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28/03/2024. 10:05:19

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La vida es urgente, también en la abogacía

María Tirma Toledo Monzón, Socia directora de TTM Legal
María Tirma Toledo Monzón

Escribo estas líneas desde mi propia experiencia personal y profesional, con el ánimo de contribuir a esta magnífica iniciativa de Thomson Reuters, que permite dar visibilidad a las mujeres en el Derecho. Digo personal y profesional, porque me sería difícil separar mi trayectoria profesional de la personal, que han discurrido de forma casi paralela, como mujer, madre de familia numerosa y abogada.

Después de ejercer la abogacía de forma muy intensa durante 20 años en una firma de servicios profesionales, periodo en el que nacieron mis tres hijos, desde hace casi tres años me he convertido en una emprendedora en el mundo de la abogacía, fundando mi propio despacho, una boutique especializada en derecho mercantil.

La concurrencia de diversos factores, especialmente, el desencanto ante la falta de una carrera profesional clara, sin objetivos concretos y la necesidad de dejar de vivir como “pollo sin cabeza” y con el piloto automático me hicieron salir de mi “zona de confort” y lanzarme al emprendimiento, no para trabajar menos, sino para hacerlo de otra manera y con otra visión, que me permitieran tomar mis propias decisiones y retomar el control de mi vida y de mi carrera profesional. Siempre he creído que el ejercicio de nuestra profesión es una carrera de fondo, pero hasta las carreras de fondo necesitan de una meta, un propósito. Echando la vista atrás, si hace tres años me hubieran dicho que iba a abrir mi propio despacho me hubiera parecido increíble, pero lo cierto es que así es, esa fue mi elección, ejercer la carrera profesional bajo mis propias reglas.

El emprendimiento en la abogacía me ha proporcionado una experiencia maravillosa y desafiante, un camino de autoconocimiento y de aprendizaje excepcional y la posibilidad de liderar un proyecto por mí misma, haciendo algo que me apasiona: el ejercicio de la abogacía en el ámbito mercantil, permitiéndome una mayor flexibilidad para conciliar mi vida personal y familiar, objetivo en el que sigo luchando a pesar del cambio, porque este nuevo camino tampoco está exento de dificultades en este aspecto.

Mi experiencia, en ambas formas de ejercer la abogacía, me ha permitido tomar perspectiva de nuestra carrera profesional y confirmar, al menos desde mi punto de vista, que nuestro principal reto es continuar trabajando por una verdadera y efectiva conciliación de la vida personal y profesional. Hemos elegido una carrera que exige mucha dedicación y compromiso, pero, a pesar de ello, creo que la conciliación es no solo posible, sino una necesidad vital y situaciones como la que estamos viviendo con la pandemia del Covid 19 evidencian esta realidad.

Creo que el tema de la conciliación no es una cuestión de género, ni siquiera sólo de madres, pero no podemos negar la evidencia de que la maternidad continúa suponiendo un punto de inflexión brutal en la carrera profesional de las abogadas y que muchas compañeras a raíz de su maternidad abandonan el ejercicio activo de la abogacía, bien porque se estancan sus carreras en los despachos en los que hasta entonces venían ejerciendo su carrera con éxito si optan por reducciones de jornada, ante la equivocada percepción de que ello implica un menor compromiso o capacidad para asumir los asuntos o clientes que llevaban antes de su maternidad, o bien, como fue mi caso, porque se lanzan a la carrera de obstáculos de querer hacerlo todo, manteniendo el mismo ritmo y nivel de trabajo, con los mismos horarios, los mismos viajes, como si no hubiera habido un cambio vital en sus vidas, lo que en muchas ocasiones desemboca en agotamiento y la frustración de tener la permanente sensación de que no se llega a nada, generando un conflicto interno que conduce al abandono del ejercicio profesional.

En mi opinión, las claves para avanzar en dicho reto son equilibrio, flexibilidad, coherencia y mucha comunicación y a ello habría que sumarle nuestra propia decisión personal, porque considero que debe existir reciprocidad y compromiso por todas las partes y que el camino a recorrer para avanzar en esta materia no es sólo de los despachos profesionales, sino también nuestro de forma individual y personal.

Es cierto que se ha avanzado mucho en esta materia, pero, honestamente, creo que queda mucho por hacer, porque a este reto se une un desafío aún mayor, que es no sólo quedarse en las formas, sino entrar a fondo en la materia. Vivimos en unos tiempos en los que damos mucha importancia a las apariencias y corremos el riesgo de que esto ocurra también con la conciliación, quedarnos en el discurso y las palabras. Sin embargo, es solo la acción la que va a provocar el verdadero cambio y por ello el verdadero reto es que los despachos establezcamos medidas y políticas que den lugar a un entorno donde la conciliación pueda ser una realidad, es decir, crear entornos que favorezcan de forma efectiva y eficiente la conciliación y la evolución personal.

A este respecto, me permito proponer una reflexión sobre las siguientes medidas que podrían favorecer ese entorno: 1) Planes de carrera profesional diversos y flexibles, no lineales ascendentes, como si la vida fuera una línea recta; 2) Acelerar la incorporación de mujeres a puestos directivos y de liderazgo de las políticas de los despachos, basados por supuesto en la meritocracia, 3) Jornadas flexibles, no necesariamente reducidas o reducciones flexibles, 4) Desconexión digital obligatoria y prohibición de reuniones fuera de la jornada laboral, salvo casos excepcionales, 5) Comunicación y seguimiento de los profesionales, a través de las mentorías o el acompañamiento profesional, muy importante para las nuevas generaciones, pero también para las más maduras, porque la vida profesional, al igual que la personal, está en constante cambio, 6) Compensar jornadas intensas por puntas de trabajo o cierre de proyectos, con periodos o días de descanso, incluso concretados en la planificación del proyecto en cuestión, 7) Crear mecanismos de comunicación interna en los despachos que favorezcan hablar sobre la interrelación personal-profesional, a través de las tutorías, 8) Fomento y creación de foros de debate entre distintos despachos profesionales para abordar y debatir de forma abierta está materia y cómo  se podría avanzar de forma efectiva en ello, porque no nos engañemos estamos ante un cambio de paradigma, un cambio social radical, que no es fácil de abordar, 9) Tejer alianzas entre las abogadas a través de asociaciones profesionales, para debatir este tema e impulsar un cambio y, por último 10) Impulsar una adaptación de la normativa laboral para que se ajuste, en la medida necesaria, a las especiales características de nuestra profesión, auspiciada por los Colegios de Abogados, asociaciones de profesionales, etc.

Creo sinceramente que, si se toma conciencia de la importancia de la conciliación y de llevar a cabo acciones efectivas al respecto, pocas, pero eficaces y adaptadas a las circunstancia y tamaño de cada despacho, esto tendría repercusiones muy positivas, casi diría un efecto positivo multiplicador que retornaría no solo a sus propias abogadas, sino al propio despacho y a sus clientes, porque trabajando felices y motivados se trabaja mejor y de forma más productiva y eficiente, cuestión tan obvia que la obviamos.

Sin embargo, no sólo el entorno adecuado en los despachos es necesario, también es esencial nuestra propia decisión personal, intentarlo antes de renunciar a la carrera profesional. Soy consciente que en el aspecto personal no siempre querer es poder y se tienen que alinear los planetas para que el equilibro sea posible, porque tan importante como el equipo profesional es el equipo personal. A pesar de ello, he perdido la cuenta del número de amigas o conocidas compañeras de distintos despachos o firmas profesionales, no sólo de Canarias donde ejerzo, sino de otros lugares de la Península, con gran talento para la abogacía que, a pesar de tener un entorno personal favorable, han abandonado su carrera profesional. Si pudiera hablar con cada una de ellas, les diría que no renuncien antes de intentarlo y que quemen todos los cartuchos, que busquen el camino que mejor se adapte a sus circunstancias para continuar su carrera profesional y de ser necesario que busquen apoyo a través de herramientas como la mentoría o del coaching.

En primer lugar, en sus propios despachos, a través de la comunicación, atreviéndose a hablar de ello y, si aun así no fuera posible generar un cambio, buscando otras opciones. Siempre me ha gustado mucha la frase que se atribuye a Walt Disney que dice “pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te llevará a donde quieras llegar mañana”. Durante mi vida profesional, especialmente en los momentos más bajos, me la he formulado a menudo y creo que es de mucha utilidad. Si se ejerce nuestra profesión por pasión y vocación, siempre habrá opciones para continuar con ella, porque yo no podría haber emprendido mi actual proyecto sin mi anterior etapa profesional de la que guardo un bonito recuerdo y de la que me he llevado un gran aprendizaje. No estoy diciendo con esto que todas tengamos que hacernos emprendedoras, ni mucho menos, lo que digo es que no solo hay un camino.

Tengo el absoluto convencimiento que las mujeres abogadas hoy en día estamos sobradamente preparadas y nos encontramos en el mejor momento para abordar este cambio, no solo para las nuevas generaciones y nuestras hijas, sino también para las que estamos actualmente ejerciendo la abogacía de forma vocacional. Creo que se trata de un reto apasionante que debemos abordar con pasión y dedicación, como haríamos con el mejor de nuestros proyectos profesionales para un cliente, porque este en realidad es nuestro mejor proyecto. Por ello, vayamos adelante y disfrutemos del camino, siempre adelante, ultreia.

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