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28/03/2024. 19:26:28

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El Muro cayó. A nosotros, ¿qué? Bastante

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Europa ha necesitado décadas para recuperarse de la Segunda Guerra Mundial y, en total, estuvo dividida durante casi cincuenta años. En el lado Oeste, los países pudieron caminar juntos, a pesar de haber vivido la guerra desde posiciones muy diferentes. El lado Este de Europa, cubierto con la manta soviética durante tantos años, vivió cara al mundo con altas dosis de propaganda, de espaldas al mercado y con una práctica ausencia de incentivos a la productividad. Tras la caída del régimen comunista, simbolizado por la caída el Muro de Berlín hace ayer veinte años, lo bueno y lo malo de Occidente se contagió a toda Europa, a pesar de las adherencias a la madre Rusia, que se resiste a ceder su ámbito de poder en el antiguo orbe. A nosotros, ¿qué? Riesgo de desabastecimiento energético por desacuerdos entre antiguos países de la Unión Soviética, expansión de nuestras firmas de abogados hacia el Este, apertura del mercado chino, guerras en que ha habido bajas españolas, y ampliación casi al doble de la Unión Europea es una muestra de lo que nos influye la caída del Muro.

Imagen del Muro de Berlín

La Segunda Guerra Mundial provocó muchos cambios en el mundo, y propició la creación de muchas instituciones con las que hoy convivimos, como la ONU y la Unión Europea.

Hace veinte años, The Economist decía había sido la mejor y la más extraña semana para Alemania en cuarenta años. La incredulidad se volvió a la alegría, al ver cómo los comunistas comenzaron el 9 de noviembre a perforar el muro de Berlín y a cortar el alambre de púas a lo largo de la frontera entre los alemanes.

Más de tres millones de alemanes del Este (cerca de un quinto de la población) rápidamente inundaron el Oeste, muchos por primera vez. Ahogados en lágrimas, cientos bailaban en señal de júbilo en el Muro, que dividió a la ciudad durante 28 años. Fue un milagro alemán.

Ayer, José Manuel Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea, afirmó ante la Puerta de Brandenburgo que "la caída del muro de Berlín no sólo representa el hundimiento del totalitarismo en Europa Central y Oriental, sino que es también un símbolo impresionante de la unificación de Alemania y del conjunto de Europa.  El 9 de noviembre de 1989 fue un momento en el que todo parecía posible, marcado por la felicidad, las ansias de libertad y la idea de una revolución pacífica. Un día verdaderamente histórico que me recordó en muchos aspectos el de la revolución portuguesa de 1974, que contemplé siendo un estudiante de dieciocho años".

España queda lejos de Alemania, pero no mucho

La caída del Muro de Berlín, que es otro modo de decir la constatación del fracaso del régimen comunista en la gigante Unión Soviética y los países tras el telón de acero, sirvió para ampliar la Unión Europea de los doce tradicionales miembros, en los que todos más o menos tenían los mismos intereses, a veintisiete, donde, a pesar de las apariencias, el funcionamiento se ha ralentizado bastante.

Las ayudas a España, que antes se multiplicaban, ahora son más escasas. Cualquier medida institucional y texto normativo, implica más dificultades que antes, cuando la Europa Occidental iba a la vez.

Además, la incorporación del Este no sólo a la Unión Europea, sino a la economía de mercado ha supuesto, en la mayor parte de los países, la polarización de las clases sociales, una inflación elevada y la proliferación de mafias. La revolución de los mass-media también han incidido en la nueva realidad del lado Este del continente.

La expectativa de una Europa fuerte, vanguardista y nueva potencia mundial se ha desinflado. El crecimiento de China y los contrastes entre una democracia teórica en Europa oriental y la práctica que ocurre realmente, la fuerza de Rusia en lo energético, y las grandes emigraciones sobre todo de rumanos y búlgaros han descentrado las lozanas economías de la Europa tradicional.

Las empresas españolas miran al Este, no sólo a Rusia, sino a toda la zona y, más al Este aún, a China- y abren oficina tras oficina.

Ahora, en cualquier estudio de mercado hay que contar con una zona gigante, ávida de productos, pero sin quizá la capacidad de gestión para asumirlos. A ello se une una fuerte inflación, y una demanda energética cuya respuesta depende más de geopolítica que de los precios. 

Como afirmaba Lech Walesa, se puede hacer sopa de pescado con un acuario, pero no se puede hacer un acuario desde una sopa de pescado. De todos modos…estamos en ello.

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