El proceso judicial como servicio es una trampa peligrosa para la rentabilidad y Tesorería de los despachos. Tiene que ver con coste de producción e ingresos.
Con frecuencia me encuentro con Abogados que más allá de considerar que se lo pasan bien en el proceso, (que es lo que les gusta y por ello se hicieron abogados) ostentan la extraña idea de que con el proceso ganan dinero y es rentable.
Desgraciadamente un simple análisis numérico de costes de producción e ingresos arroja conclusiones completamente diferentes. Nada que objetar al hecho del placer de la contienda, pero sin embargo su ecuación de cambio respecto al dinero que el cliente paga por ella genera sin duda conclusiones amargas desde el punto de vista del beneficio.
El Principal problema proviene de un hecho simple de identificar, el control del tiempo. Una vez se introduce en el sistema judicial el escrito que supone el inicio del proceso para una parte u otra, se pierde completamente el control de cuanto más trabajo se va a tener que hacer porque el complejo sistema de recursos e incidentes al que se a la debe añadir la incógnita de "en qué momento se tendrá que producir el "resto" del trabajo, impiden una cálculo aceptable de cuánto tiempo habrá que dedicar al resto del servicio. Ello supone además un inconveniente, porque hoy en día no se puede ir tirando indefinidamente de las provisiones de fondo a discreción (como muchos habían hecho en el pasado) en un ejercicio de indefinición de precio balanceado sobre el tiempo que "pretendidamente" había que aguantar el procedimiento,(…o en el dinero que necesitaban…) que hoy simplemente resulta inaceptable para el cliente, por su inconcreción en el precio total del procedimiento, que no está dispuesto a aceptar.
Existiendo la obligación comercial hoy ineludible de concretar el precio de un procedimiento, (aunque muchos inconscientes se tiran a piscinas de precios más basadas en su necesidad, que en este cálculo que proponemos) parece lógico pensar que una estimación respecto al tiempo, basada en la experiencia, es necesaria con la finalidad de poder definir el coste (tiempo que dedicamos a la producción transformado en dinero) y poder aplicarle un margen de beneficio para determinar un precio. Este ejercicio, normal en cualquier negocio, se convierte en kafkiano en el servicio jurídico de procedimientos por cuanto el tiempo y el momento de producción (que afecta al tiempo) se convierten en variables en manos de un tercero (Juzgado) completamente inútil de intentar controlar.
Dicho todo esto, adelante con el que quiera considerar a este ejercicio de estimación del tiempo más cercano al azar que a una estimación de coste seria, en un servicio jurídico rentable, sólo daré la pista de que la producción de derecho procesal en cualquier gran despacho se mantiene siempre bajo porcentajes inferiores al 20 % en el peor de los casos…por algo será.
Así las cosas, parece claro que la actividad procesal de cualquier despacho es un servicio necesario a proveer, (somos abogados) pero que mejor no tener que dar dada la imprevisibilidad de su coste.
Cuestión relacionada pero distinta seria ver como controlamos que, encima de lo complicado que es este servicio, no hagamos de "banco" para los clientes en el mismo, es decir, cómo controlamos la tesorería del mismo. Pero eso es casi harina de la siguiente parte de este artículo.
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