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25/04/2024. 21:56:10

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El derecho y las emociones

Profesor Filosofía del Derecho en la Universidad del País Vasco

Iker Nabaskues

La ficción literaria y el cine son herramientas indispensables en la construcción del juicio moral y el discernimiento jurídico a través de las emociones.

A pesar de la potencialidad que contienen las obras de ficción, en círculos académicos todavía se entiende que la literatura y el cine deben quedar al margen de los contenidos docentes. El paradigma académico sigue basándose en el pensamiento racionalista como la forma de profundizar en el conocimiento jurídico. Es como si el alumnado de la facultad fuera una máquina pensante a la que se obliga a colgar las emociones y el carácter a la entrada del aula de la misma manera que hacemos con el abrigo.

Aún hoy las emociones están bajo sospecha cuando nos referimos a la ley y el Derecho. Los filósofos y pensadores de la Ilustración en Escocia como Adam Smith y David Hume basaron su teoría del conocimiento sobre aspectos no racionales como los sentidos o la empatía, sin embargo esta influencia quedó eclipsada en el mundo mediterráneo por los pensadores de la Ilustración francesa volcada hacia el mundo de la razón y al crecer nuestra universidad en imitación al modelo francés, se ha desarrollado conforme a una epistemología exclusivamente racionalista.

Este puede ser uno de las causas por las que en el ámbito de la filosofía del derecho el debate en torno a los principios de la justicia permanece todavía dominado por planteamientos racionalistas. El mundo académico moderno no termina de entender que la novela y el cine representan formas que expresan un sentido normativo de la vida. Sin embargo hay muchos y muchas juristas que piensan que las obras literarias representan una fuente eficaz de argumentos para la discusión sobre las instituciones jurídicas. En este sentido, el movimiento "Law and Literature" (Derecho y Literatura) ha aportado algunos avances al debate ético sobre la justicia.

La argumentación filosófica que conlleva la crítica de las obras de ficción de la literatura y el cine aportan el ensanchamiento de la visión ético-moral porque entre otras cosas, abarca los sentimientos, y ayuda a no olvidar que la ley provee solamente una de las muchas entre las posibles historias de justicia. Así lo pensaban grandes literatos que estudiaron la carrera de Derecho como Walter Scott, Robert Louis Stevenson, Herman Melville o Franz Kafka quienes vieron en la ficción narrativa una forma de profundizar en el valor de la ley y su relación con la moral, o grandes escritores como Fiodor Dostoievski o Charles Dickens que retrataron en sus obras las tensiones entre la ley y la justicia de una manera casi obsesiva. En el mundo del cine directores como Frank Capra o John Ford entre muchos otros, expresaron la conflictiva relación entre el código normativo y las necesidades humanas, y en el cine negro estadounidense (Walsh, Houston, Hawks, Curtiz, Mayo, Keighley) se retrata de manera redundante la conflictiva relación entre el delito y el  carácter del ser humano.

La imaginación literaria y cinematográfica puede completar la argumentación racional, al aportarle un ingrediente esencial. La ciencia jurídica suele cometer el error de prescindir de la subjetividad propia de los seres humanos mutilando el análisis y reduciéndolo a una operación racional sesgada al olvidarse del contexto que modela aquella subjetividad. La novela y el filme proporcionan un bagaje desde el cual el caso puede relacionarse con los matices expresados en una historia porque la ficción expresa formas persistentes de necesidad y deseo humanos encarnadas en situaciones sociales específicas, como ocurre en la vida real.

Los elementos esenciales que aportan la ficción literaria y cinematográfica son las emociones y la subjetividad. El vínculo entre los personajes es emocional como en nuestra vida real, una realidad relacional en permanente tensión y transformación. La historia muestra el cambio de los personajes como consecuencia de los incidentes a los que se enfrentan lo que permite que se ensanche la subjetividad del público. Con las obras de ficción, el discernimiento ético es posible sin renunciar a la fuerza, la savia vital y el vigor que proporciona el encuentro con nuestras propias emociones removidas por la historia. Ello permite la comunicación entre la idea de la justicia y nuestro propio carácter, de manera que podemos resignificar nuestro mundo simbólico y construir un relato creativo y trasformador, que dejándonos orientar por la sensación y las emociones, nos abre el camino hacia el encuentro auténtico con los grandes principios del ordenamiento jurídico.

La literatura y el cine, en cuanto a esquemas narrativos poseen la cualidad de ensanchar la sensibilidad moral para profundizar en elementos esenciales de la ley y el derecho. Ayudan a la "traducción" de lo jurídico a lo real, reduciendo la distancia entre la ley y la ciudadanía y permite la reflexión sobre la tensión entre los conceptos legales y los valores como la libertad o la dignidad del ser humano.

Una lectura crítica y ética por medio de las narraciones literarias y el cine, en la búsqueda de la justicia más allá de literalidad de la norma legal, acerca la ciencia jurídica a la tradición aristotélica de la epiekieia, el hábito moral que permite eximirse de la observancia literal externa de una ley positiva con el fin de ser fiel a su sentido auténtico. Este enfoque se suma a una perspectiva ética que parte de la interpretación de los hechos jurídicos desde una percepción abierta a comprender todos los matices integrados en una historia concreta, una visión compatible con la tradición hermenéutica del "intérprete ecuánime" elogiado por Erasmo de Rotterdam.

Vivimos en una época que ha dado la espalda a los grandes pensadores humanistas de nuestra civilización occidental. Hemos fiado el conocimiento al mundo de la técnica propiciando con ello la segmentación del saber como si el conocimiento se pudiera adquirir prescindiendo de los aspectos esenciales de nuestra personalidad. Esta realidad no propicia un Derecho más rico y vivo sino que al reducirlo a la abstracción racional encorseta las nociones de la justicia. Pero la literatura y el cine son instrumentos que pueden ayudarnos precisamente a recuperar la perspectiva integral de la naturaleza humana de la que se ha alejado el mundo académico moderno.

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