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29/03/2024. 05:59:23

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CONFORME A CIFRAS DEL LIBRO “IMPACTO DE LA ABOGACÍA EN LA ECONOMÍA”

En España hay 90.000 despachos de abogados

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El 89% de los despachos cuentan con 1, 2 o 3 socios. Son muchos más los fenómenos de escisión o separación de socios de un despacho que crean una nueva firma o despacho. La facturación media por despacho es unos 70.000 euros. De las 100 firmas que más facturan en el mundo, apenas diez tiene oficinas en España.

¿Aquí somos muchos? Depende de cómo se mire. Y una óptica objetiva la da el libro “Impacto de la Abogacía en la economía”, encargo del Consejo General de la Abogacía al Instituto de Estudios Económicos cuya autora es la profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares Elena Mañas y que ha contado con la colaboración especial del Abogado del Estado Tomás González Cueto, el profesor de Derecho Procesal de la Universidad Autónoma de Madrid Gilberto Pérez del Blanco y el estadístico Emilio A. Gómez Zapatero.

Tres muñequitos en una mesa de trabajo

Además de la repercusión en la economía nacional de la actividad de la Abogacía y de la Justicia es necesario realizar unos apuntes sobre la situación económica y proyección futura del propio mercado de servicios profesionales de la abogacía.

Tal y como constata el libro "Impacto de la Abogacía en la economía", el sector presenta unas peculiaridades importantes desde el punto de vista económico, en línea con el mercado de servicios profesionales en general, que determinan una importante diferencia con lo que puede encontrarse en otros países -en particular, en el ámbito anglosajón- con una tendencia marcadamente latina o mediterránea. Dichas particularidades vienen marcadas por distintas variables que son reseñables:

  • En primer lugar el número de abogados colegiados ejercientes, que alcanza, a 31 de diciembre de 2010, el número de 125.208, con una tasa de 3,75 abogados/1.000 habitantes, lo que está en línea con Italia y Grecia (con una ratio per capita muy similar a la nuestra) y bastante lejos del resto de países europeos, salvo el caso del Reino Unido, si bien allí la elevada densidad profesional se debe fundamentalmente a la considerable actividad financiera que se desarrolla en la city y que implica una ingente demanda de servicios jurídicos.
  • El número de despachos es de unos 90.000, lo que supone un elevado número en términos tanto absolutos como relativos, teniendo en cuenta que la consecuencia de dicho número es que el 89% de los despachos cuentan con 1, 2 o 3 socios. 

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Abogados de los grandes se van a más pequeños

El que haya despachos tan pequeños no es una mala noticia, porque uno de los datos que arroja es que hay mercado de trabajo interno, desde personas ya empleadas. "Los grandes despachos nacionales con superestructuras experimentarán un crecimiento muy moderado en el número de contrataciones y seguramente sufrirán salidas de profesionales con alto performace, descontentos con el limitado potencial de crecimiento que en ellos pueden encontrar debido al propio modelo de negocio. De esta situación de descontento y fuga de talento se beneficiaran y, por tanto estarán en lo alto de la tabla en cuanto a número de fichajes, tanto los despachos medianos españoles como las Big Four", nos comenta Carolina Banegas, Senior Associate de Signium Internacional especializada en Legal.

Conforme a "Impacto de la Abogacía en la economía", "estas variables generales determinan un sector atomizado, en el que la noción de profesión y/o servicio profesional cobra una dimensión y significado auténticos, puesto que son excepcionales los casos en los que podamos hablar de pymes, y mucho menos de grandes empresas. Además, el fenómeno de concentración que lleva vaticinándose desde hace tiempo no parece que haya avanzado en España; todo lo contrario, son muchos más los fenómenos de escisión o separación de socios de  un despacho que crean una nueva firma/despacho, que los fenómenos de concentración de despachos, creación de nuevos despachos colectivos o apertura de oficinas de firmas internacionales en nuestro país".

Facturación y cobro de los clientes

Según los datos que analiza el libro encargado por el Consejo General de la Abogacía Española, "a pesar de que no existen datos actualizados sobre la facturación del sector podríamos fijar la misma en torno a los 9.000 millones de euros".

Esta cantidad toma en consideración las cifras de 5.695 millones de euros de facturación de la Encuesta Anual de Servicios de 2005 y que el crecimiento de la actividad se cifró en el 15% (2006), 16,17% (2007), 11% (2008) y que en el resto de los años (2009, 2010, 2011), podríamos considerar que la actividad se encuentra estancada, podemos llegar a dicha cuantificación.

Esto deja la facturación media por despacho en unos 70.000 euros, manifestación de la mencionada atomización, que se pone en evidencia también si se toman en consideración la retribución de los socios, el 60% de los cuales tienen unos ingresos medios de menos de 60.000 Euros.

En los últimos años se ha apreciado cierto estancamiento de la actividad, si bien podríamos decir que la crisis económica ha afectado en menor medida a la Abogacía que a otros sectores, aunque el problema no ha sido tanto la facturación -la demanda de algunos servicios relacionados con la tutela del crédito o la situaciones de impago e insolvencia se han disparado-, sino el pago de los servicios. No existe despacho que actualmente no tenga una carga im- portante de impagados, hasta el punto de que se reconoce que, en general, se trata de un problema nuclear, no sólo en la gestión del despacho, sino de la viabilidad del negocio. Además, el despacho tiene sus gastos.

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¿Los clientes pagan por las buenas?

David Jesús Berrocal, Socio fundador del despacho malagueño Berrocal y Fernández Abogados ha sintetizado para Legal Today la situación: "Tratar con un cliente que padece la crisis es mucho más difícil dado que o bien se encuentra en una situación económica delicada o ha de adaptarse a un ritmo económico más tranquilo en su día a día".

Sigue Berrocal razonando que "existen dos tipos de clientes:

  • Clientes habituales, que siempre y en momentos anteriores han cumplido de forma exquisita con su abogado y han sido rentables al despacho profesional. Ellos merecen un voto de confianza, incluso que el abogado asuma un riesgo de impago ya que se sabe que si se encuentran dificultades para cobrar éstas no son imputables a no a querer cumplir, sino a su situación difícil. En nuestra opinión, con estos clientes que han sido fieles hay que estar a las duras y a las maduras.
  • Clientes ocasionales, de los cuales se tienen sospechas fundadas que no se va a cobrar, lógicamente no se debe correr ese riesgo. Los abogados somos profesionales que vivimos de los servicios que prestamos. Trabajar gratis supone invertir tiempo, esfuerzos que se restan a otros clientes que si cumplen con el despacho profesional, y no debemos olvidar que el hecho de que no nos abonen nuestro trabajo no nos evita responsabilidad profesional en un momento determinado.
  • En estos tiempos son más los que infravaloran el servicio profesional del abogado, por cuanto lo que este presta es un servicio, no algo material que se pueda tocar. Aunque exista crisis económica, hemos de dar valor al desempeño de nuestra profesión".

¿España forma parte del mercado internacional de Abogacía?

Relacionado de algún modo con la atomización del sector -entiende la autora del libro, la profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares Elena Mañas-  se aprecia la escasez de despachos extranjeros que desarrollan su actividad en España, dado que cuantitativamente su presencia es mínima. De las 100 firmas que más facturan en el mundo, apenas una decena tiene oficinas en España. Además, en ningún caso ocupan posiciones relevantes en el ranking de facturación que está dominado por los grandes despachos españoles. Y han sido muchas las firmas extranjeras que para introducirse en España se han asociado a uno o varios despachos españoles, por lo que puede decirse que el germen de dichas oficinas son realmente despachos españoles, aunque posteriormente se hayan aplicado -o intentando aplicar- criterios de gestión de la firma extranjera.

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