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29/03/2024. 15:36:24

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“Reinventarse o morir: también en el mundo del Derecho”

Clara Sánchez. Responsable Legal en ESKARIAM.

Ser abogada es una actividad apasionante para quienes nos dedicamos a ello y en la que, como en todas las áreas de la vida, los momentos de crisis se convierten en catalizadores del cambio si estamos dispuestos a asumir riesgos.

Con 17 años vine a Madrid desde mi Tenerife natal (¡primer cambio y oportunidad!) para estudiar Derecho en la Universidad de Comillas (ICADE), algo que siempre tuve claro; en parte porque desde pequeña fui una gran defensora de las “causas justas”, y en parte por una famosa serie de TV americana de los años ochenta que pronto descubrí, poco tenía que ver con la realidad.

En cualquier caso, nunca me he arrepentido de estudiar Derecho, ya que supone un reto continuo y estimulante, te obliga a estar siempre alerta a los cambios y puede ser algo muy creativo e, incluso, divertido.

Empecé a trabajar con 22 años, recién terminada la facultad, en un despacho madrileño de abogados de formato clásico y personalista, que giraba en torno a su fundador, un notario jubilado. Recuerdo aquella época con cariño, y aunque tenía que conseguir mis propios clientes para poder llegar a fin de mes, me sirvió para descubrir mi vocación por el derecho de empresa. Tras una breve experiencia en aquel despacho, me incorporé con 23 años en otro bufete de abogados también de corte clásico e igual de personalista que se dedicaba principalmente al derecho mercantil. Allí me contrataron para “crear” desde cero el departamento fiscal. ¡Segundo cambio y oportunidad!

Aquel despacho de abogados en el que trabajé casi 18 años me vio crecer como abogada y como persona: fui becaria, asociada y llegué a ser socia del departamento fiscal antes de los 30, con pocos recursos, mucho papel y escasa tecnología. En paralelo, continué formándome y cursé un máster en asesoría fiscal en el Instituto de Empresa, ya que con 23 años mis carencias y falta de experiencia eran evidentes.

Era tal mi implicación que llegué a rechazar una oportunidad laboral en un “gran despacho” por continuar en aquel proyecto que consideraba, al menos en un trocito, como propio.

Tengo que destacar que recibí la oportunidad de ser socia, por méritos propios y en condiciones de igualdad con mis compañeros varones. La verdad es que me siento afortunada, porque nunca me he sentido discriminada por el hecho de ser mujer ni en el ámbito académico ni en el ámbito laboral. Algo que, por otra parte, debería ocurrir de forma natural en todos los ámbitos.

A los 32 años fui madre por primera vez, y debo reconocer que la maternidad me hizo replantearme mis prioridades. Decidí parar un poco, respirar hondo y dar un paso atrás —renunciando a mi condición de socia — porque quería buscar un equilibrio entre la vida profesional y la personal.  Fue una decisión libre, que nunca me había planteado hasta ese momento, pero al final primó mi deseo de dedicar tiempo de calidad a mis hijos. No obstante, seguí ejerciendo como abogada y asesora fiscal, encontrando así ese equilibrio.¡

De aquella etapa me quedo con lo positivo: aprendí a crear y dirigir algo desde cero, sin apenas experiencia, a aplicar el sentido común, a ser autónoma, resolutiva y eficaz.  Aprendí que “lo mejor es enemigo de lo bueno” y conocí a grandes personas y profesionales, con algunas de las cuales comparto proyecto actualmente.

Fueron muchos años y reconozco que, al final, aquel proyecto, por diferentes motivos, dejó de ilusionarme. Se convirtió en algo obsoleto, sin un rumbo definido y se descuidó al equipo humano. Pero supe aprovechar aquella gran crisis profesional como catalizador del cambio. Y entonces… llegó ESKARIAM.

Hoy soy la responsable legal de esta empresa de servicios jurídicos, totalmente innovadora que me ha obligado a “reciclarme”, pasando de ejercer como abogada fiscalista durante más de 15 años en un despacho jerarquizado, rígido y tradicional a un puesto exigente y dinámico que requiere estar alineada con Negocio, dominar el inglés, ser especialista en determinadas áreas (compliance, contratación, etc.) pero a la vez ser generalista. Ahora trabajo en equipo de forma transversal con otros profesionales que no son abogados (ingenieros, profesionales del marketing, asesores comerciales), dando soporte a toda la organización, buscando la máxima eficacia y aportando soluciones.

ESKARIAM es diferente, disruptiva, moderna y sostenible. Se apoya en las personas, pero también en la tecnología, no está jerarquizada, y donde no existen departamentos ni áreas estancas, donde se potencia la “inteligencia colectiva”. Aquí hablo de “productos legales” y prácticamente no usamos la impresora porque somos digitales, ágiles y eficaces.

En definitiva,ahora me encuentro es un proyecto ilusionante que me ha dado la oportunidad de “reinventarme” de nuevo como abogada, que consigue que vaya cada día a la oficina —por cierto: moderna y funcional — con una gran sonrisa; en la que se valora y se cuida el talento y a las personas, con independencia de su nacionalidad, lugar de origen y género, y todos tenemos las mismas oportunidades.

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