¿Por qué tanto talento está renunciando voluntariamente a sus puestos de trabajo? Podemos hablar de la “Gran Renuncia”, la “Gran Dimisión” o la “Gran Resignación”, entre otros términos acuñados para este fenómeno, entendido como un abandono laboral masivo, que surgió en EEUU cuando, tras la pandemia en 2021, comenzó a despegar la economía y millones de estadounidenses insatisfechos con sus trabajos renunciaron a ellos.
Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, actualmente 1 de cada 4 personas ha dejado su empresa, unas 4,5 millones de dimisiones al mes. Y es una tendencia al alza que se está replicando en todo el mundo.
La pandemia nos obligó a parar y nos permitió ser conscientes de ciertas circunstancias que antes, con la vorágine del día a día, no habíamos sopesado: bajos salarios, inflexibilidad laboral, infravaloración, imposibilidad de ascenso, horarios maratonianos incompatibles con la conciliación personal y familiar, o ritmos vertiginosos e incertidumbre que provocaron el agotamiento y graves problemas de salud mental. La COVID-19 cambió las prioridades de las personas, permitió el replanteamiento de las carreras, los objetivos y propósitos vitales. Y tanto el generalizado agotamiento laboral extremo o síndrome de burnout como la libertad del teletrabajo, con todo lo que supuso, fueron el detonante de la búsqueda de nuevos empleos y, en definitiva, de nuevas formas de vida.
No nos deja otra lectura que la de reconocer que el sistema y las empresas no han sabido gestionar el equilibrio entre sus necesidades organizativas y las de sus equipos, entre el salario y el coste de vida de sus profesionales. En esta línea, hablar hoy de Recursos Humanos es hacer referencia a un término obsoleto. Y obedece también a esta imperiosa necesidad de satisfacer la plenitud de las personas y gestionar las nuevas circunstancias para que éstas puedan alcanzar un alto rendimiento. Hay que conectar el propósito de las personas con el de las organizaciones. Así también, la Responsabilidad social ha dejado de ser opcional para ser sumamente estratégico y los ODS se están implementando en el centro neurálgico de todas las organizaciones. La pandemia ha provocado un gran cambio que nos ha hecho valorar lo realmente importante y nos ha enseñado a vivir en la incertidumbre.
Con el trabajo ya no se busca sólo ganar dinero sino, también, generar riqueza; ya no se quiere sólo cumplir con las obligaciones sino también aspirar a crecer personal y profesionalmente; sólo tienen cabida los líderes en detrimento de los jefes, los emprendedores e intraemprendedores en detrimento de los empleados. Y si en el trabajo no se encuentran esas aspiraciones, si hay desmotivación o desvinculación emocional de nuestras empresas, se da la huida.
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