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28/03/2024. 10:05:47

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Responsabilidades en retos virales peligrosos en las redes sociales con menores de edad

Responsabilidades en retos virales peligrosos

En las redes sociales con menores de edad

La viralización de los retos peligrosos (“challenges”) en las redes sociales y, especialmente, en los que son más vulnerables los menores de edad, es una problemática grave y alarmante en nuestra sociedad.

El peligro de esos retos es que ponen a prueba las habilidades y la surrealista creatividad de sus usuarios y, desgraciadamente, no todos los desafíos son pacíficos u inofensivos. Y así, lejos de distraer y/o divertir, lo que supone es arriesgar la vida e integridad psicológica de quienes participan en ellos.

Esos retos consisten en imitar una acción que se graba en video con un smartphone para publicarlo en alguna red social (ej: TikTok, Instagram, YouTube, etc.).  Y tras realizar el ansiado desafío, mencionan a otra persona y la retan a que haga lo mismo.

También hay retos positivos que buscan dar visibilidad a una buena causa, como sucedió con el “Ice Bucket Challenge”, que consistía en echarse un cubo de agua helada por encima para sensibilizar del ELA (esclerosis lateral amiotrófica)

Asimismo, es innegable que los menores que tienen acceso a internet disponen de múltiples ventajas ya que les permite el desarrollo de su imaginación, el uso de herramientas para aprender idiomas, juegos educativos, dibujar, efectuar operaciones matemáticas, etc.

No obstante, el uso problemático de internet es una realidad y los niños que pasan demasiado tiempo ante las pantallas consumiendo contenido digital pueden generar un trastorno adictivo y además son más propensos a acceder a contenido inadecuado, contactar con extraños, pérdida de privacidad…etc.

En relación con los retos virales que se alojan en variadas plataformas, algunos son tan descabellados que pueden ser constitutivos de delito, exponiendo la vida de los participantes a una gran inseguridad como, por ejemplo: limarse los dientes en casa”, “aplicarse crema solar de forma selectiva por la cara” o echar agua en aceite hirviendo”, “lamer tapas del váter” etc…..

Algunos más de esos retos virales irracionales son: “Balconing”: lanzarse a una piscina desde un balcón o terraza, arriesgando la integridad física e incluso la vida; “Tide Pod Challenge”:comer, cocinar o morder cápsulas de detergente como si fueran dulces; “TheShellChallenge”:comer cualquier alimento o producto con su propio envoltorio o cáscara; “La caza del pijo, proporcionar palizas a jóvenes ‘pijos’, grabarlas en video para después subir las imágenes a la red.  De esta manera, el agresor va acumulando palizas y agresiones a “pijos” mientras “sus amigos” comienzan una cuenta atrás para dar comienzo a la tunda; “El pescado apestoso”, comer una pieza de pescado (oskars surstromming), de un arenque báltico fermentado en salmuera, que desarrolla un insoportable hedor y un sabor muy ácido. El reto consiste en que los usuarios coman un trozo de ese pescado mientras suben el video a la red social, lo que puede provocar náuseas y, algunas veces, vómitos; “Benadryl Challenge, ingerir la mayor cantidad posible de pastillas de benadryl – antihistamínico que se utiliza para tratar alergias, insomnio, resfriado, disminuir el temblor, náuseas, etc. -. Los usuarios se graban a sí mismos esperando a que les haga efecto y así comentar ante la cámara qué tipo de alucinaciones están experimentando.; “El Rompebocas:”: acercase a una víctima por detrás, envolverla por los tobillos con un pañuelo, bufanda o cualquier prenda de ropa similar y tirarla para que se caiga. Lo que puede provocar graves lesiones en el rostro y los dientes. Mientras tanto, un tercero colaborador lo graba todo con el móvil para subirlo después a las redes sociales, etc.

Los retos suelen viralizarse a través de un hashtag y van migrando de plataforma en plataforma, se ponen de moda y son tendencia durante un tiempo determinado, dejando cuantiosas víctimas a su paso.

Asociaciones especializadas en infancia advierten que esos retos virales triunfan entre los adolescentes porque su cerebro todavía está en pleno desarrollo, lo que les hace ser más impulsivos y actuar sin tener en cuenta las consecuencias de sus acciones.

Ese imperio del “me gusta” (el anhelado “like”) induce a los jóvenes a actuar para sentirse aceptados por los demás y para conseguir más popularidad. Arriesgar la vida por un “like” se ha convertido en “trendy”, aunque muchos de esos retos sean tan extremos que pueden acabar con la muerte del participante.

Recientemente, hace dos semanas, falleció el menor británico, Archie Battersbee, de tan solo 12 años, tras permanecer en estado de coma cerebral durante cuatro angustiosos meses después de, supuestamente, grabar un reto viral en TikTok (“blackout challenge”), el cual consiste en aguantar la respiración hasta no poder más y llegar al desmayo.

El pequeño fue hallado inconsciente por su madre y, finalmente, tras una ardua batalla legal entre sus progenitores y el hospital donde se hallaba ingresado, la justicia británica decidió retirar el soporte vital que mantenía la vida del niño, en contra de la voluntad de sus padres.

El menor falleció a las pocas horas, suscitando un gran debate: el de la vida y el derecho a una muerte digna, los límites de la medicina, la ética jurídica, la patria potestad de los progenitores, etc. pero en lo que se refiere al presente estudio se abordará únicamente la responsabilidad de las plataformas donde se alojan dichos retos virales.

El 25 de junio del 2021 entró en vigor la LO 8/2021, de 4 de junio de protección integral a la infancia y adolescencia frente a la violencia y comportó la modificación del artículo 156 ter del Código Penal (en adelante CP). La conducta tipificada en ese delito consiste en distribuir o difundir de forma pública contenidos específicamente destinados a promover, fomentar o incitar la autolesión.

Nos hallamos ante un delito nuevo que responde a un adelantamiento de la tutela penal frente a conductas peligrosas para la vida y la integridad de los menores de edad – y las personas discapacitadas – necesitadas de especial protección, estructurado, por tanto, como un delito de peligro abstracto o hipotético.

Se trata de un delito desprovisto de un resultado concreto, ya que lo que se sanciona es la creación de una situación de peligro para la integridad física y moral.

Los menores constituyen uno de los grupos de usuarios que más utiliza internet y las TIC, por lo que pueden ser víctimas (en ese caso, deben ser objeto de protección) o autores y partícipes de tales conductas y, desde los catorce años, tienen responsabilidad penal (artículos 19 CP y 1.1 LO 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores).

Respecto de la pena establecida en el artículo 156 ter CP, el precepto establece la pena de prisión de seis meses a tres años. Asimismo, dispone que las autoridades judiciales ordenarán la adopción de las medidas necesarias para la retirada de dichos contenidos, la interrupción de los servicios que los ofrezcan o para el bloqueo cuando radiquen en el extranjero.

En lo que se refiere a los promotores como prestadores de servicios y a los participantes como consumidores, los primeros, por lo general, podrán ser responsables de los daños causados por los servicios defectuosos. Por tanto, en el caso de que alguien sufra un mal por seguir alguno de los retos propuestos en redes sociales, podría reclamarse directamente a sus creadores. Lo difícil será probar que el demandado fue el “agente” que causó el perjuicio.

La jurisprudencia sobre responsabilidad por servicios dañinos es muy variada y exigir responsabilidades a las plataformas que alojan estos contenidos no es sencillo, en la medida en que si juegan un papel de mero intermediario podrían estar exentas de responder por este tipo de daños. Otra cosa diferente sería si promovieran el reto tomando partido con ello o, a pesar de prohibir esos contenidos delictivos, no los borraran tan pronto conocieran su existencia.

La mayoría de las plataformas cuentan con medidas de seguridad, como, por ejemplo, analizando el contenido mediante un algoritmo que identifica y reporta posibles infracciones de las normas (ej: por desnudez, contenido violento, etc.). Cuando se detecta una infracción de las normas de la comunidad, este se elimina automáticamente o se reporta para que lo revise de forma adicional el equipo de seguridad.

En caso de que se constate la infracción se elimina el video y se informa al creador sobre el motivo, dando la oportunidad de solicitar la revisión de la eliminación directamente desde la aplicación.

Está expresamente prohibido publicar contenido que represente, promueva, defienda o aliente la participación en desafíos virales peligrosos y el hecho de que los usuarios infrinjan las normas conlleva penalizaciones (incluida la suspensión temporal o permanente de la cuenta).

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