Sabemos que la apuesta que hacemos por el arbitraje desde Aeade requiere un gran esfuerzo que, a corto plazo, no siempre es recompensado. Partimos de una situación en la que la sociedad en general sufre de desconocimiento hacia esta herramienta de resolución de conflictos y… ¿qué produce el desconocimiento? En la mayoría de los casos, desconfianza.
¿Cómo paliar las consecuencias de esta situación? Se trata de una tarea ardua, que debemos plantearnos a largo plazo, pero en la que sabemos que es necesario invertir en el corto plazo. Hay que ir paso a paso y empezar por los que creemos que deberían ser los principales prescriptores del arbitraje y de sus bondades, esto es: los abogados y las instituciones (públicas y privadas).
En el caso de los primeros debemos incidir en la importancia de su formación. Resulta inaudito que una figura de la importancia y relevancia del arbitraje sea casi una desconocida en los temarios de las facultades de Derecho de España. Más aún, si tenemos en cuenta que esta herramienta de resolución de conflictos, a la que sólo tienen acceso, en controversias de importancia, abogados de reconocida reputación, goza de un gran prestigio en el ámbito internacional.
Es el momento de dar un paso adelante y decidido, y aprovechar el empujón que institucionalmente se le está dando al arbitraje en ciudades como Madrid. Debemos acabar con la desconfianza que genera el desconocimiento y hablar alto y claro. Además de las actividades de fomento y promoción que se hagan desde las instituciones, es necesaria la implicación del mundo de la abogacía para fortalecer este mecanismo.
Ahora mismo, además, contamos con otra ventaja a favor del desarrollo del arbitraje: la intención de aliviar la carga de trabajo que atesoran los tribunales y que, a tenor de las últimas declaraciones hechas públicas por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), parece ya insostenible.
Se pide constantemente la modernización de la justicia y, ante este reto, figuras como el arbitraje y la mediación tienen muchas posibilidades para dinamizar el entorno empresarial, por lo que el entorno ideal se dibujaría a través de una mayor profesionalización de los árbitros.
Renovación del abogado español
Pero no olvidemos una
circunstancia importante, y es que se
debería incidir también en la renovación del abogado español, quien también
debe adaptarse a las nuevas necesidades de un sistema para el que deberá
trabajar de manera eficiente.
Los abogados siguen careciendo en muchos casos de una formación amplia
y abierta que les permita plantearse su carrera bajo un concepto marketiniano y
especializado, más cercano al entorno empresarial, a la sociedad y a sus
necesidades. Y es esencial que este profesional conozca todas las posibilidades
y, más importante aún, que sepa desenvolverse en ellas.
Pero la divulgación no debe quedarse ahí, los empresarios (tanto pequeños, como grandes) también deben conocer la alternativa que ofrece esta herramienta, lo que les permitirá decidir con conocimiento. Para ello, es necesario que esté presente en su vida profesional y aquí es donde el papel de las instituciones tiene más valor, ya que se debe promover la inclusión del arbitraje en todos aquellos eventos, congresos, comunicaciones o actividades formativas en los que la resolución de conflictos, el afrontamiento de las controversias, las crisis empresariales o las relaciones contractuales sean protagonistas. No debemos olvidar que aunque el componente curativo del arbitraje sea importante, éste también tiene un importante componente preventivo, esencial para plantearse, ante un posible conflicto entre empresas, una buena gestión comunicacional basada en el entendimiento.
En resumidas cuentas, es necesario educar en el uso del arbitraje para fortalecer una figura a la que el desconocimiento ha llevado en muchos casos a debilidad y menosprecio
