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21/09/2023. 13:36:11

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¿A dónde nos lleva el capricho?

assistant professor of IESE in the department of managing people in organizations

Guido Stein
assistant professor of IESE in the department of managing people in organizations

Según un estudio de la facultad de medicina de una prestigiosa universidad norteamericana, en las épocas de bonanza económica aumenta la incidencia de unas determinadas patologías, que disminuyen durante las épocas de crisis económica. Parece ser que la riqueza engendra también enfermedad: paradojas de la vida.

¿A dónde nos lleva el capricho?

Justamente de los efectos perversos en las personas ocasionados por los largos períodos  de crecimiento económico es de los que deseo tratar, y más en concreto del capricho, rasgo anímico que prolifera en ese entorno y que en sus versiones más exuberantes está propulsado por sus inseparables compañeros: la inmadurez y la estupidez.

Hoy somos más, mucho más, caprichosos que ayer (quién sabe cómo seremos mañana). Para alcanzar esta conclusión, que someto ya de antemano y gustosamente al mejor criterio del lector, me han ayudado las experiencias más recientes de responsables de RRHH a la hora de contratar gente. Mi botón de muestra se recorta al universo estadístico de mis alumnos y clientes, pero me malicio que no se producirá un salto lógicamente ilegítimo si me aventuro a generalizarlo con cautela.

Vayamos por partes y empecemos por los jóvenes en su primer empleo, para luego pasar a ciertos profesionales algo más maduritos. Mención a parte merece la realidad emergente de  inmigrantes, con o sin papeles, que a penas olvidada la penuria que masticaban ayer, hoy ya se permiten rechazar empleos ("no me convence", "es mucho trabajo", etc. contestan) en el ámbito doméstico, industrial o agrario, sin otra alternativa a corto que la de seguir viviendo a costa de familiares que no hacen ascos a lo que España les ofrece.

Entre los jóvenes profesionales con potencial que acceden a su primer empleo o llevan muy poco tiempo en el mercado de trabajo parece ser que se dan casos en los que sus exigencias son  asimétricas, antes se  decía "fuera de lugar". Lo más curioso es que, según mis contactos en empresas financieras o industriales, no se trata de dinero, sino de dedicación y esfuerzo comercial. Algunos deben querer conciliar vida profesional y familiar antes de casarse y tener hijos, ¿paradójico? No es para entrenarse.

En Madrid, un jefe de zona de una caja de ahorros potente no sale de su asombro pues se le acaban de ir varios potenciales; ¿a la competencia? ¡No! Al paro. La razón es palmaria: " no hemos estudiado una carrera para estar tantas horas y haciendo esto " (esto = vender productos  financieros).

Esta patología juvenil se puede empeorar  con algunos sistemas de mentoring de potenciales, (potencial significa aquí tener padrino) porque suele añadir más dosis de capricho, me confesaban mandos intermedios de una empresa líder del sector de las telecomunicaciones 

Poco antes me había pasado un fin de semana en la montaña trabajando con un cliente, empresario familiar con un magnífico empresón industrial tecnológica y globalmente puntero en su sector, con todo su comité directivo. Estaban consternados y desorientados porque tenían una alta rotación de sus mejores ingenieros que al cabo de un par de años abandonaban la compañía buscando otras opciones profesionales. "Les pagamos – me confesaban- por encima de la media, hay un buen clima en la compañía, es joven y puntera, palpan los éxitos y los avances…" Claro que no todos pueden ser directores generales inmediatamente, y como tienen potencial…pues "saltan", pensaba yo.

Cambiar es natural y mejor cambiar uno mismo antes de que te cambien. El movimiento es signo de vida, ahora bien no todo movimiento denota salud, como por ejemplo el epiléptico.

Kierkegaard, un filósofo danés que a nuestros efectos vale como un gurú, al interpretar el mito de Don Juan, dice que la cima del placer es única y transitoria, por lo tanto, sólo se puede repetir si se cambia el objeto del deseo. Justamente ese anhelo quebradizo, tan humano, de ir cambiando, también de puesto de trabajo mientras se pueda, se me antoja como una posible razón de lo que yo me pregunto si  a veces no encierra un punto de capricho. Sin olvidar que los otros somos siempre nosotros.

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