
Una de las opciones que elegí estudiar cuando hice la selectividad a principios de los 90, fue Historia. Desde pequeño siempre me interesó saber de dónde veníamos y encontrar explicación a aquello que damos todo por hecho. Pues bien, hoy vengo a hacer de historiador, pues me meto a dar unas nociones básicas de historia de los nombres de dominio, que es algo que, por corriente, damos por normal, si bien tienen su explicación histórica. Comencemos.
Los nombres de dominio son aquellos que reciben las direcciones IP que sirven para identificar la ubicación de los recursos disponibles en Internet. Si bien la identificación de los equipos informáticos era relativamente sencilla en los orígenes de Internet, dado el limitado número de usuarios, la apertura a una multitud de ellos supuso que el sistema de direcciones IP, basado en números, resultara inadecuado para el establecimiento de la comunicación por parte de los usuarios, ya que implicaba recordar las direcciones IP de cada uno de ellos para poder comunicarse.
De este modo,
y para atender las necesidades que se planteaban por parte de los usuarios de
la red de redes, en los años 80 se desarrolló el sistema de nombres de dominio
(DNS, Domain Name System) en
el que las direcciones IP se convertían en nombres, los nombres de dominio, en la forma que todos conocemos.
La organización y gestión técnica del sistema de nombres de dominio estaba
atribuida, en un principio, a la Autoridad
de Números Asignados de Internet (IANA, Internet Assigned Numbers Authority),
cuyas funciones fueron transferidas a la Corporación
de Asignación de Nombres y Números de Internet (ICANN, Internet Corporation
for Assigned Names and Numbers) en virtud del contrato suscrito con el
Gobierno de los Estados Unidos. La ICANN es la responsable de que las
direcciones IP tengan nombre y apellidos, lo hace sin ánimo de lucro y en un
ámbito internacional.
Una herramienta que desempeña una función esencial, en cuanto al funcionamiento
de los nombres de dominio, es el servicio WHOIS,
que es la base de datos pública de registro de estos signos identificativos. En
ella se incluye una relación de todos los nombres de dominio con los datos de
los usuarios que han procedido a registrarlos. Las funciones que cumple esta
base de datos es la de centralizar la
organización del sistema de los signos identificativos de las entidades en
Internet, permitiendo conocer quién es el titular del nombre de dominio y
cuáles son sus datos de contacto.
Además, a
través de la base de datos de los WHOIS (quién
es), en caso de existir controversia sobre el nombre de dominio, podemos
reclamar a la persona que lo tenga registrado. Bueno, lo que se dice poder
habría que ponerlo entre comillas, pues el registro de un nombre de dominio no
requiere la comprobación de la veracidad de los datos aportados, por lo que
podemos estar siguiendo a un fantasma.
En los comienzos de los nombres de dominio, surgieron muchas controversias
entre entidades y personas que registraban las marcas o nombres comerciales de
ésta, viendo lógicamente un negocio que, a la postre, les resultó baldío, si
bien es cierto que al principio muchos se
hicieron de oro por vender aquello que no era suyo. La vulneración de los
derechos de propiedad industrial era
patente, pero solo las grandes empresas lucharon contra dicha intromisión. Hoy
día parece que todo el mundo se anima a litigar, afortunadamente para los
abogados.
No crean que escoger un nombre de dominio es una tarea fácil, y aun más cuando la empresa que quiere registrar su nombre o marca es de nueva creación. A todo ello hay que unir la ignorancia o desconocimiento de muchos jueces que, como en algún que otro caso, nos comentan: "Muy bien, accedo a practicar la prueba para la averiguación de la IP, si alguien me explica que es IP", respecto de un caso en el que los datos del registrante eran incorrectos.
Una recomendación: si vamos a constituir una empresa, antes que hacer la averiguación en el Registro Mercantil Central para ver si el nombre está cogido, lo mejor es buscar si lo está el nombre de dominio. Y para ejemplo, el nuestro, en el que buscamos de los nombres que teníamos el que estaba libre en Internet, y a raíz de eso le dimos nombre a la empresa: Avezalia.
Una vez más hicimos realidad la frase que regirá el futuro del mundo: "si no está en Internet, no existe".