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29/04/2024. 21:10:23

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El futuro de la abogacía

Vicepresidente del Comité Legalidad y Estado de Derecho de AmCham Mexico y Director de Relaciones con Gobierno de Microsoft

Hace unos días, en un foro del Comité de Legalidad y Estado de Derecho de AmCham, discutí con colegas respecto a las oportunidades que las tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial (IA), en particular la IA generativa, presentan en el campo de la abogacía. En el año de la inteligencia artificial, los profesionales del derecho nos estamos haciendo las siguientes preguntas: ¿cómo estas herramientas pueden sumar eficiencia a nuestro día a día?, e incluso, ¿nuestro rol podrá ser reemplazado parcial o totalmente por estas tecnologías en un futuro cercano?

La capacidad de estas tecnologías para generar texto —además de imágenes y código— en segundos, con notable precisión, tiene implicaciones significativas. Por ejemplo, es factible generar borradores de documentos legales, ricos en argumentos lógicos y citas de precedentes o artículos jurídicos, en cuestión de segundos, de acuerdo con las instrucciones dadas al sistema. Además, grandes volúmenes de texto pueden ser resumidos con rapidez y eficacia, lo cual puede aliviar la carga de trabajo de un abogado.

Esto implica que tareas monótonas y repetitivas inherentes a numerosos campos, incluido el legal, serán cada vez más manejadas por sistemas automatizados. Los abogados, en consecuencia, tendrán la gran ventaja y la enorme oportunidad de concentrarse más en el pensamiento estratégico y en la planificación. 

No obstante, es crucial destacar que la labor realizada por la IA seguirá requiriendo supervisión humana. No se espera que las máquinas reemplacen totalmente el trabajo del abogado, liberándolo de todas sus responsabilidades. Cada resultado producido por un sistema automatizado debe ser revisado y supervisado por un profesional humano, garantizando el deber de cuidado y la consideración necesarios para proteger los intereses de nuestros clientes. 

Asimismo, la digitalización progresiva de los juicios y otros procedimientos legales está conduciendo a una justicia más rápida y accesible.  

Sin embargo, no prevemos que los abogados o jueces sean completamente reemplazados por máquinas. La empatía, equidad, y el concepto mismo de justicia, son atributos intrínsecamente humanos que las máquinas no podrán replicar. 

El mandamiento de estudiar, planteado por Eduardo J. Couture en sus célebres «Mandamientos del Abogado», es un principio esencial en la práctica jurídica. Couture hablaba de cómo el abogado está obligado a perseguir el conocimiento constantemente, dado que la ley es un organismo vivo que evoluciona y se transforma con el tiempo. Este deber de estudio va más allá de la mera acumulación de información; implica una profundización analítica, una reflexión crítica y una actualización continua en la doctrina y la jurisprudencia.  

Al cultivar una sólida base de conocimiento y mantenerse al día con los cambios en la ley, un abogado puede ofrecer representación y asesoramiento de la más alta calidad a sus clientes. En consecuencia, el estudio diligente y constante no sólo distingue a un buen abogado, sino que también refuerza su capacidad para proteger y promover los intereses de sus clientes de manera efectiva y eficiente. 

Anticipamos que las innovaciones tecnológicas acelerarán nuestro trabajo y que aquellos abogados que destacarán sobre sus pares serán los profesionales que combinen un sólido criterio jurídico con la habilidad para aprovechar la tecnología en su beneficio. Por ejemplo, para sacar la máxima ventaja de la IA generativa resulta clave que “inputs” sean dados al sistema; si no se conoce el derecho, no se preguntará adecuadamente y los “outputs” que se obtengan no serán necesariamente los mejores resultados posibles. 

Actualmente, ya existe un deber ético de utilizar la tecnología y las mejores herramientas a nuestro alcance para ofrecer el mejor servicio posible a los clientes. Sin embargo, también surgen nuevos deberes, como la obligación de informar al cliente cuando se utilicen herramientas de IA en la elaboración de un trabajo legal, o el revisar cuidadosamente e incluso mejorar los “outputs” que surjan en un trabajo legal que utilizó IA. 

Por lo tanto, mi recomendación para nuestra profesión es adoptar un enfoque ético y humanista, colocando a las personas en el centro de nuestra práctica legal. Debemos utilizar la tecnología para beneficiar a nuestros clientes y evolucionar hacia la próxima etapa de nuestra profesión, donde las habilidades de pensamiento crítico y estratégico netamente humanas se volverán cada vez más valiosas.  

En el nuevo escenario tecnológico el derecho hoy día se ha democratizado, lo cual resulta por demás positivo, el conocimiento jurídico se acerca más al público en general. Sin embargo, los abogados no dejaremos de ser la guía para que las personas alcancen los beneficios del derecho pues solo con el estudio que va más allá de la mera acumulación de información, sino aquel que implica una profundización analítica, una reflexión crítica y una actualización continua en la doctrina y la jurisprudencia, puede darse un trabajo legal de la máxima calidad. 

Así, el mandamiento de estudiar del que hablaba Couture enfatiza que la excelencia en la abogacía es un camino de aprendizaje constante y, al final, la dedicación al estudio es una manifestación concreta del compromiso del abogado con su vocación y sus clientes. 

Finalmente, la experiencia en la práctica de la abogacía es y seguirá siendo un elemento esencial para ser un buen abogado, ya que va más allá del mero conocimiento académico y se adentra en la realidad dinámica del sistema jurídico. Con la experiencia, es que se adquiere una percepción detallada y una comprensión más profunda de las sutilezas de la ley, los matices de los procedimientos legales y la psicología de la negociación. Con cada caso en el que un abogado participa, desarrolla un criterio jurídico sólido, lo que permite formular estrategias legales efectivas, prever posibles desafíos y adaptarse a las circunstancias cambiantes con habilidad y precisión.  

Aunque la tecnología, y en particular la IA generativa, puede ser una herramienta increíblemente útil para automatizar y optimizar ciertos aspectos de la práctica legal, no puede reemplazar el juicio humano y el discernimiento que proviene de la experiencia. La IA puede proporcionar información, pero la sabiduría para interpretarla y aplicarla de manera efectiva en el contexto jurídico complejo y a menudo impredecible es un atributo exclusivamente humano que solo se perfecciona con el tiempo y la práctica. 

Nota del autor: Para elaborar este artículo utilicé parcialmente en algunos fragmentos IA generativa. Considero que el resultado de este artículo se logró gracias a los “inputs” que di al sistema, y cómo revisé y mejoré los “outputs”, utilizando mi experiencia como abogado, mi estudio previo en estos temas y mi criterio jurídico. 

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