El mundo de la abogacía sigue manteniendo, en muchas de sus formas de hacer, un estilo muy tradicional. Seguramente, muchos de los lectores afirmarán que esto es inherente a nuestra profesión. No obstante, una de las consecuencias es que, seguimos estando dominados por estilos y formas de hacer masculinas.
Las formas de hacer masculinas no tienen por qué tener una componente negativa. De hecho, mientras escribo este texto, Word me ofrece los siguientes sinónimos de la palabra masculino: enérgico, vigoroso, recio y valiente. Estoy convencida de que estos son atributos que cualquiera de los que lideran un bufete en España quieren conseguir en sus firmas y equipos.
Pero liderar en femenino también tiene una serie de ventajas. Personalmente, creo que liderar en femenino nos otorga, a aquellas que tenemos la fortuna de poder hacerlo, una serie de licencias que son muy difíciles (por no decir impensables) para nuestros compañeros.
No obstante, antes de entrar en los detalles de qué ventajas puede generar liderar en femenino, revisemos una serie de datos para ganar perspectiva. La mayoría de los graduados de la carrera de derecho en España son mujeres. Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 53,7% del total de graduados en derecho de nuestro país fueron mujeres. Este porcentaje ha venido creciendo, de manera sutil pero imparable, en los últimos años. En el año 2015, las mujeres ya representaban un 53,1% de los graduados[1].
Cuando uno analiza los grandes bufetes, la incorporación de la mujer es una realidad que ya ha alcanzado la paridad. En un análisis publicado en el año 2020 por el diario económico Cinco Días, las mujeres representaban un 56% de la plantilla de los 36 bufetes analizados, y un 49% de sus abogados. No obstante, el porcentaje caía dramáticamente a un 20% cuando se analizaba el número de mujeres socias. Destacan en este listado Auren, con un 39% de socias, Baker McKenzie con un 37% y Ontier con un 36%[2]. Esta situación que vivimos en España, no es diferente a la de otros países. En Estados Unidos el porcentaje de mujeres en posición de socios es de un 20%, en Alemania un 10% y en Reino Unido la proporción asciende hasta un 25%.
Pero cuando nos adentramos en el liderazgo a nivel de bufete, tan solo 3 de los bufetes que analizaba el estudio de Cinco Días contaba con una mujer al frente. Son EY Abogados, con Rocío Reyero como co-líder junto con Ramón Palacín, Coral Yáñez como co-líder de Bird & Bird con Isidro del Moral, y finalmente Rosa Vidal que lidera el bufete Broseta. Esto implica que menos de un 10% de los bufetes analizados en el estudio estaban liderados por una mujer en el 2020.
Yo tengo la fortuna de liderar Lexcrea, bufete enfocado en el mundo de la emprendeduría, donde trabajamos tanto con emprendedores, como con inversores y entidades de capital riesgo. En mi rol como líder de Lexcrea, soy una firme convencida de que ser mujer, más allá de suponer retos en algunas ocasiones, también aporta una serie de ventajas y oportunidades en un mundo tradicionalmente liderado por formas masculinas.
Una parte de estas ventajas vienen derivadas de las licencias que las mujeres podemos tomarnos, en un mundo tradicional y costumbrista que como veíamos, no sólo ha sido liderado por hombres, sino que sigue siendo liderado por hombres.
Y, ¿cuáles son algunas de estas ventajas? Algunas mujeres nos hemos permitido la licencia de mostrarnos con mayor naturalidad en el ámbito laboral, empleando las emociones y los sentimientos con la misma espontaneidad que lo hacemos en nuestros ámbitos personales. En mi opinión, ello permite establecer relaciones más sinceras tanto con nuestros equipos como con nuestros clientes. El empleo de las emociones y sentimientos sin cortapisas está directamente relacionado con el uso de la inteligencia emocional, algo con un impacto positivo en el liderazgo y la gestión, como afirman numerosos autores. Esos mismos soft skills son los que nos permiten enfrentarnos en la gestión de conflictos de una manera, en general, más conciliadora, con enfoque eminentemente cooperativo de resolución de problemas. Esto marca una gran diferencia a la hora de afrontar una negociación, o tratar temas difíciles con diferentes partes involucradas. Asimismo, las mujeres, como regla general, tenemos mayor capacidad de trabajo en equipo y orientación al logro. Seguramente es un atributo con una alta componente cultural y educacional, pero a las mujeres nos importa en muchas ocasiones tanto o más el equipo, que el hecho de quién lo lidera. Por destacar una ventaja adicional, las mujeres solemos tener una mayor capacidad de liderar desde la innovación en contextos eminentemente tradicionales. Y como hemos comentado, el sector legal todavía mantiene una alta componente de formas tradicionales en su forma de hacer.
Un artículo reciente de Inc.com[3], hablaba de las ventajas ocultas con las que contamos las mujeres en el liderazgo. Soy una firme convencida de las ventajas que en muchas ocasiones las atribuciones del liderazgo femenino pueden aportar a cualquier bufete u organización. Pero además del género, creo que, si somos capaces de evolucionar los estereotipos y avanzar como sector, construiremos una profesión más preparada para afrontar los retos que nos plantea el s. XXI. Y esta es una labor que tenemos que desarrollar entre todos, hombres y mujeres, trabajando de la mano. Así que animo a todos a que empecemos a trabajar en ello. ¡Cuánto antes comencemos, antes seremos capaces de alcanzar nuestros objetivos!
[1] INE 2021. Mujeres graduadas en educación superior. Actualizado a 21 de Julio de 2021.
[2] Cinco Días. El techo de cristal en los grandes bufetes: solo un 20% de los socios son mujeres. 27 de Noviembre del 2020.
[3] Inc.com. The Hidden Advantage of Women in Leadership. How Closing the Gender Gap can Increase GDP. 2 de Mayo de 2019.
