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29/03/2024. 12:09:15

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La constitución: creencia o conocimiento

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

La Constitución dice, art. 10.1: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social.

La razón es el atributo del homo sapiens: los demás preceptos constitucionales que no permiten que se discrimine por razón de opinión, art. 14; consagran la libertad ideológica, art. 16.1; el derecho a la libre expresión y difusión del pensamiento, art. 20.1, la libertad de cátedra, art. 20.1. c, etc., deben considerarse meros corolarios. Algo didáctico, pero, como se suele decir, "alforja sobre alforja"

El reconocimiento expreso a la libertad religiosa es una tercera alforja sobre las dos anteriores. Cualquiera puede creer en extraterrestres: que le vigilan, que le controlan, que le inspiran, etc., atribuyéndoles todas las virtudes y vicios – es el caso del diablo en el que también suelen creer – que les parezca oportunos. Ninguna ley prohíbe decir que ese extraterrestre se comunica con uno o varios ciudadanos y les dicta normas o reglas de conducta de obligado cumplimiento. ¡Allá ellos!. Mas insoportable es que ello conste en registros oficiales.

Más aun, la justicia ignora que haya "lavado de cerebro" si es el tradicional. Pero que el avestruz, es "ciega": lo que no se ve no existe,  Sólo ante casos de "lavados de cerebros de escándalo" interviene; siempre a instancia de parte y de modo sesgado.

La justicia tampoco interviene pese a la evidencia de que muchos creyentes en extraterrestres, siguen consignas de Estados extranjeros, eso añade un conflicto de lealtad con la soberanía del propio país, que mantiene una "sucursal legal" (¿) que atropella los preceptos constitucionales, pues no es democrática, le niega a la mujer los derechos que le reconoce al varón, etc., y discrimina a sus "creyentes" por razón de orientación sexual, etc. El  "fraude de ley" para no prohibir estas Asociaciones intrínsecamente inconstitucionales es pura doblez, estrictu sensu: el doble registro: el de Asociaciones Racionales y el de Asociaciones de Creyentes en Extraterrestres.

A las primeras les aplica la L.O 1/2002; su art. 7. Estatutos dice: 2. Los Estatutos también podrán contener cualesquiera otras disposiciones y condiciones lícitas que los promotores consideren convenientes, siempre que no se opongan a las leyes….

A las segundas se les aplica la L.O 7/1980; su art. Quinto dice: La inscripción se practicará en virtud de solicitud, acompañada de documento fehaciente en el que consten su fundación o establecimiento en España, expresión de sus fines religiosos, denominación y demás datos de identificación, régimen de funcionamiento y órganos representativos, con expresión de sus facultades y de los requisitos para su válida designación.

Así, sus Estatutos, llamados aquí Régimen de Funcionamiento, NO tienen que respetar la ley. Algunos lo considerarán una redacción sutil; en realidad es un fraude de ley por el que se "legalizan" Asociaciones de Creyentes en Extraterrestres cuyos Estatutos son ilegales. Mas aun, se financia su actividad ilegal con dinero público, para que sigan vulnerando la ley y practicando cuantas discriminaciones quieran.

Constatada esta realidad es difícil poder seguir afirmando lo que dice el art. 1.1 CE: España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, porque algunas Asociaciones, las de Creyentes en Extraterrestres, atropellan la igualdad de derechos de los ciudadanos, su libertad y la justicia. A  juzgar por el apoyo incondicional prestado siempre a regímenes que prohibían el pluralismo político, sin duda a más de una Asociación de Creyentes en Extraterrestres le gustaría acabar con el que tenemos en España.

El poder ejecutivo, pero también el poder judicial y el legislativo ignoran que la esencia del creyente es ignorar; por eso cree; más aun, cree que tiene la verdad absoluta. El que sabe no cree; sabe; y si lo que sabe es erróneo, entonces no sabe; pero tampoco cree; simplemente, está equivocado.

La esencia del ser racional es saber que no lo sabe todo. Sí sabe sus limitaciones; sabe lo que sabe, pero iuis tantum hasta que otro demuestra que estaba equivocado. Entonces, salvo los necios, reconoce su error y acepta que es más verdad esto nuevo.

El resultado de esta doble esencia es que

1.- quien decide creer decide ignorar y llena el hueco de su ignorancia con fe; con la soberbia que le da creerse poseedor de la verdad absoluta, no revisa su ignorancia

2.- quien decide razonar decide llenar el hueco de su ignorancia con razones; con la humildad de saber su limitación revisa sus razones cuantas veces haga falta y vacía el hueco lleno del error cometido y lo llena con las nuevas razones más válidas en incesante búsqueda de la inaprensible verdad objetiva: "adecuatio intellectus et rei".

Paso a paso, su razón le permite ir descubre la verdad natural: las leyes por las que se rige la naturaleza. Paso a paso, su razón crea la verdad social: las leyes sociales que crea de modo racional y democrático, si así es la sociedad que las genera.

Son dos esencias incompatibles. Crean mundos incoherentes: el mundo de la gente racional rechaza las creencias como fundamento vital; el mundo de la gente creyente rechaza la razón como fundamento vital.

Todo ello no impide que, a partir de un presupuesto irracional, la creencia, no quepa articular una lógica ¡y aún una cierta "racionalidad"!. Y es que la exigencia natural de razonar se impone aunque sea sobre un substrato irracional. La naturaleza lo obliga.

Por eso, es posible que partiendo de la máxima irracionalidad se puedan conseguir resultados socialmente progresistas. Hasta hace poco los creyentes en el derecho natural a la esclavitud, la inmensa mayoría de la humanidad, promulgaba leyes que establecían la prohibición de maltratar a los esclavos y la obligación de respetar sus derechos individuales, salvo el de la libertad. Hoy, los mismos que, en nombre de la razón rechazan la esclavitud promulgan leyes que permiten la explotación laboral de los hombres libres, de las que resultan salarios insuficientes que les impiden, de facto, el respeto a sus derechos individuales, a salvo su libertad, pero de malvivir.

Ante esta realidad todos los gobiernos miran a otro lado y ninguno, ¡ni siquiera Francia!, obran en consecuencia y exigen que las Asociaciones de Creyentes en Extraterrestres respeten las leyes. Conceden una patente de corso al estilo 007, expidiendo "licencia para matar" la Constitución a estas Asociaciones. En nombre de la Constitución  se puede uno  venirse de Irak o salirse de Kosovo, pero nadie declara ilegal a esas Asociaciones cuyos Estatutos atropellan la Constitución, al margen del derecho a creer en extraterrestres, que eso sigue estando protegido por la Constitución

Lo dijo Kipling. Todo lo de esta tierra será de tu dominio, y mucho más aún: serás hombre, ¡hijo mío!  También Diógenes que, con su candil "buscaba al hombre auténtico de día y de noche sin hallarlo".Becket esperaba a Godot. ¿Y nosotros?

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