
El debate de la supuesta burbuja social media, de si estar o no en redes sociales ha quedado obsoleto. La cuestión es cómo estar, con qué estrategia y plan de contenidos.
Las redes sociales, apps, blogs, webs y demás herramientas digitales son una realidad en el mundo empresarial que han supuesto una ruptura positiva en las barreras de entrada de información y comunicación. Han dado lugar a una mayor transparencia e interacción a todos los niveles. No hay sector que no esté afectado por la irrupción de las nuevas tecnologías y la abogacía no es ajena a esta transformación digital de nuestras vidas. Estamos en una constante conectividad y socialización que nos convierte en emisores de datos sin pausa.
Compramos por internet, escuchamos música, trabajamos, descargamos archivos, interactuamos en foros y redes, cumplimentamos formularios automáticos, etc., y toda esta información de actividad, gustos y conocimiento deja trazas y va formando nuestra identidad digital como una compleja amalgama hecha con nuestro contenido, la opinión de otros y nuestras interacciones. Fragmentos de nosotros que la tecnología es capaz de recomponer posicionándonos y proyectando al mundo quiénes somos. Y lo hace con una especial relevancia por la inmediatez, la difusión y la permanencia de los datos. De ahí que sea clave saber gestionar nuestra identidad digital con estrategia y como un acto de responsabilidad y de maximización de tiempo y sinergias, pues estos potentes canales han creado espacios en los que participar bajo una espiral de interacción y oportunidades sin precedentes.
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