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25/04/2024. 08:25:24

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La hora de la Justicia

Es catedrático y abogado.

El autor sostiene que no existe un plan de rescate o un gran pacto por la justicia que permita superar los grandes retos a los que se enfrenta nuestra judicatura.

Rafael Domingo

El largo periplo que nuestros jueces recorrieron para su independencia ha terminado por torcerse. Quo vadis, ius? Desconocemos los objetivos de desarrollo de la judicatura española, sus planes de modernización, su anhelo reformista. Por ahora, ocupan las primeras planas una serie de reclamos inconexos que tienen por único fin superar una etapa lamentable. Sin embargo, más allá de todos ellos, no hay un plan a largo plazo que se oponga al desgobierno de nuestras instituciones judiciales. Todo se pierde en una nebulosa política en la que cualquier intento de independencia parece naufragar sin remedio.

La demagogia se ha apoderado de la discusión sobre el estado de nuestra justicia. La denuncia sobre las calamidades que se ciernen en el horizonte no evitarán -no lo han hecho hasta ahora- que nos hundamos en la apatía social. No se plantean remedios eficaces contra el hundimiento del sistema. Corremos el riesgo de convertir a la justicia de este país en un remedo propio de una republiqueta bananera. Sabemos que desde hace mucho tiempo la auctoritas judicial fue sonsacada por el compadrazgo. La sabiduría de los jueces se mimetizó con la lealtad política. Y, last but no least, la independencia de un pilar del Estado trocóse en enfrentamiento. Esta polarización, esta disyuntiva perniciosa, no es si no una de las caras de la rebelión de un colectivo al que se ha pretendido esclavizar desde los fueros de la política. Del secuestro de la justicia española, todos somos culpables, aunque el juez Tirado sea el detonante.

La huelga, al fin y al cabo, no es la solución. Los jueces terminarán desacreditándose a la par que erosionan al Ministro. Una justicia en la que el pueblo no confía es el preludio de una crisis estatal de enormes proporciones. Es preciso sentarse en la mesa de negociación y abordar los grandes temas que reclaman los ciudadanos. No la letra pequeña de la componenda política y la convivencia hipócrita de la partitocracia. España merece una justicia moderna. Tenemos jueces que pueden liderar un proceso reformista. Y políticos que son capaces de apoyar dicho intento. Es hora de un gran pacto por la justicia. ¡A qué esperamos para comenzar esta nueva senda!

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