La demanda extranjera ha recuperado su papel dinamizador del mercado de la vivienda en España tras el parón pandémico. Según Euroval, el cliente internacional estuvo detrás de dos de cada diez operaciones de compraventa realizadas en 2022. Además, el precio que pagan por vivir en nuestro país es más alto.
La estadística del segundo semestre del año pasado del Consejo General del Notariado contrapone los 1.553 euros por metro cuadrado que paga un comprador nacional frente a los 1.668 €/m² de los extranjeros residentes y los 2.558 €/m² de los no residentes.
Pero los foráneos no compran; también construyen.
Existen extranjeros cuyo vínculo inmobiliario con España va más allá de pasar aquí temporadas en una segunda residencia o establecerse de forma definitiva, muchos construyen un patrimonio inmobiliario para obtener un retorno vía alquiler, pero también están los que apuestan por desarrollar proyectos de obra nueva build to sell o build to rent.
Este perfil es lo que conocemos como real estate hobby investor, una figura con un gran recorrido que necesita una estructura societaria sólida y un asesoramiento experto en todas las fases del proyecto inmobiliario que quiere llevar a cabo.
Emprendedores innatos
Este modelo de inversor privado inmobiliario es un enamorado del estilo de vida del que disfruta en España, por eso decide ir más allá y tomar parte de un sector que, además de generar rentabilidades atractivas, le motiva en lo personal. Esta pasión suele circunscribirse a una zona de influencia muy concreta, en la que este real estate hobby investor se siente cómodo porque la conoce al detalle.
El hecho de que este perfil acote tanto el radio de acción es un rasgo que colisiona con la inversión profesional, en la cual se diversifica al máximo, no solo por territorios, sino por activos o segmentos. El inversor privado inmobiliario no tiene una estrategia definida, sino que simplemente ha detectado una oportunidad de desarrollo inmobiliario inaplazable que quiere aprovechar.
Proteger el patrimonio
El empuje de este inversor suele venir avalado por éxitos profesionales previos en su país de origen. Tiene la seguridad absoluta de que todo saldrá bien, aunque en la mayoría de los casos, los riesgos asociados a ese posible sesgo de exceso de confianza son identificados y minimizados porque estos emprendedores extranjeros se rodean de un extraordinario equipo asesor. Por todo esto, es importante recordar que la viabilidad del proyecto es fundamental.
Aunque este inversor sea un aficionado y no un profesional, necesita sentar las bases de una estructura societaria adecuada. Es esencial plantear la creación de un aparato que limite su responsabilidad patrimonial. Para proteger sus intereses, la constitución de una sociedad limitada (S.L.) enfocada a la promoción inmobiliaria. Por medio de esta sociedad mercantil se evita que aquellos que la conforman respondan con su patrimonio personal ante posibles deudas.
En definitiva, estos inversores extranjeros, conocidos como real estate hobby investors, han vuelto a desempeñar un papel fundamental en el mercado inmobiliario español después de la pausa causada por la pandemia. Motivados por el éxito previo en sus países de origen, buscan generar rentabilidad al mismo tiempo que construyen y desarrollan nuevos proyectos inmobiliarios.
Aunque no son profesionales en el campo, cuentan con apoyo especializado, pues comprenden que es un factor determinante a la hora de proteger su patrimonio y garantizar el éxito en sus operaciones.
