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26/04/2024. 07:45:10

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Liderando el cambio desde la abogacía joven

Presidente del GAJ Barcelona.

Vicepresidenta del GAJ Barcelona.

¿Hacia dónde se dirige nuestra profesión? Esta es la pregunta que debemos hacernos en un día como hoy, día de la ABOGACÍA JOVEN.

Nos encontramos ante una crisis sanitaria y económica sin precedentes en España y, desde la abogacía institucional a la que representamos, no podemos quedarnos de brazos cruzados. La abogacía joven, al menos, no puede hacerlo.

El nuestro es un sector complejo, en el que abundan usos y costumbres profundamente arraigados, y rara vez se afrontan los problemas reales de nuestra profesión. Ante ello, la abogacía joven debe empezar a liderar los nuevos vientos de cambio, levantar el ancla de dinámicas y postulados arcaicos para ir de la mano de la abogacía de a pie.

En un día como hoy, resulta de obligado cumplimiento alzar la voz y poner encima de la mesa los problemas reales de nuestra profesión, y especialmente de la abogacía joven. No debemos tener miedo a decirlo alto y claro. La abogacía joven es una profesión precarizada que tiene como principales problemas:

  • Alto índice de contrataciones bajo la figura de falsos autónomos.
  • Incumplimiento del registro horario.
  • Falta de retribución de las horas extraordinarias.
  • Intrusismo profesional.

Estos son los principales obstáculos a los que se enfrentan los compañeros y compañeras más jóvenes; pero no por tratarse de problemas endémicos en la tradición de nuestra profesión podemos seguir permitiendo este lastre, más aún cuando nos encontramos inmersos en una nueva crisis que no hará sino agravarlos.

La función de los colegios profesionales y, por ende, de la abogacía institucional, debe ser la de velar y proteger los intereses de los colegiados y colegiadas. No debería existir otro camino que el de la defensa a ultranza de los colegiados y colegiadas, y muy en especial cuando se trate de problemas que afectan a una gran parte del colectivo. Constituye un ejemplo paradigmático el mostrado recientemente por Don Francisco Javier Lara, Decano del Colegio de Abogados de Málaga, en defensa de la precariedad a la que se enfrentaban sus colegiados adscritos al turno de oficio durante la pandemia.

El peso de la abogacía joven (en cuanto a número de colegiados) en los Colegios de Abogados es enorme, estando estos colectivos infrarepresentados en las distintas Juntas de Gobierno. Esta, sin duda, no es la manera de transformar la profesión y apostar por una abogacía de futuro que permita la puesta en valor de la misma, dando voz y mayor protagonismo a aquellos compañeros y compañeras que empiezan su andadura en esta profesión. Se trata de integrar a distintas generaciones para enriquecer el trabajo en pro del interés de todo el colectivo; combinar la experiencia con la ilusión, el bagaje y los conocimientos con el empuje y la frescura. Sólo así, nuestra amada profesión podrá dar un paso al frente en un momento como el actual.

El COVID-19 puede ser una lacra para la abogacía joven pero no podemos paralizarnos ante esta crisis, debemos abrazar esta oportunidad para emprender en el ejercicio libre e independiente, crear nuevos caminos, abrir el horizonte a nuevas perspectivas profesionales. La abogacía joven es enormemente trabajadora, audaz, disruptiva y solidaria. Nuestro papel en la sociedad, ahora más que nunca, debe tener un peso importante Creemos que el COVID ha hecho que ciertas barreras de entrada en la emprendeduría de la abogacía (oficinas etc.) se hayan visto reducidas gracias a esta situación de excepcionalidad. El COVID-19 ha facilitado que la profesión sea más flexible y se centre más el asesoramiento con valor añadido. Pero, sin duda, la Abogacía institucional debe ofrecernos herramientas para no quedarnos atrás.

La abogacía joven debe levantar la pesada ancla que le une en el imaginario colectivo a instituciones alejadas de la realidad de nuestra profesión y empezar a liderar la que debe ser nuestra profesión en el futuro. Una abogacía innovadora, transformadora, capaz de adaptarse a la realidad, pero también reivindicativa, luchadora y que cierra filas ante cualquier ataque o agresión a nuestra profesión. Y ello pasa por seguir ayudando y trabajando para que ningún compañero se quede atrás en estos tiempos.

Debemos empezar a plantear soluciones a los problemas reales de nuestros compañeros y compañeras, trabajar desde sus necesidades y mostrar cómo nuestras instituciones pueden proteger sus intereses, para garantizar también su futuro en la profesión. Por ello, no nos puede temblar el pulso al alzar la voz e introducir en el debate público las reivindicaciones de nuestro colectivo.

¿Hacia dónde se dirige nuestra profesión?

Nos dirigimos hacia el empoderamiento de la abogacía joven como única capaz de liderar la transformación que requiere nuestra maravillosa profesión. El recientemente fallecido ilustrador Quino decía “Tal vez dejen algún día a los jóvenes inventar su propia juventud”. Pues bien, ese día, ha llegado hoy.

 

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