En el actual contexto de crisis económica, la escalada de detenciones de personas inmigrantes que se dedican a sobrevivir del top manta invita a la reflexión acerca de los delitos contra la propiedad intelectual, los derechos humanos y quiénes son los verdaderos responsables de las descargas ilegales.
Asisto algo descorazonado al espectáculo de la perplejidad y cierta indignación que muestran algunas personas, especialmente de medios de comunicación, ante el horror de los cupos policiales de detención de inmigrantes de los llamados "sin papeles". Resulta que nos rasgamos las vestiduras por el hecho de que ciertos mandos de la Policía estén transmitiendo instrucciones de detener a un número concreto de personas inmigrantes, que carecen de los permisos necesarios para residir en nuestro país.
Efectivamente, es realmente repulsivo llegar a medir la productividad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en función de la desgracia de estos seres humanos, que han arribado a una inexistente tierra prometida. Recuerdo que antiguamente se exhortaba a los agentes de la autoridad a comportarse de tal forma que, cuando se personaran en algún sitio, los ciudadanos creyesen llegado el ángel de la guarda. Mucho me temo que los inmigrantes ven ahora llegado, más bien, el ángel vengador del Antiguo Testamento.
Sin embargo, ¿qué nos extraña? La globalización económica ha acentuado más, si cabe, las desigualdades en la distribución de la riqueza planetaria. La actual crisis económica está atacando especialmente a las economías más prósperas, provocando una reacción de pánico frente a la pérdida de poder adquisitivo, con la consiguiente sobrecarga de presión sobre las economías en desarrollo. Es evidente que quién va a pagar esta factura no son los más ricos. Baste tener en cuenta a cuánto tocaría cada habitante de nuestro mundo si se repartiera por cabeza el aproximadamente billón doscientos mil millones dólares que parece serán destinados por el Gobierno de EEUU a ayudar a su sistema financiero. ¿Sería el fin de la pobreza? ¿O el desplome definitivo del sistema capitalista?
Grupos de inmigrantes se han manifestado recientemente en Madrid pidiendo la despenalización de los actos de piratería contra la propiedad intelectual. Efectivamente, la criminalización de esta actividad podría parecer excesiva si tenemos en cuenta el panorama antes descrito. Poder acabar en la cárcel por vender cedés y películas piratas y productos con marcas falsificadas podría ser visto como de un rigor difícil de aceptar contra quien no tiene casi otra salida para subsistir que la delincuencia.
Tengo que decir que esta historia recuerda demasiado a Robin Hood, y a sus altruistas robos a favor de los más pobres. Sin embargo, la pregunta es quién roba aquí y quienes son los pobres que se favorecen con ello. Actualmente, los que roban, según la ley son los inmigrantes que practican el top manta, y los "pobres favorecidos" somos nosotros. O sea, que quien corre los riesgos y soporta las penas son ellos, y nosotros nos beneficiamos, pagando menos por lo que vale más. Creo que esto merece una reflexión.
En una ocasión, el Director General de la Federación Antipiratería me pidió mi opinión sobre cómo atajar este problema. Mi respuesta no se hizo esperar: despenalizar el top manta y sancionar al comprador y al que se descarga música, películas, libros y software por Internet ilegalmente. Ahora, desde Francia, se propone algo parecido, donde las sanciones consisten en la desconexión del acceso por ADSL a aquellos particulares que reincidan en las descargas ilegales. Y me pregunto yo: ¿estarían mis conciudadanos de acuerdo en este sistema? ¿Aceptaríamos no castigar al que vende productos pirata y soportar los compradores los riesgos de una multa, ser así nosotros Robin Hood y favorecer a los pobres con nuestras infracciones? ¿Aceptaríamos ser sancionados, siquiera con la desconexión de nuestra línea de ADSL, si somos pillados descargando miles de canciones y decenas de películas por Internet sin pagar lo que corresponde? Si la respuesta es negativa: ¿por qué nos extrañan los cupos de detención de los "sin papeles"?