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26/04/2024. 08:50:20

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Novaciones

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

Cualquier jurista que aconseje a su cliente sabe que todas y cada una de las palabras del contrato deben leerse con gran atención. No hacerlo implica hacerle correr unos riesgos inmensos si se deja al juez interprete lo confuso. “Verba volant, scripta manent” y “quia scripta, scriptum est”. Quien no precisó lo que pudo cede a otro la tarea de hacerlo.

Esto es mucho más evidente en el ámbito internacional. De ahí los esquemas de contratos internacionales cuyo articulado detallado determina hasta los elementos aparentemente menos importantes de un contrato.

Si las partes, en vez de honrados mercaderes son políticos, es para tentarse la ropa. El político – algo inadmisible en un contrato – tiene patente de corso para mentir. Sus promesas no tienen valor jurídicamente vinculante. ¿Recuerdan a Bush padre?: "Read my lips: I will never increase taxes". Los subió. Como él los hay a docenas en todas partes.

Con esta gente en ejercicio del poder ejecutivo, y no tenemos otra, lo mejor que puede hacer un ciudadano sensato, desde el día siguiente al de haberse promulgado oficialmente el resultado de la última elección es dedicarse a rezar con ansia:Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!". El político no es que estén dispuestos a "decir Diego donde decía digo"; es que están dispuesto a "decir que decía Robustiano".

Ante esta realidad experimental lo más apreciable de la Constitución es la existencia y atribuciones del Tribunal Constitucional. Que sus miembros se eligieran con menor "injerencia" política sería deseable. Pero hay poderes "profesionales" tanto o más politizados que los partidos. Nuestra preocupación, por tanto, debe pues encaminarse a mejorar la educación ética; sobre todo la que se imparte en la Facultad de Derecho donde, curiosamente, no existe; como tampoco la educación en la lógica.

Leía no hace mucho una anécdota reveladora en el excelente libro de Sebatian Haffner "Historia de un alemán, Memorias 1914-1933"Ed. Destino, recomendable para comprender la importancia del Tribunal Constitucional. Federico el Grande quería construir el palacio de Sans-Souci; un molino de un paisano le estorbaba. Respetuoso con la propiedad ajena, le hizo una oferta para comprárselo, pero el propietario la rechazó. El rey, entonces, le amenazó con expropiárselo si no aceptaba su oferta, ante lo cual el molinero le dijo: "Sí, Majestad, ¡eso será si lo permite el tribunal cameral de Berlín!". Esta anécdota da respuesta a la pregunta de mucha gente que no entiende por qué Alemania está donde está y nosotros donde estamos.

Haffner explica en su libro como, sin necesidad de cambiar las leyes, el nacionalismo alemán permitió el deterioro del Tribunal cameral, primero eliminó a los juristas judíos, luego exigió una declaración de adhesión al régimen "nazional-socialista"; mientras, las SA se manifestaban por las calles al grito de "Alemania es de los arios"; luego ….  ¿quedaba ya algo en el tribunal cameral para poder confiar en "el derecho del pueblo"?-

No cabe quejarse de la corrección de la redacción de Un Estatuto premeditadamente polisémico que incluía palabras que podía entenderse que querían significar algo inocuo, si uno era poco avisado, cuando lo que se quería es que significaran otra cosa.

Ningún asesor jurídico permitiría a su cliente esa novación contractual de la CE, que eso era el Estatuto. Lo normal sería que quien lo intentó disimulara su intención de hacer trama. Lo anormal es que se indigne porque la Constitución dice lo que no dice y, en consecuencia, ese nuevo contrato, el Estatuto, es incompatible con ella.

La reacción de los políticos y de los medios de comunicación no ha podido ser menos profesional por ser más victimista. Sus declaraciones y titulares describen la resolución del TC como una derrota  de un Estatuto incoherente con la Constitución de la que nació, en lugar de cómo un triunfo de un Estatuto que refuerza la Constitución de la que nació.

Leemos algunos titulares ¡y no de los periódicos más agresivos": "El Tribunal Constitucional recorta la aspiración….".pero podía haber dicho: "el Tribunal Constitucional acomoda la aspiración…" porque eso es lo que ha hecho, acomodarla al texto constitucional. "El texto [del constitucional] ….reduce el blindaje de las competencias…."; pero podía haber dicho: "El texto … acomoda el blindaje de las competencias al texto constitucional". El titular"… lamina el poder judicial catalán…" podría haber sido "— defiende el poder judicial común que estableció la Constitución". En lugar de "Cataluña queda como nación retórica y nacionalidad efectiva", podría haber dicho "Cataluña reconoce iguala los derechos de los catalanes de nación y los de adopción y reconoce el valor jurídico de la nación¨. En lugar de titular: "No se admite que el catalán sea de uso preferente sobre el castellano", podría haberse puesto "El catalán se declara lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza, en igualdad con el castellano". Porque, se reconozca o no, es un progreso jurídico y social y una positiva interpretación del texto constitucional: "Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos", art.2.2, CE,.

Todos estos titulares victimistas podrían haber destacado el progreso de la sentencia: "… acomodar … una aspiración …., …. un blindaje ….; defender un poder judicial común….; evitar la discriminación entre los catalanes de nación y de adopción…; reconocer, por primera vez en la historia de Cataluña, que el catalán es la lengua vehicular y de aprendizaje.

Ninguna de las palabras de los titulares era inocente. Los titulares se discuten en la redacción y allí se elige transmitir un ánimo de progreso en conjunto, conjugando unidad y diversidad o, algunos inconscientemente, el de que "el catalán es la perpetua víctima de la maldad española", como si los catalanes no fueran españoles o los no catalanes hubieran organizado una conspiración judeo-masónica, al estilo franquista, para acabar con Cataluña.

Más grave es el rechazo subliminal de los titulares: los catalanes que se sientan españoles y no se disgusten con la sentencia no son catalanes: son "traidores". No es sorpréndete que a dos políticos, Sr. Durán i Lleida, y Sr. Montilla, ninguno catalán de nación, les hayan insultado llamándoles eso: "botiflers".

De momento la mayoría no discrimina por pureza de sangre. Pero esa mayoría que tampoco discriminaba desapareción cuando Hitler llegó al poder. Alcanzado, y lo hizo democráticamente, el poder se encargó de que se esfumase la mayoría.

Ñ situación de Alemania en 1933 difiere de la de Cataluña en 2010. Pero en 1933 nadie pensó que la situación que se dio  en una Alemania culta y próspera como la que se dio, seria posible lo que fue posible. Y se dio, porque así es el nacionalismo.

En el S. XIX, el nacionalismo era una ridícula apología romántica, irracional por su hipertrofia del sentimiento sobre la razón. Hoy, globalizados, perdida toda connotación de romántica, sólo le queda la característica de irracional.

Sea una sentencia dictada por un tribunal europeo sito en Estrasburgo;limite o no las pretensiones autonómicas, se acepta sin más. Si el tribunal es español y está situado en Madrid se monta una manifestación política contra una sentencia jurídica pero se echa la culpa a los españoles no catalanistas. ¿Por qué?

La vía de la reflexión (jurídica) está abierta a todos (los juristas). Seamos optimistas; algún día, cuando el nivel cultural de todo el país aumente lo exigible, quizá la recorran no sólo todos los ciudadanos sino hasta los políticos.

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