Se busca una radical disminución de las emisiones contaminantes Barroso defiende las bondades del proyecto
La Unión Europea promete tener lista, para marzo de 2009, la normativa necesaria para poner en práctica los objetivos acordados en la Cumbre de Lisboa, el programa conocido como 20-20-20. El proyecto consiste en alcanzar 20 por ciento del consumo energético de fuentes limpias logrando que, en 2020, los niveles de contaminación se encuentren un 20 por ciento por debajo de los promedios de 1990. El mayor reto al que se enfrentan los policy makers comunitarios radica en encontrar las medidas que menos afecten a la capacidad industrial del continente evitando así que la lucha contra el cambio climático colisione con los intereses económicos de la región.
En 2000, la Comisión lanzó el Programa Europeo del Cambio Climático (PECC). Las políticas comunitarias para abordar el cambio climático tuvieron como eje básico el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE (ETS), vigente a partir de enero de 2005. Los gobiernos de Europa limitaron la cantidad de CO2 que pueden emitir cada año en casi la mitad de las instalaciones industriales del Viejo Continente. En este sistema, las empresas que no emitan su cupo asignado de gas contaminante pueden vender la fracción no utilizada a otras instalaciones que exceden su cuota.
De acuerdo con José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, "si mantenemos el comportamiento actual, de aquí a 2030 la demanda mundial de energía habrá aumentado en un 50% y las emisiones de dióxido de carbono, casi en un 60 por ciento". Lógicamente, las medidas significarán ciertos sacrificios al ciudadano promedio. Como añade Durão Barroso, "no ocultamos los costes que generarán las propuestas: la batería de medidas costará aproximadamente 150 euros por persona y año, es decir, lo mismo que cuesta llenar tres veces el depósito de un vehículo familiar medio.