“¿Quién decide lo que es apropiado? Y si se decidiera que lo apropiado es llevar un besugo en la cabeza ¿te lo pondrías?”
Lewis Carroll
Durante el proceso de mediación, suele ser frecuente la petición de las partes, o de alguna de ellas, de información especializada al mediador, en el ámbito de conocimiento del que se esté tratando en la mediación (sea en el orden jurídico, psicológico, médico, empresarial, financiero, de impacto ambiental, etc…), en un contexto del proceso en el que normalmente el mediador y las partes ya han construido un espacio de confianza.
Ante esta petición, y en el marco de la confianza generada, el profesional de la mediación puede entre otras alternativas, y con carácter general, bien derivar a uno o varios especialistas para que las partes reciban la información técnica especializada que necesitan para poder llegar a un acuerdo, y colaborar en una mejor toma de decisiones por las partes en el proceso, o bien utilizar la figura de la opinión del experto independiente como tercero neutral e imparcial que emita una opinión no vinculante, o bien el mediador puede también facilitar directamente la información requerida.
Esta orientación objetiva realizada por el mediador puede formar parte del proceso de mediación, siempre y cuando el foco y el propósito siga siendo el proceso de mediación, y de igual manera se respeten los principios esenciales que deben presidir todo el proceso como:
- El rol del profesional de la mediación como tercero
- La neutralidad del mismo
- Su imparcialidad como profesional
- Y asimismo el respeto de la autonomía de las partes, sin suplir con la orientación o consejo a las mismas en la toma de decisiones
Alguna de las estrategias más efectivas para facilitar la orientación e información por parte del mediador, desde un enfoque motivacional, es la muy conocida estrategia P.I.P. (preguntar-informar-preguntar), formulada por Miller & Rollnick (2015) en el marco de su propuesta de Entrevista Motivacional, que nos parece oportuno volver a recordar en este primer post de comienzo de curso.
La estrategia P.I.P se compone de tres pasos:
–Paso 1: Preguntar. Siguiendo a los autores mencionados, es necesario preguntar siempre antes de informar, de tal manera que se pueda de forma simultánea llevar a cabo tres funciones: pedir permiso a las partes, explorar el conocimiento previo de las partes sobre la materia para evitar reiteraciones e identificar con mayor precisión la necesidad de información, y por último especificar el nivel de interés de las mismas.
–Paso 2: Informar sobre la materia objeto de la consulta, para lo cual la perspectiva motivacional propone que se realice con claridad y en proporciones que puedan ser asimiladas por las partes, dando prioridad a lo que las partes necesitan y siempre con un lenguaje que promueva su autonomía, dando la información solicitada pero, reiteramos, en el marco de respeto a la autonomía de las partes serán siempre ellas las que tomen las decisiones.
-Paso 3: Preguntar nuevamente. Una vez ofrecida la información, la pregunta tiene la función de verificar cómo las partes la han entendido o interpretado, y comprobar si necesitan un mayor nivel de profundización o detalle en la información.
Una vez finalizada la orientación, será el momento de que las partes procesen la información antes de continuar con el proceso de mediación, y se pueda hacer una valoración de cómo la información puede ayudar a las partes a avanzar.
Esta sencilla estrategia P.I.P. entraña en la práctica una enorme complejidad. Por ello os animamos a practicarla, sin olvidar el consejo del famoso Gato de Cheshire: “No es imposible, es casi aposible” (Lewis Carroll)