El progreso social en su vertiente ética fue magno con la ley que erradicó la esclavitud y devolvió al hombre, mujer y varón, su prístina libertad que secularmente los convirtiera en animales domésticos, “fuerza de trabajo” como aún se dice ahora, pero inteligentes: personas que piensan. Pero esa rosa que fue la ley de la libertad universal de todos los seres humanos llevaba las espinas que mantiene la vieja forma de explotación del siervo, aunque ya libres de la vieja servidumbre del siervo obligado a pedir permiso al “señor” para mudar la residencia.
La ley que erradicó la esclavitud fue, desde un punto de vista económico, un beneficio para el "amo" convertido ahora en "empresario". Su avaricia de explotador a corto plazo le impidió preverla; si no hubieran sido los adalides del fin de la esclavitud y no sus opositores. El "amo" tenía que hacer una gran inversión en la compra de esclavos, pasaban a ser su patrimonio, y para que ese patrimonio fuera rentable a soportar los gastos: los de alojamiento, alimentación, sanidad y aún formación profesional. Ahora el "empresario" ha visto que estos gastos los asumen el "viejo esclavo" convertido en "trabajador libre" y el Estado. Su único coste es el salarial ¡que además paga a fin de mes, después de recibir su trabajo!; eso es un beneficio financiero porque antes lo pagaba por anticipado esperando el beneficio del trabajo de su esclavo. El "alquiler" del trabajador a cambio del salario pactado se fija según la "ley del libre acuerdo"; realmente la parte dominante del mercado "el empresario" es quien lo fija, para justificar ese abuso se reivindicó de forma incorrecta la "ley del mercado liberal" de Adam Smith según la cual la demanda y la oferta las equilibrará la "mano oculta" del mercado.
Lo que los antiguos "amos" y hoy malos "empresarios" ocultan/ignoran es que la "mano oculta" de Smith sólo actúa en un "mercado ideal" que es cuando las partes tienen igual o equivalente poder de contratación e información. Eso no ocurre en el mercado "real" y por ello se necesita una "mano visible", del gobierno, que corrija ese desequilibrio y lo aproxime al mercado "ideal" de Smith para que actúe su "mano oculta" sin tener que recurrir a lo que prevé el art. 37.2CE78: "Se reconoce el derecho de los trabajadores y empresarios a adoptar medidas de conflicto colectivo. Para ello cuenta de dos medidas legales: reducir la jornada laboral para adecuarla a la productividad que si es muy alta genera un paro galopante garantizando lo que dice el art 35.1 CE78: todos los españoles tienen derecho … a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia. El exceso salarial sobre el nivel de supervivencia crea la demanda de que nace la oferta que expande el mercado
La avaricia del "amo", hoy un mal "empresario", y la torpeza de algunos gobiernos es suicida. Enriquecerse reduciendo los salarios "mata la gallina de los huevos de oro" al negar al trabajador, el comprador de esos bienes, los recursos para mantener un mercado expansivo. Si su salario no excede su necesidad de supervivencia, como promete el art. 39.1 CE78: Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia, el mercado se contrae más y más y retrocede en magnitud al de la prehistoria donde sólo se sobrevivía.
El beneficio de la macroeconomía nace también de las plusvalía indirectas porque ya no se paga ni portazgos ni pontazgos por las infraestructuras que han aumentado el tamaño del mercado y la velocidad de giro del capital base de esos beneficios. Pero eso exige un buen reparto de la riqueza a nivel microeconómico tal como promete el art. 40.1CE78: Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, para financiar la educación y formación profesional de los trabajadores y el cuidado de su salud reduciendo la mortalidad infantil a costo nulo para la empresa. Sólo de ese modo se crea la oferta de trabajadores al mercado y la demanda del mismo como consumidores de los bienes producidos.
Para ello la "mano visible" del gobierno debe acercar el mercado "real" al "ideal" de Smith. En ese mercado "cuasi ideal" se equilibrará la demanda y la oferta y aumentarán ambas en equilibrio expansivo al actuar ya la "mano oculta" haciendo crecer los beneficios. Se necesitan nuevas leyes laborales esas que algunos consideran "demasiado proteccionistas" por razones éticas pero también para regular el mercado y potenciar una demanda creciente que cree una espiral centrífuga de beneficios en vez de potenciar los beneficios inmediatos que reducen la demanda en una espira centrípeta de perjuicios. Lo explico Smith y pocos han lo entendido: el árbol del enriquecimiento rápido les impide ver el bosque de la prosperidad.
Cuando la demanda principal del mercado procedía de los ricos con altos ingresos la apropiación de las plusvalías y aún del salario de los trabajadores beneficia al empresario sin mucha influencia en el mercado que se mantenía constante porque la capacidad de gasto del rico es limitada y creaba un mercado de bienes ostentosos no productores de riqueza. Ahora la situación es diferente pero muchos empresarios y gobiernos aún tienen esa mentalidad prehistórica: hoy la demanda principal del mercado procede asalariados cuya mayoría tiene bajos ingresos; el producto número de asalariados con bajos ingresos por sus ingresos es un porcentaje alto de la demanda que se reduce si aumenta el paro y si bajan los salarios.
Hoy día, diga lo que diga Trump, son imprescindibles unas leyes salarias protectoras del trabajador. Ellas fomentarán la inversión del empresario en nuevas tecnologías; con ellas aumentará la productividad. Ésta es el origen de unos beneficios que no disminuyen la demanda, antes la aumentan al reducir el coste de la unidad producida. Ello, además, crea un nuevo campo de trabajo, el más creciente en los últimos años: el del desarrollo y optimización tecnológicas. Ese aumento de beneficio hijo del aumento de la productividad tecnológica tiene que ir parejo con la reducción de la jornada laboral para acomodarse a la mayor productividad sin generar un paro cuyo aumento reduciría la demanda del mercado y la inversión pública, pues parte de sus ingresos tendrían que dedicarse a aliviar el paro, con lo que al reducirse la magnitud del mercado, por esta doble contracción de la demanda, se reducirían los beneficios.
El juego de las siete y media subyace en la ley de la oferta y demanda de Smith. Se trata pues, de lograr las siete y media pero sin pasarse en el intento de obtener beneficios
En una sociedad desarrollada los beneficios nacen, desde la revolución industrial, de la mayor productividad tecnológica, hija de desarrollo científico. Ella reduce el coste de lo que se produce lo que permite pagar unos salarios crecientes a los trabajadores. Así se mantiene el aumento de la demanda del mercado hasta que equilibre el aumento del coste salarial con una mayor productividad. Llegado ese momento procede reducir de nuevo la jornada laboral para que no aumente el paro que reduciría la demanda.
En una sociedad menos desarrollada, la mayor parte del mundo sigue en la práctica fuera del mercado, apenas sobreviven como neo-esclavos. Los beneficios nacerán de que dejen de serlo como paso al desaparecer la esclavitud. Al ser personas libres cuyos ingresos superen el nivel de supervivencia entrarán en el mercado. Por eso se necesitan leyes laborales internacionales que ilegalicen el neo-esclavismo de las multinacionales y los conviertan en personas libres autosuficientes que participen en el mercado como nos pasó a nosotros.
Eso ocurrió en occidente de 1900 a 1950 donde la jornada laboral se redujo en un 50%. El incremento de productividad desde 1950 ha sido muchísimo mayor; al no equilibrarse reduciendo la jornada laboral, que hubiera mantenido la demanda, el equilibrio se produjo aumentando el paro que disminuyó la demanda. Este efecto se atenuó a nivel mundial por el aumento de la demanda de los neo-esclavos que aunque poco crece y a poco que crezca como so varios miles de millones compensan esta pérdida de demanda en los países desarrollados.
En muchos países desarrollados se está creando un "karst": un inmenso hueco de falta de financiación bajo la superficie que producirá una crisis salvaje. Par evitarlo es urgente una reducción de la jornada laboral que permita que los trabajadores cuando se jubilen tengan una pensión suficiente y también que se cambie la vigente ley laboral que prohíbe que los jubilados trabajen. Por eso otra de las leyes laborales que hay que modificar ¡y urgentemente!, es la de la prohibición de trabajar estando jubilado algo necesario dado el estado de salud y capacidad laboral que hoy se tiene con 70 años aún para trabajos que exigen una cierta actividad física.
La solución a la crisis actual, reformas aparte de impuestos progresivos, el fin de fraude, la especulación y la corrupción descansa en la "mano visible" y en las leyes laborales.