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25/04/2024. 17:05:14

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España en la vanguardia del Derecho Internacional

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

Cruzábamos el quicio del S. XVI. Un dominico, Francisco de Vitoria, exponente de la "Escuela de Salamanca" iniciaba los años gloriosos del Siglo de Oro español.

La referencia más clásica es la de la literatura; pero fue áureo en muchos más campos, con frutos posteriores en las ciencias químicas con Alonso Barba, con Ulloa, descubridor del platino, del Río, descubridor del vanadio; o con marinos y geómetras, como Jorge Juan, Maalespina; y tantos otros. Creando la economía, discutió sobre la ética del precio justo, analizo la variación del precio y sentó las bases de la Ley de la Oferta y la demanda

El derecho de gentes fue su más gloriosa contribución. Cambió la mentalidad de la una sociedad reaccionaria con las leyes de indios, el éxito de su concepción es el de haber sido la base de los derechos humanos actuales. Sus opiniones eran heterodoxas con las inicuas leyes vigentes. Por suerte no sufrió la persecución de la justicia.

Frente a todo este progreso ético, machadas sus manos por sangre inocente, la "Santa" Inquisición aplicaba la ley para atropellar la justicia y, así, los derechos humanos.

La Escuela de Salamanca alumbró lo que hoy se llama "derecho de gentes". La derecha capitalista y propietaria los violó. La Audiencia colaboró, pétreo su corazón, porque ni oía, ni veía su injusticia. Aun a fines del S. XIX y el capital rechazaba los intentos progresistas del gobierno para acabar con la esclavitud; "la pela es la pela"

Vitoria creo la "justicia universal". Frente al derecho a la guerra, entonces en vigor, Vitoria planteó sólo el derecho a la defensa ante la injuria. Luego, los eternos tramposos verían injurias donde no existían. El último caso fue el del Irak. El juez justo se calló; el juez inicuo campó por sus respetos legitimando la injusticia. El Consejo de Seguridad de la ONU, trasunto de Pilatos, se lavó las manos. Hoy, con una alta demanda judicial el precio de las jofainas está creciendo.

Hoy los liberales explotadores de las gentes, de toda la humanidad, hacen del  "orbis" un mercado para especular – es decir, robar – porque ya no les llega la "urbs" para sus ansias de especular – es decir, de robar.

Han pasado cinco siglos. España ya no vive su siglo de oro. Retrocede a los años de hierro de la dictadura nacional-católica medieval. De ejemplo del mundo y fuente de su progreso, sentando las bases de la ilustración que llegaría siglos después, hoy un acreditado émulo de Francisco de Vitoria, ejemplar defensor de la "justicia universal", es víctima de los modernos inquisidores, auxiliadores de los victimarios.

Farisaicos defensores del principio: "todo el mundo está bajo el imperio de la ley", los victimarios son oídos en audiencia atenta. Es la misma gente de corazón pétreo que cinco siglos atrás ignoraba que la ley o es ancilar de la justicia o es su atropello "legalizado". 

Pero no haya mal que por bien no venga. Tal despropósito ha traído a la actualidad algo que nos había pasado desapercibido: la nulidad de pleno derecho de la Ley de Amnistía; esa ley que los sedientos hijos de los victimarios usan como arma agresiva contra los hijos de sus víctimas. La legislación internacional sobre Derechos Humanos y Crímenes Contra la Humanidad rige en España. Su valor es superior a cuantas leyes haya aprobado el Parlamento. Obliga a todos los Tribunales, al Supremo también.

Lo dice el art. 10.2, CE:: Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos porque los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.

Generosos con los asesinos de la República democrática y de los que les vino en gana durante la dictadura, hicimos una ley sin percatarnos de que era nula de pleno derecho.

En lugar del prudente "non meneallo", sus descendientes han traído a la palestra su nulidad, hija de nuestra generosidad, inutilmente excesiva. Aun viven muchos de esos asesinos. Y sus herederos se lucran del robo subsiguiente a sus asesinatos. Ahora podrán ser enjuiciados con la ley en la mano si se aplica el principio de que "todo el mundo está bajo el imperio de la ley". Si no en España, en el mundo, que sólo es ya una "aldea global" donde el cacique local – aun el cacique estatal – ya no puede usar la ley en su beneficio.

En su ignorado mensaje, Cristo dijo: "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".

Como siempre, quienes apedrean a los inocentes merecen una carreta de piedras.

No siempre ocurrirá impunemente que se salgan con la suya.

La justicia, algunas veces, resplandece; y lo hará tanto más cuanto más negra sea la oscuridad en que nos suma la injusticia que estemos soportando.

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