La transformación de los servicios jurídicos va más allá del concepto LegalTech. La transformación tecnológica constituye una infraestructura base necesaria sin la cual los servicios jurídicos están fuera de juego. Pero claramente no es suficiente. Hablamos de una transformación mucho más profunda.
Si visualizamos el futuro y la realidad ante la que nos encontramos podemos pensar en una justicia online, con procesos de resolución de disputas ayudados de chatbots, negociaciones en las que interviene la Inteligencia Artificial, en plataformas similares a las que hoy encontramos en nuestras aplicaciones de e-commerce. O gestiones legales realizadas en el metaverso.
Nos enfrentamos a una demanda cada vez mayor de datos e información, tanto a nivel de jurisprudencia y asesoramiento como de operaciones gestionadas por estos servicios jurídicos. Se requiere mayor agilidad a la hora de negociar y cerrar una operación.
Vemos surgir Organizaciones autónomas descentralizadas (DAOs), como Decentraland (lanzada en 2020), donde las decisiones de gestión son tomadas por cualquier persona del mundo que tenga un token en esta DAO. O aquellas que tienen un fin inversionista en proyectos, como VitaDAO, con participación de Pfizer, que forma parte de un movimiento de investigación descentralizada, DeSci, más amplio y que está revolucionando los modelos de financiación científica, y por extensión, otras industrias. O un poco más allá, MoonDAO que ya en 2022 lanzó la primera persona al espacio y tiene como fin último descentralizar el acceso al espacio. La CFTC (Comisión de Comercio de Futuros de Productos básicos) de EEUU ya señaló en 2022 la dificultad para que las DAOs asuman responsabilidades por sus acciones, dado el insuficiente marco regulatorio.
O la propia Inteligencia Artificial, sustituyendo figuras como el propio CEO o el consejo de administración al completo. Tenemos el sonado caso de una filial de la compañía de videojuegos japonesa NetDragon, en la que desde Agosto de 2022 tiene como CEO una IA llamada Tang Yu, que incrementó el valor de sus acciones un 18%.
La IA se ha democratizado gracias a ChatGPT que en sólo 2 meses alcanzó los 100 millones de usuarios (Twitter tardó 65 meses). En abril de 2021, la Comisión europea propuso el primer marco regulador de la UE para la Inteligencia Artificial y en Mayo de 2023 el Parlamento europeo ha presentado la propuesta de ley de Inteligencia Artificial, la primera en el mundo. Se espera que se apruebe a finales de este año, un retraso importante, si lo comparamos con su adopción.
Presenciamos la creación de nuevos modelos de negocio generados gracias a las nuevas tecnologías, (metaverso, NFTs, computación cuántica, nuevos retos de ciberseguridad, IA) y nuevas oportunidades de financiación de proyectos o servicios basadas en cripto-monedas. Proyectos como Neon (virtual machine en Solana) que a mediados de Junio levantó 45M EUR, o Archway ( cadena para smart contracts) con 27M EUR.
Nos encontramos ante un ecosistema global en el que el acceso a las oportunidades de inversión y transacciones es directo, a bajo coste y permite compartir la propiedad de un activo con personas de todo el mundo. La desintermediación es la tendencia, y el consumidor accede a las prestaciones de servicios de forma autónoma sin requerir de la “presencia de su abogado” o de la notaría. La tokenización de la propiedad será tan habitual como ir a comprar a un supermercado, siendo blockchain el registro veraz de todas estas transacciones y propiedades. Los contratos inteligentes (smart contracts) ya rigen las transacciones, mediante normas inquebrantables, que ejecutan una penalización o bonificación inmediata en función del cumplimiento, basados en blockchain. Algunos ejemplo son redes como Ethereum, Solana o Cardano.
Decía al principio, imaginemos el futuro…pero es que ese futuro ya está aquí, y va más allá de LegalTech.
Ante este entorno, es evidente que los servicios jurídicos tienen un reto considerable en cuanto a su transformación. Y como vemos, no se trata de una transformación puramente tecnológica.
LegalTech engloba el uso de nuevas tecnologías que permiten optimizar operaciones tale como el asesoramiento, crowdfunding, gestión de contratos y riesgos legales, automatización de procesos legales, extracción de datos, mediación o resolución de casos online, cumplimiento normativo e inteligencia jurídica, entre otros. Como decía, necesaria pero no suficiente.
La Transformación aplicada al ámbito legal debe permitir adaptarse a este nuevo ecosistema de transacciones globalizadas, nuevos modelos de negocio y nuevas necesidades, con herramientas alineadas con este entorno, es una adaptación que impulse el crecimiento del negocio entendiendo todo este nuevo marco. Por no mencionar los desafíos regulatorios, la seguridad de los datos y la privacidad, así como los posibles impactos en la accesibilidad a la justicia y la desigualdad. Todo ello, manteniendo los principios éticos y legales fundamentales para la profesión.
Es clave entender cómo un abogado puede prestar sus servicios ante una operación de compra-venta de activos digitales tan etéreo como su propia jurisdicción o ante una operación de financiación basada en criptomonedas. O saber crear un contrato inteligente, o aplicar la IA en el día a día. Poder asesorar sobre la normativa aplicable en caso de abordar proyectos de negocio en estas nuevas tecnologías. O acceder a recursos jurídicos descentralizados.
Según el New Blueprint for Corporate Performance de BCG (Boston Consulting Group), solo el 6% de las compañías están construidas para el futuro (“Future Built”). Por lo tanto el restante 94% necesariamente han de estarlo en el corto plazo si pretenden sobrevivir.
Algunas de las áreas en las que los servicios jurídicos deben trabajar para poder afrontar esta realidad y el futuro al que se dirigen estas compañías, además de la incorporación necesaria de tecnología que agilice la prestación del servicio y los procesos legales serían:
El establecimiento de un modelo organizativo y operativo que asegurar la capacidad experta, la especialización en modelos de negocio concretos y mecanismos de funcionamiento de esos modelos, en definitiva, una reconversión de la función legal pero enfocada desde un punto de vista de modelo operativo global.
Especialmente importante es la transversalidad y colaboración entre diferentes áreas de la organización que permitan intercambiar conocimiento, anticiparse y dotar a la organización de una capacidad de respuesta muy ágil.
Es fundamental asegurar políticas de formación e incorporación de talento y conocimiento en las organizaciones para afrontar de forma competitiva esta realidad. Vemos cada vez más perfiles de gestión en departamentos legales que además competencia digital, requieren pensamiento estratégico, mentalidad innovadora, orientación al cliente, habilidades colaborativas. Ya existe una nueva función de las áreas legales, en las que los perfiles más senior actuarían de forma similar a la del gestor de proyectos, “Legal Project managers”, colaboradores con un conocimiento experto que permita anticiparse y asesorar en estos nuevos mecanismos, tales como ICO, DAOs y su adecuación a la organización, habiendo considerado los riesgos, falta de legislación, etc.
Especialmente relevante es la creciente incorporación de figuras dinamizadoras en la organización, tales como el área de Transformación Digital que introduce y dinamiza la adopción de las nuevas tendencias y ecosistemas tanto en tecnología, modelos operativos y de negocio. Establece un marco y estrategia, facilita e impulsa el cambio en las vertientes de Tecnología, Procesos, Tendencias, Organización y Gobierno, y es un factor clave para el éxito en este complejo proceso de Transformación que se está viviendo.
En definitiva, se trata de seguir haciendo de los servicios jurídicos un acompañante de valor en este camino hacia la transformación digital de la compañía.
