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26/04/2024. 16:45:16

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La esencia europea: razonar

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

Sentencia histórica del Tribunal de Estrasburgo: la exhibición de elementos y símbolos religiosos en instituciones públicas no respeta la libertad religiosa.

Su inmediata firmeza depende de que no la recurra el gobierno de Italia que preside el Sr. Berlusconi, de quien cabe esperar todo. Pero aun si lo hace es de esperar, dada la unanimidad de los siete jueces en esta sentencia que la Gran Sala la confirme. El recurso solo producirá un retraso; pero poner palos en las ruedas del carro del progreso es lo suyo.

Esta sentencia refuerza el racionalismo europeo cuyo culmen fue el siglo de las luces. Con ella sigue su camino encarnándose en todo la legislación, no sólo en los ilustrados. Este largo viaje de recuperación de la racionalidad perdida hace se hace sin prisa, siendo urgente, pero sin pausa, aunque siempre hubo temporales retrocesos producidos por el fanatismo totalitario, secular y/o religioso, esencialmente irracionales

Europa no se entiende sin la razón. Ellas es el fundamentó de la civilización greco-latina, de la que somos hijos. Si algo hemos de agradecer a los griegos, es infinita nuestra deuda, fue habernos enseñado a re-flexionar; a utilizar nuestra razón flexionada sobre nosotros mismos y nuestro entorno para entenderlo; empezando así el camino de la ciencia, dejando de explicarlo con mitos. Hacer de la razón una brújula fue lo contrario de alejar de nosotros la funesta manía de pensar, que prometió el claustro de la Universidad de Cervera al infame de Fernando VII, el que quiso levantar el trono a su padre. Le perdonó para nuestra desgracia; ahí se inició la ruina de España y su imperio.

Frente a los mitos pre-racionales propios de gente inculta que los conserva sin pensar, por tradición, está el renovarse o morir que es la constante que identifica el progreso. Los filósofos surgieron con la libertad que crea la inteligencia y empezaron a pensar y a decir en voz alta lo que pensaban. El mundo empezó a cambiar. No cabe imaginar el mundo actual sin aquellos filósofos que daban largos paseos mientras pensaban o, ¡vaya Vd. a saber!, pensaban mientras daban largos paseos.

La razón era su guía y el fundamento último de su ética. Por aquellas fechas la geometría era la quintaesencia del pensamiento racional. No en vano en el frontispicio de la Academia de Platón, ya en el S. IV antes de nuestra era, se podía leer: No entre aquí quien no sepa geometría; es decir, quien no sepa razonar.

En el lenguaje común pasa desapercibido una expresión geométrica del fundamento racional de la filosofía Razón es a la proporción que guardan entre sí dos números, p. ej. 2/4 y 3/6. La razón entre los lados de un triángulo, condición de semejanza, es parte del teorema de Thales, que ya casi hemos olvidado: si dos rectas oblicuas cortan a varias rectas paralelas equidistantes la razón de los segmentos entre éstas es constante.

Hay que valorar el coste de la larga noche de la sinrazón que asoló Europa durante siglos cuando el fundamentalismo religioso se apropió de ella. La actuación fue fanática e incoherente con el mensaje amoroso que, según sus sacerdotes, recibieran del dios extraterrestre en que creían. El fruto de su totalitarismo fueron siglos de injusticia, violencia, atropello y sufrimiento y un reguero sangriento imperdonable.

Su violencia fue quizá la herencia de la creencia judía – quien cree no sabe – de ser un "pueblo elegido", el cual también sembró miseria, desolación y sufrimiento sangriento en su camino a Canaán,.

Los cristianos, no así los judíos, habían sido ilegalizados por su intolerante negativa a respetar las leyes civiles romanas. Los romanos los veían como una secta judía fundamentalista. Legalizados por Constantino en 313, no les bastó; ya en el 314 iniciaron sus ataques intolerantes y fanáticos contra todas las religiones, cuyos creyentes en dioses terrestres, el sol o la luna, etc., o extraterrestres, Júpiter, Apolo, Venus,  etc, llevaban siglos adorándolo en paz y tranquilidad con la que ellos acabaron.

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