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20/05/2024. 07:48:06

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Geopolítica actual y nuevo modelo fiscal de la UE en el día de Europa

Catedrático de Derecho financiero y tributario, UCM. Jean Monnet Chair EU FairTax.

En el Día de Europa, cada 9 de mayo, celebramos la paz y la unidad en Europa. Esta fecha marca el aniversario de la histórica «Declaración Schuman», en la que éste expuso su idea de una nueva forma de cooperación política en Europa. En este 9 de mayo debemos reflexionar sobre el papel de la UE en el contexto global actual con una particular mirada desde el modelo fiscal europeo.

No cabe duda alguna de que el mundo se ha transformado de forma violenta y acelerada en los últimos años tras la pandemia del COVID-19, la crisis derivada de la invasión rusa de Ucrania y la creciente rivalidad chino-estadounidense. En este escenario geopolítico, la interdependencia y el multilateralismo se encuentran en riesgo, y cada vez más se habla de autonomía estratégica, de cadenas de suministro seguras y fiables y de un gasto público creciente. Y así, nos preguntamos cómo la UE puede responder y amoldarse a los retos de este modelo económico basado en el neomercantilismo, el proteccionismo y el intervencionismo estatal, pero sin caer en estas peligrosas tentaciones.

En este contexto, la UE debería apostar por un modelo económico dinámico y productivo, que garantice la cohesión social, que reduzca sus dependencias estratégicas y que minimice sus riesgos en algunos campos como el de la energía, las materias primas críticas, la tecnología, la cadena de suministros, la defensa, o la financiación. Con ello se trata de invertir en el crecimiento potencial de la economía europea, mejorar la competitividad de sus empresas, acelerar las transiciones energética y digital e incrementar la cohesión social. Pero también se trata de defender el marco de multilateralismo, reforzando los acuerdos económicos y comerciales bilaterales o interregionales y potenciando los estándares globales que reflejan los valores europeos.

Como es sabido, la UE ha hecho pública su decisión de lograr una transición energética que reduzca las emisiones netas de CO2 a cero para el 2050, así como su pretensión de alcanzar una seguridad económica basada en una estrategia industrial y tecnológica que consolide su autonomía y su bienestar en el marco de unas cuentas públicas sostenibles. Lógicamente, esto nos lleva, a su vez, a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Cómo financiar ese mayor presupuesto de la Unión? Las tensiones presupuestarias se ponen de manifiesto por el volumen de gasto en el que se ha incurrido, y en el que viene por la probable ampliación de la UE a Ucrania y los Balcanes Occidentales, por lo que urge revisar las capacidades de gasto, pero también las de ingreso de la Unión.

Pues bien, la respuesta viene de la mano, entre otros mecanismos, de la unión fiscal en forma de mejora de la financiación pública europea con un presupuesto adecuado que financie bienes públicos europeos básicos y contribuya a la estabilidad macroeconómica de la eurozona, usando para ello desde el punto de vista del ingreso, nuevos tributos propios europeos y, en el futuro, potenciales emisiones de deuda conjunta, similar a los Fondos NextGenerationEU.

El Parlamento Europeo ya se ha pronunciado en varias ocasiones a favor de la introducción de nuevos recursos propios. Los ingresos procedentes de nuevos recursos deberían ser suficientes para cubrir el reembolso de NextGenerationEU, mientras que todo ingreso restante debería financiar el presupuesto de la Unión, en consonancia con el principio de universalidad. El calendario vinculante ha requerido que la Comisión presentase varias propuestas de nuevos recursos propios. Así, en sus distintas iniciativas se ha previsto la aprobación de los siguientes recursos: un mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono (75 por ciento de los ingresos generados), una tasa digital, un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión (30 por ciento de los subastados), un impuesto sobre las transacciones financieras y el 15 % de la parte de los beneficios residuales reasignados a los Estados miembros de la Unión con arreglo al acuerdo de la OCDE y el G-20 sobre la fiscalidad societaria internacional (Pilar I).

Adicionalmente, el día 20 de junio de 2023, la Comisión publicó nuevos planes para un segundo paquete de recursos propios. Este incluía un recurso propio estadístico temporal, pagado como contribución nacional basada en los beneficios de las empresas y calculada como el 0,5 % de la base teórica de los beneficios de las empresas de la Unión (sobre la base del excedente bruto de explotación de los sectores de las sociedades financieras y no financieras, calculado por Eurostat). Finalmente, este sería sustituido por un recurso propio basado en una aportación del futuro marco de las empresas en Europa para el impuesto sobre sociedades (BEFIT). El paquete propuesto podría aportar ingresos anuales adicionales de en torno a 23.000 millones EUR a partir de 2024 y 36.000 millones EUR a partir de 2028, lo que corresponde a aproximadamente entre el 18 % y el 20 % de los ingresos totales.

Ahora bien, no todo deben ser nuevos recursos propios, la UE debe desarrollar una verdadera política industrial europea, que trascienda a la mera descarbonización de la economía, eliminando todo atisbo de ayudas de Estado que tanto obstaculiza y vicia el mercado único. Por consiguiente, como viene defendiendo Draghi, el camino a seguir pasa por una auténtica unión fiscal, con mayores aportaciones al presupuesto de los Estados miembros, nuevos impuestos europeos y el reconocimiento de la capacidad de endeudamiento para la UE. Y todo ello es necesario e inaplazable, porque el mundo se ha transformado en los últimos años de forma vertiginosa y disruptiva por las citadas transformaciones geopolíticas y socioeconómicas. Si Europa quiere ser verdaderamente un actor global, no puede abandonar la idea de la unión fiscal. A medida que se retroalimenta la divergencia de los miembros de la UE, la ventana para una unión fiscal se cierra.

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