MADRID (Reuters) – El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) escenificó el lunes la profunda división entre sus dos principales candidatos, Pedro Sánchez y Susana Díaz, en un agrio debate en el que se cruzaron fuertes acusaciones, mientras que el tercero en discordia, Patxi López, advertía contra las guerras internas.
El PSOE está controlado por una gestora después de la abrupta salida de Sánchez el año pasado, cuando el Comité Ejecutivo le apartó del liderazgo por la fractura creada en el seno del partido en torno a la investidura del conservador Mariano Rajoy.
El próximo domingo, los militantes están convocados para unas primarias que elegirán al próximo secretario general del PSOE, y en las que la presidenta andaluza Díaz y el líder del partido se vislumbran como favoritos después de haber presentado cuatro veces más avales que López.
Durante el bronco debate a tres celebrado en la sede del PSOE en Madrid y que duró casi dos horas, Díaz acusó a Sánchez de ser "desleal", de "dar bandazos" y de haber perdido el apoyo de los barones del partido.
"La gente que te ha acompañado no se fía de ti. Entiendo que trates de justificarte en tus diferencias conmigo, en las diferencias tuyas y mías pero (…) Zapatero ya no se fía de tí, Felipe González piensa que le has traicionado", arremetió Díaz.
Sánchez, que en rueda de prensa posterior dijo en varias ocasiones que el debate fue de "guante blanco", acusó duramente a Díaz de promover la abstención del PSOE que ha dado la presidencia a Mariano Rajoy.
López buscó una línea intermedia, defendiendo algunos argumentos de ambos, pero fue muy claro en advertir que el PSOE, un partido fundado hace casi 140 años, puede desaparecer por estas guerras internas.
"Si no arreglamos esto, podemos incluso desaparecer, como están desapareciendo otros partidos socialistas en Europa, con la misma historia, con la misma tradición", afirmó el ex Lendakari con el PSOE y efímero presidente del Congreso de los Diputados con Sánchez en la anterior legislatura.
En las recientes elecciones en Francia, el partido socialista representado por Benoit Hamon cosechó uno de los peores resultados de su historia, con menos del 7 por ciento de los votos y siendo el quinto partido más votado, cuando tradicionalmente ha sido candidato a gobernar.
UNA BRECHA CON CONNOTACIONES PARA LA GOBERNABILIDAD
El resultado de las primarias es visto como una cuestión clave para la gobernabilidad del país, con un Parlamento fraccionado, sin mayorías y en el que los 85 diputados del PSOE son cruciales para sacar adelante algunas propuestas.
Sánchez, apartado de la secretaría general tras negarse a permitir un gobierno del PP que habría llevado al país a las terceras elecciones generales en un año, es considerado un candidato más proclive a posibles pactos de izquierdas a pesar de que también rechazó en su día una oferta de gobernabilidad conjunta con la formación antiausteridad Podemos.
Díaz, que defiende una posición más centrista y que siempre ha mostrado grandes diferencias con Podemos, gobierna en Andalucía con el apoyo del partido liberal Ciudadanos y, sobre el papel, puede coincidir con el PP en asuntos de estado como la soberanía nacional.
Sin apenas propuestas de calado, los candidatos coincidieron en la necesidad de derogar la reforma laboral, una idea que podría contar con el apoyo del partido antiausteridad Podemos.
Los tres candidatos intentarán convencer a los votantes de la importancia del PSOE de cara a las próximas elecciones generales, tras encadenar tres comicios consecutivos cosechando los peores resultados de su historia por la amenaza de Ciudadanos por el centro y de Podemos por la izquierda.
El proceso es seguido muy de cerca por el resto de la clase política y también empresarial por los efectos que podría tener el triunfo de uno u otro candidato sobre el futuro legislativo del país.
