Interrogar a los testigos con eficacia no es nada fácil, afirmación que todos los que nos hayamos enfrentado a un interrogatorio desde el estrado podemos confirmar abiertamente. Enfrentamientos con el testigo, olvidos de preguntas claves, preguntas declaradas impertinentes, etc. son algunas de las piedras que, en ocasiones, vamos cargando en la mochila cuando salimos de la sala de vistas. Y es aquí donde las técnicas de litigación pueden echarnos una mano, ya que aquellas nos suministran algunas máximas que, creadas por la experiencia de cientos de abogados que nos han precedido, se dirigen a evitar o minimizar los fallos que se producen durante nuestras intervenciones forenses.
Con esta idea, vamos a exponer algunos de los errores más comunes que se producen durante los interrogatorios, precisamente por el incumplimiento de algunas de dichas máximas.
Preguntar sin un objetivo importante y alcanzable: el interrogatorio, acorde con su fin estratégico, solo procede cuando se tiene un objetivo que desde el punto de vista probatorio resulta relevante y que, en la práctica, tiene visos de ser alcanzable. Por lo tanto, antes de tomar la decisión de interrogar, hemos de fijar nuestro objetivo y evaluar las posibilidades de lograrlo. Únicamente en el caso de que sea posible alcanzarlo, entraremos a interrogar; de lo contrario, es preferible mantenerse en silencio. De esta forma, evitaremos la realización de un interrogatorio deficiente y propenso a disminuir la credibilidad de nuestra línea de defensa ante el juez. A veces, la mejor pregunta es la que no se hace.
No llevar preparado el interrogatorio: para abordar con éxito un interrogatorio es necesaria una exhaustiva preparación, o lo que es lo mismo, decidir aspectos tan relevantes como conocer a fondo al testigo, definir la estrategia a seguir (naturalmente partiendo del objetivo ya determinado), determinar el orden cronológico o temático que seguiremos, la modalidad de preguntas a emplear, el ritmo y empleo de los diversos tipos de preguntas, la intensidad del tono a emplear, la determinación de las evidencias con las que contamos, etc.
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