Hoy en día la mayoría de las personas es titular de un contrato bancario. El desconocimiento por parte del usuario de banca ante contratos habituales como cuentas corrientes, hipotecas o depósitos siempre juega a favor de la entidad y el espíritu comercial de la misma puede jugar más de una mala pasada al desinformado consumidor. Por ello, el asesoramiento adecuado es la mejor arma para combatir la mayoría de los abusos en el sector.
Hoy día, en esta primera década del siglo XXI y en un país desarrollado como es el nuestro, se entiende prácticamente imposible escapar de una relación contractual con cualquier entidad financiera.
Desde muy pronto los consumidores tienen relaciones contractuales con bancos y cajas, que irán incrementándose dependiendo de las distintas necesidades económicas. Ante esta afirmación no podemos llegar a otra conclusión de que en estos tiempos es necesario ser titular de algún contrato bancario.
Pero ante esta gran necesidad del consumidor, se abre paso otra característica de este tipo de relaciones: el desconocimiento por parte del usuario de banca del funcionamiento básico de muchos de los productos que tienen contratados.
Estamos ante un sector que se caracteriza por la complejidad del lenguaje y por contratos de dificultad técnica alta. Esta situación hace que el ciudadano se vea abrumado por terminología básica para este contexto como puede ser el TAE, interés fijo o variable o interés nominal, entre otros.
Éste es el punto donde aparece el gran problema que percibimos en las asociaciones de consumidores, y no es otro que el hecho de que existe un aprovechamiento por parte de las entidades financieras ante este desconocimiento generalizado ya que en la mayoría de los asuntos bancarios, el único asesor que tiene un usuario cuando estudia la posibilidad de contratar cualquier tipo de producto, no es otro que el comercial de la entidad.
Si bien existe una gran casuística de problemas en este sector, quizás el denominador común que solemos encontrar en muchos de ellos son declaraciones de los consumidores indicando "esto no es lo que me explicaron", "yo llegué a un acuerdo verbal con el director de mi sucursal" y "yo firmé en todos los documentos que me indicaron y no los leí"…
Aunque exista normativa concreta para algunos tipos de contratos respecto a la información que se debe facilitar al cliente bancario cabe destacar la Circular del Banco de España 8/1990, de 7 de septiembre, sobre transparencia de las operaciones y protección de la clientela, la Orden ministerial de 12 de diciembre de 1989, sobre Tipos de Interés y Comisiones bancarias, Normas de Actuación, Información a Clientes y Publicidad de las Entidades de Crédito, así como el derecho básico de información al consumidor, recogido en el artículo 8 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias.
No es menos cierto que en la práctica, la información facilitada por las entidades bancarias es habitualmente de difícil comprensión para el cliente y la explicación de la misma suele venir tamizada por el carácter comercial del profesional de la entidad.
Por eso todos los profesionales del sector deben potenciar el conocimiento previo a la contratación del cliente bancario de forma que se haga objetivamente para que el usuario tenga un conocimiento real y efectivo del tipo de producto financiero que va a adquirir con todos los pros y contras que se puedan derivar del mismo.
Es evidente que un buen asesoramiento legal en el momento adecuado puede acabar de raíz con un problema que en el futuro podría ser de difícil solución, sobre todo si el usuario ha prestado un consentimiento "válido" para la entidad, ya que demostrar el vicio del mismo en un procedimiento puede ser realmente complejo en la mayoría de los casos.
Como conclusión, debemos entender que el desconocimiento por parte del usuario de banca ante contratos habituales en su vida como son cuentas corrientes, hipotecas o depósitos siempre juega a favor de la entidad y que el espíritu comercial de la misma puede hacer jugar más de una mala pasada al desinformado consumidor. Por ello, el asesoramiento adecuado es la mejor arma para combatir la mayoría de abusos en el sector.