
El día 9 de mayo, los europeos celebramos el Día de Europa. En 2025 se cumplen 75 años de la Declaración Schuman, que sentó las bases de la Unión Europea y allanó el camino para una era sin precedentes de prosperidad, paz, democracia, solidaridad, integración económica y cooperación en Europa.
Ahora bien, este 9 de mayo de 2025, la Unión Europea se encuentra nuevamente ante un dilema histórico. La imposición de aranceles generalizados por parte de Estados Unidos reaviva un escenario de tensiones comerciales que, lejos de limitarse a lo económico, afecta la arquitectura institucional del comercio global. Esta situación se produce justo cuando Europa se prepara para celebrar el 75 aniversario de la Declaración de Schuman, origen de la integración continental. Es una coincidencia que no debe pasar desapercibida: la amenaza actual puede ser también la ocasión para reafirmar —y redefinir— el proyecto europeo.
En un escenario de fragmentación geoeconómica y redefinición de las reglas comerciales, los aranceles aduaneros resurgen no como reliquias proteccionistas, sino como herramientas tácticas en el arsenal de la política económica. Los aranceles están siendo reconfigurados para responder a desafíos contemporáneos como la seguridad nacional, la transición verde, la digitalización de la producción y la resiliencia de las cadenas de suministro. Adicionalmente, su papel también se acerca a instrumentos de presión, ajuste y negociación en un comercio internacional cada vez más politizado.
El nuevo proteccionismo estadounidense se materializó a través de una Orden ejecutiva que firmó el presidente Trump a finales de marzo de 2025 que establece: (i) Un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones a EE.UU.; (ii) Aranceles “recíprocos” adicionales, de hasta un 50%, aplicables a países con superávit comercial bilateral; (iii) Tarifas específicas del 25% para sectores como automóviles, agroindustria, acero, maquinaria industrial, semiconductores y productos químicos.
La reacción de los mercados fue inmediata. Se registraron caídas bursátiles globales, y líderes internacionales denunciaron una agresión al comercio basado en reglas. La Unión Europea —el mayor socio comercial afectado— activó su respuesta en tres niveles: negociación, contramedidas comerciales, y posibles sanciones no arancelarias bajo el nuevo Instrumento contra coerción económica (ACI). No es nada nuevo advertir que las barreras aduaneras generan incertidumbre jurídica para operadores logísticos, y reavivan el debate sobre la eficacia del sistema de arbitraje de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El informe PwC (abril 2025) anticipó efectos disruptivos en múltiples dimensiones, en particular, las exportaciones europeas a EE.UU., valoradas en más de 500.000 millones de euros en 2024, podrían reducirse entre un 5 y 10% anual si persisten los aranceles, ahora suspendidos por 90 días, lo que puedo suponer una caída del 0,4 por ciento del PIB en la Eurozona. Además, las empresas multinacionales deberán ajustar precios de transferencia y sus esquemas fiscales para mitigar la doble imposición.
La Comisión Europea ha reaccionado con pragmatismo, sin renunciar a la firmeza, ofreciendo negociar un acuerdo “cero por cero” para bienes industriales, también identificando listas de productos estadounidenses sujetos a contramedidas por valor de 30.000 millones de euros, y debatiendo la activación del ACI para limitar la participación de empresas estadounidenses en licitaciones públicas o el acceso a servicios financieros.
No obstante, en el Consejo, sin embargo, persisten divisiones. Algunos Estados, como Irlanda o los Países Bajos, advierten contra respuestas que puedan escalar el conflicto. Alemania, por el contrario, ha defendido la urgencia de «recuperar competitividad estratégica».
El concepto de “autonomía estratégica abierta”, promovido por la Comisión desde 2021: una Europa que no se cierra al mundo, pero que deja de ser ingenua, ha sido recuperado en estos tiempos. Ibañez Marsilla, en este sentido, ha defendido en una columna en el diario El País, una visión provocadora: responder dándole la razón a Trump, entendiendo que sus medidas apuntan, aunque distorsionadamente, a fallos estructurales de la globalización. Para el autor, Europa debe acortar cadenas de suministro demasiado expuestas a Asia, corregir incentivos fiscales que premian la deslocalización y promover una reindustrialización verde.
Dadas las circunstancias, nuestra recomendación pasa por más Europa para enfrentar menos globalización. Así, proponemos cinco líneas estratégicas como señal de relanzamiento del proyecto comunitario coincidiendo con el Día de Europa:
1. Fortalecer la política industrial común, con mayor coordinación fiscal y un fondo europeo para transición tecnológica y resiliencia estratégica.
2. Activar el Instrumento contra coerción económica con proporcionalidad, para disuadir futuros ataques económicos sin necesidad de respuestas simétricas.
3. Impulsar un nuevo código aduanero fiscal, dada la insuficiencia e ineficacia del actual Código frente a evolución de los patrones del comercio mundial y con el fin de proporcionar medios eficaces para alcanzar los objetivos de la Unión Aduanera. Entre otras medidas, se podría incluir: el pasaporte digital de productos, la ventanilla única, la creación del Centro Aduanero de Datos y de una Autoridad Aduanera de la Unión, que permita actuar con rapidez frente a medidas externas hostiles.
4. Profundizar el mercado único, eliminando fragmentaciones internas y reforzando las cadenas de valor intraeuropeas.
5. Convocar una “Declaración Schuman 2.0”, como marco para un nuevo pacto industrial y comercial europeo frente al desorden global.
La guerra arancelaria iniciada por EE.UU. no es solo un episodio más en las tensiones transatlánticas, sino un recordatorio de la fragilidad de los equilibrios globales. Frente a esta amenaza, la Unión Europea tiene dos opciones: reaccionar con medidas puntuales o convertir el conflicto en una oportunidad histórica para fortalecer su autonomía, su cohesión interna y su capacidad global.
La coincidencia con el Día de Europa (día 9 de mayo) no es anecdótica. Es un recordatorio del poder de las crisis para generar unidad. Como en 1950, cuando Schuman propuso una integración económica que evitara guerras en Europa, hoy se necesita una visión transformadora para que el siglo XXI no sea definido por el repliegue nacionalista, sino por una nueva ambición europea.
Referencias:
Bruegel. (2025). Trade tension forecasts: EU exposure to US tariffs. Brussels.
Comisión Europea. (2025). EU response to US tariff escalation. Brussels.
Ibáñez Marsilla, S. (2025, abril 4). La UE puede responder de forma contundente a Trump dándole la razón. El País.
PwC. (2025). Trade and customs alert: US tariffs and EU exposure.
White House. (2025). Executive Order on Balanced Trade and American Industry Protection.
European Parliament. (2023–2025). Reports on Strategic Autonomy and Industrial Policy.
The Economist (April 12th-18th 2025). Charlemagne. The thing about Europe: it’s the actual land of the free now.