“Tú sabes cuántas veces, de manera infructuosa, insistí durante la Presidencia de María Emilia en la necesidad de dirigirnos al Presidente del Senado y a los responsables de los partidos políticos mayoritarios en las personas de sus Secretarios Generales para que dieran cumplimiento al mandato constitucional.
La situación en la que nos encontrábamos y los temas sobre los que debíamos deliberar y fallar exigían el estricto y escrupuloso cumplimiento del respeto al principio del juez predeterminado por la ley, en este caso por la propia Constitución. Lamentablemente no llegó a hacerse por lo que en numerosas ocasiones me oísteis decir que tenía la sensación de formar parte de un Tribunal secuestrado”.
Las palabras anteriores, que forman parte de la carta que dirigió Eugeni Gay al Presidente del Tribunal Constitucional, compendian la situación que está viviendo el órgano; acerca del cual la opinión de la sociedad cada vez es más difusa.
Han sido tres las dimisiones que se presentaron ayer -de los magistrados Eugeni Gay, vicepresidente del TC, Elisa Pérez Vera y Javier Delgado – lo que ha materializado la fractura interna de una sede fundamental para España cuya autoridad social merma conforme se constata el poco pulso vital que tiene, al depender de sucesivos pactos entre partidos que se han revelado prácticamente imposibles.
Las dimisiones fueron anunciadas personalmente en el seno del Pleno que se celebró el martes de la semana pasada, aunque se formalizaron por escrito y se dieron a conocer de menara pública ayer lunes.
¿Qué ha ocasionado las dimisiones?
Tal y como especifica Elisa Pérez Vera en su carta al Presidente del TC, "la propia Constitución establece directamente los rasgos básicos de la composición del Tribunal Constitucional, en cuanto al número de miembros y a la duración de su mandato (art. 159.1 y 3 CE), con lo que diseña un órgano de características específicas que no pueden alterarse sin desvirtuar la voluntad del poder constituyente. Y eso es justamente lo que se produce cuando se incumplen los plazos para la renovación de sus miembros".
Los tres magistrados que ayer protagonizaron este gesto (Delgado, Gay y Pérez Vera), junto al fallecido magistrado Roberto García Calvo ¿quiere conocer su semblante? llegaron al Tribunal Constitucional en el año 2001 dentro del cupo que designa el Congreso de los Diputados.
Sus nueve años de mandato terminaron, por lo tanto, en 2010, concretamente en el mes de noviembre.
Desde aquel momento los tres magistrados más la vacante surgida por fallecimiento llevan esperando un pacto parlamentario que ni se da ni se espera que llegue dada la propia sensación de interinidad que tiene la propia cámara. Además, mala referencia da el Senado, que nombró a los magistrados que le tocaban en el mes de enero con un retraso de tres años.
Respuesta de Pascual Sala
Sala ya está familiarizado con las dimisiones, dado que cuando era Presidente del Consejo General del Poder Judicial se le presentó la renuncia de seis vocales a la vez que también, coincidentemente, tenían su mandato caducado.
El Presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, hizo público ayer por la tarde un Decreto en el que especifica que "teniendo en cuenta que el funcionamiento del Tribunal en Pleno exige la presencia de dos tercios de sus Magistrados (art. 14 de la propia Ley) y dado el volumen de procesos constitucionales pendientes sometido a su conocimiento y, de modo principal, su insustituible función institucional como supremo intérprete de la Constitución y garante máximo de los derechos fundamentales y libertades públicas, y a fin de garantizar la continuidad y estabilidad de este órgano, resuelvo no aceptar las renuncias presentadas por los Magistrados Excmos. Sres. Gay Montalvo, Vicepresidente, y Delgado Barrio y por la Magistrada Excma. Sra. Pérez Vera, sin perjuicio de hacer nuevamente presente, en este caso al Congreso de los Diputados, la necesidad de observancia de los plazos de renovación constitucional y legalmente establecidos".
La compensación de fuerzas no se habría modificado de haberse aceptado las renuncias, dado que se iría de siete progresistas y cuatro conservadores a cinco progresistas y tres conservadores.
Aunque esto haya terminado formalmente en tablas, queda aventurar qué tipo de ritmo puede seguir a partir de ahora al menos hasta las elecciones una sede como el Constitucional, que se ha revelado casi invariablemente sensible a las temperaturas que se viven en la calle.
