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18/04/2024. 19:28:56

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Conciliando vida laboral y familiar: “contras” de la legislación actual

Paula Ventosa
Paula Ventosa

Enfocamos en esta ocasión una problemática compleja presente en nuestra sociedad en estos tiempos inciertos, que afecta a gran número de familias (podemos decir que a la mayoría de ellas) y de mujeres.

La mayoría de madres trabajadoras con hijos pequeños reciben un sueldo escaso o mileurista, en el límite de lo que un ser humano en el "primer mundo" que habitamos, necesita para vivir y cuidar de las necesidades de su familia. Muchas de ellas están sobrecualificadas para el trabajo que realizan, pero no pueden pretender acceder a otro puesto de trabajo porque sus obligaciones como madres les limitan totalmente, y todo esto es un círculo vicioso. Efectivamente, la jornada diaria se duplica al tener que desarrollar un trabajo un número de horas en estancia obligatoria en el lugar de trabajo, y al cabo de dicha jornada laboral tener que ocuparse de tareas domésticas y de la educación, cuidado y ocio de los hijos. En algunas empresas procuran hacer más llevadera a situación a las madres trabajadoras, facilitando un determinado horario, teniendo guardería en el centro de trabajo, u otras prestaciones sociales que aumentan la calidad de vida de la trabajadora. Desgraciadamente, estas empresas son minoritarias y la mayoría de ellas inician este planteamiento por iniciativa propia, previamente a la magnificada regulación de la Ley de la Igualdad (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres).

Desde la Administración, con un Ministerio creado al uso, y una Ley publicitada hasta la saciedad, pese a lo insustancial de su normativa, pretenden hacer creer a las madres trabajadoras que cuentan con instrumentos de apoyo o ayudas para conciliar la vida familiar y laboral; además de intentar arbitrar una serie de medidas para que el acceso a puestos de responsabilidad (Consejos de Administración) sea igualitario, para erradicar la discriminación, el acoso por razón de sexo, etc.

Desde mi punto de vista, el bloque más importante, o por lo menos el que más repercusión efectiva y real puede tener en el día a día de nuestra sociedad, y el que afecta a mayor número de mujeres y familias, es el primero: en nuestra sociedad se ha generado en los últimos cuarenta o cincuenta años un nuevo estilo de vida: con ambos padres trabajando, el cuidado de los hijos y de la familia se queda al buen hacer y a los equilibrismos y sacrificios de -sobre todo y de facto– la mujer que es madre y profesional.

Sin embargo, y pese a la importancia de que nos vemos ante un cambio social radical, al que con dificultades nos vamos adaptando, desde el Estado nos quieren "ayudar" con paños calientes. Las medidas y modificaciones son, a mi modo de ver, irrisorias. A saber:

  • Las reducciones de jornada conllevan una proporcional y lógica reducción de salario. Al tener un hijo se incrementan los gastos, y desgraciadamente la mayoría de las economías domésticas no pueden soportar ni la más mínima reducción de ingresos. No es una solución que concilie, más bien "recorta" el tiempo dedicado al trabajo y por ende a la promoción en el mismo.
  • Lo mismo o parecido sucede con las excedencias y suspensiones de contrato con origen en la maternidad o cuidado de familiares. La excedencia es un "parón" en el camino profesional de cualquier persona, mujer o no, y ello si además económicamente se lo puede permitir. Son además opciones limitadas en el tiempo, parches, no soluciones a medio plazo que es lo que necesita el cuidado de los hijos.
  • En cuanto a la suspensión o baja por maternidad o paternidad…No parece radicalmente importante que el papá tenga cuatro días o trece o veintidós, o si se amplíe el período por parto múltiple… Por supuesto es correcto y necesario que se regulen estas situaciones y que tengamos días libres para afrontar los cambios de un nacimiento o adopción, pero no es en absoluto significativo en la vida de la familia a largo plazo, ni es una "ayuda" a la conciliación.

Buscando una solución u otro camino para lograr la deseada conciliación entre vida familiar y profesional, desde la perspectiva de esta ley no se encuentra. La mujer que quiera disponer libremente de su tiempo, o al menos quiera poder organizarse sus horarios de trabajo para compatibilizarlos con las necesidades de su familia (afectivas, médicas, educacionales) puede intentar encontrar un puesto de trabajo en una empresa "familiarmente comprometida", que voluntariamente aplique medidas de conciliación, o imperativamente (en virtud de la Ley que nos ocupa) por tener más de 250 trabajadores en plantilla esté obligada a la implantación de dichas medidas en el marco del Plan de Igualdad de la empresa (art. 46.1 LOIMH). 

Otra solución, la mejor que se nos ocurre, y la que mejor facilitaría la libertad profesional a estos efectos que tratamos, sería el autoempleo o el camino de formar una nueva empresa con una organización pensada al efecto. Nada se dice en la Ley de favorecer esta opción.

Desde otro Ministerio -Trabajo e Inmigración–, desde donde se pretende favorecer el autoempleo, la opción de ayuda económica (a la postre la definitiva necesariamente) es únicamente la capitalización de hasta el 60% (hasta finales de año el 80%) de la prestación por desempleo pendiente de percibir, siempre que justifiquemos que es necesario para inversión de la nueva empresa, o para el acceso a una cooperativa o sociedad laboral. También está el magnifico recurso de las ayudas o subvenciones públicas donde igualmente hay que hacer el desembolso del propio peculio, luego justificarlo y más tarde y con suerte acceder a la ayuda.

En cualquiera de los casos, nada se dice de la necesidad de contar con unos ingresos mínimos que el emprendedor tiene en la mayoría de los casos, situación que paradójicamente ampara la prestación por desempleo que socorre al señor o señora que intenta (o no) encontrar trabajo. Si ese mismo señor o señora busca la solución de autoemplearse, inmediatamente, al darse de alta como autónomo, se le retira la prestación, aún a sabiendas de que no percibirá ingresos en los primeros tiempos de su aventura empresarial.

Así se favorece en España la Conciliación de la vida familiar y laboral, desde el punto de vista del trabajador por cuenta ajena o desde el que pretende autorregular su trabajo iniciando su propio negocio para facilitar lo primero.

Concluimos, con una verdad absoluta (o casi) en el mundo de la ley, y es que ésta va siempre por detrás de los cambios sociales. Es hora de mirar alrededor y preguntarnos qué necesita las familias, y el gran número de desempleados de hoy en día, pues ambos temas se tocan en algunos puntos como hemos comentado.

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