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19/04/2024. 03:07:33

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Privacidad en recesión

abogado de Governance, Risk & Compliance de ECIJA

Nos encontramos en tiempos tan interesantes como a veces excesivamente confusos con relación a la Privacidad. Aunque parezca otra cosa, no tenemos un concepto claro y estable a nivel no sólo nacional, sino tampoco europeo o mundial.

Cables de colores cogidos con un candado.

Desde luego, este tipo de conceptos son cambiantes, porque al fin y al cabo cada individuo y cada sociedad deciden, en cada momento o al menos en cada época, cuál es su concepto de Privacidad. Pero quizá en el momento actual, no estemos tanto o todavía ante un problema de falta de uniformidad en el concepto, como ante un problema derivado del auge y madurez del propio concepto. La Privacidad, si no la primera, está subiendo cada vez más peldaños en el escalafón de las inquietudes de los individuos y por acumulación en el de las Sociedades (y efectivamente creo que hay que hablar en plural).

Sin duda, una de las razones fundamentales de tal auge son las enormes posibilidad que nos brindan las Tecnologías de la Información y en general los instrumentos de la denominada Sociedad de la Información para obtener, procesar y almacenar ingentes cantidades de información sobre personas físicas. ¿Estamos hablando de que igualmente las amenazas son ingentes? Desde luego que no, ya que como siempre desde la noche de los tiempos, el problema no está en los medios, sino en quienes los usan.

Relacionado con este tema, tenemos o tendremos reformas normativas tan importantes como la que está en marcha en la Unión Europea para modificar (o ya veremos si derogar para regular la materia con otros instrumentos normativos como Reglamentos, al menos parcialmente), la Directiva 95/46/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 24 de octubre de 1995, relativa a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos.

Pero más allá de los futuribles jurídicos, está la realidad más o menos cotidiana que se empeña en retorcer y cuestionar el concepto de Privacidad de manera cada vez más frecuente. En este sentido, los recientes acontecimientos en Londres han puesto sobre la mesa una situación que, no por conocida, dejar de suscitar cierta inquietud y nos debería llevar a la reflexión, ahora que la apreciamos de modo masivo. En concreto, se trata de la utilización de las miles de cámaras ubicadas en la capital del Reino Unido e Inglaterra para la identificación, y en su caso detención, de ciertas personas participantes (por decirlo de algún modo) en los disturbios.

La nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, ese trabajo titánico que…se perderá 

Las grandes empresas de Internet han cruzado "varias líneas rojas" del respeto a la privacidad 

Desde luego, no se pretende quitar ni un ápice de la importancia que puede tener la videovigilancia, como instrumentos en manos de los diferentes Cuerpos de Seguridad Públicos, para reprimir el crimen. Pero, ¿tenemos la certeza de que todas las cientos o miles de grabaciones hechas públicas se refieren a presuntos autores de un delito? La duda no es meramente teórica, sino que es rotundamente pragmática.

El reciente artículo del Profesor Daniel J. Solove "Why Privacy Matters Even if You Have 'Nothing to Hide'" (http://chronicle.com/article/Why-Privacy-Matters-Even-if/127461/) muestra la situación que debería movernos hacia la reflexión y hacia la creación de un debate específico sobre una de las facetas de la Privacidad, la que se asocia a la captación de datos de las personas por los Gobiernos. El Profesor Solove inicia su artículo poniendo el problema sobre la mesa: "When the government gathers or analyzes personal information, many people say they're not worried. "I've got nothing to hide," they declare. "Only if you're doing something wrong should you worry, and then you don't deserve to keep it private."

En definitiva, vivimos tiempos inciertos para la Privacidad, tanto en lo conceptual como en lo material, y las crecientes posibilidades tecnológicas que le afectan (o mejor dicho, quienes las utilizan) pueden forzar el concepto de manera cada vez intensa. Los pasos a dar ante esta situación no deberían ser una marcha atrás ni una renuncia frente, por ejemplo, a la actuación de los Gobiernos. Antes bien, como individuos y como Sociedad, deberíamos debatir y acordar qué queremos entender por Privacidad, qué controles deben existir para verificar el respeto al concepto (y su regulación) y qué consecuencias se derivan de superar los límites fijados.

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