas entre mujeres con el fin de ayudarse ha sido una constante en la historia, si bien las investigaciones apenas se han detenido en ellas. Entre esas redes de apoyo poco investigadas están las que surgieron entre las primeras españolas que se licenciaron en Derecho. Mujeres que se encargaron de elevar las demandas sociales de otras muchas que no tenían voz en la esfera pública, transformando esas demandas en reivindicaciones jurídicas.

Las labores de asesoramiento jurídico de la AUF, cuyas responsables era Clara Campoamor y Matilde Huici, se centraban en “informar debidamente a toda mujer, cualquiera que sea su posición, sobre todos aquellos problemas naturales y de derecho que la afectasen en su vida”. Y es que, desde su creación, los objetivos de la asociación se centraron en el asesorar a quien lo necesitase y en la demanda de derechos para mujeres y niños. Cuestiones como el establecimiento de la paternidad, la reforma del Código Civil en lo que hacía referencia al derecho de las mujeres casadas a disfrutar y disponer libremente de su salario o la abolición de la prostitución. 

También el logro del sufragio femenino estaba entre sus retos. En el camino hacia la consecución de este objetivo colaboraron con otras organizaciones partidarias del sufragio femenino como la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y el Lyceum Club donde militaban muchas de sus socias

Con la Dictadura, la mujer fue perdiendo los pocos derechos que había adquirido y se ignoró la igualdad jurídica de los sexos recogida en la Constitución republicana. No obstante, también durante los años de la Dictadura hubo juristas que dejaron su impronta en aras a la igualdad jurídica. Porque, a pesar de las dificultades, tampoco durante esta etapa las mujeres juristas permanecieron calladas. En la medida de sus posibilidades hubo mujeres que lucharon para recuperar la igualdad jurídica.

Una de las más activas fue la abogada y escritora Mercedes Formica, que se había especializado en temas relacionados con los derechos de la mujer. Llevó a cabo una intensa labor en la denuncia del trato desigual que sufrían las mujeres en el ámbito laboral, donde exigía un cambio en el acceso a los empleos y cargos oficiales (cambio que se logró en un primer paso en 1961 y totalmente en 1966); también fue enérgica en la crítica al tratamiento penal sobre el adulterio, penalizado únicamente en el caso femenino. No obstante, junto con sus reivindicaciones en el ámbito de derecho público, fue en el campo del derecho privado donde logró uno de sus grandes éxitos. En concreto, la reforma del Código Civil de 1958 es deudora de una campaña realizada por Mercedes Formica a través del diario ABC. El punto de arranque fueron unas reflexiones en el artículo El domicilio conyugal escrito a raíz del caso de Antonia Pernía Obrador, apuñalada con doce cuchilladas por su marido, quien la había maltratado en numerosas ocasiones y de quien la legislación no le había permitido separarse bajo castigo de perder su casa, a sus hijos y todos sus bienes. A raíz de esta campaña, muchas mujeres se decidieron a relatar por primera vez las dramáticas situaciones que estaban viviendo. A la redacción del ABC llegaban más de 100 cartas diarias, también de padres y hermanos de mujeres maltratadas que contemplaban la situación con impotencia. Formica continuó con sus crónicas y con conferencias sobre la necesidad de reformar el Código Civil. No estuvo sola en este empeño. Junto con el apoyo del ABC, contó con la colaboración de varios y varias colegas. El cambio se logró el 24 de abril de 1958 con la reforma del artículo 66. 

A finales de los años 60, la situación jurídica para las mujeres había mejorado, pero todavía quedaba para llegar a la plena igualdad jurídica. En estos años, destaca la labor asociativa llevada a cabo por la abogada María Telo. En julio de 1971 creó la Asociación Española de Mujeres Juristas (AEMJ), convirtiéndose en la primera agrupación de estas profesionales en España. Los fines de esta Asociación eran: “(1) el estudio del Derecho, especialmente aquél que afecte directamente a la mujer o a la familia; (2) promover la adecuación de normas legales a la época actual, y (3) la promoción de la mujer, dentro de sus respectivas profesiones, y particularmente de las tituladas en Derecho”. Uno de sus grandes hitos fue conseguir la entrada de mujeres en la Comisión General de Codificación. De esta manera, gracias al tesón y esfuerzo de estas mujeres juristas se logró acabar con la licencia marital, que implicaba la incapacitación casi total en la vida social y económica de la mujer casada.

No cabe duda de que desde que las primeras pioneras juristas comenzaran su labor se ha avanzado mucho a nivel normativo y también asociativo. En España existen hoy día diversas asociaciones de mujeres juristas (AEMJ, Themis, Asociación de Mujeres juezas de España…), además, las agrupaciones profesionales mixtas cuentan con secciones o comisiones de igualdad. Por tanto, aunque queden asuntos y mejoras pendientes, no se pueden ignorar los avances que hemos logrado gracias a esfuerzos –en ocasiones sobrehumanos- de aquellas que nos precedieron y con quienes estamos en deuda y merecen no caer en el olvido.

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