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25/04/2024. 10:03:24

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La memoria del derecho

Magistrado. Doctor en Derecho

Javier Fuertes

Leo en diferentes medios de comunicación (decidan ustedes si ello es sinónimo de información o de lo contrario) que “la Juez anula las escuchas a Marta Domínguez”. Y no sé muy bien por qué me vienen a la cabeza esos mitos sociales que atribuyen diferentes grados de recuerdo y memoria a los animales.

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Así, cuando queremos destacar que alguien está dotado de una gran memoria (que, generalmente, es mayor para las cosas que le interesan) hacemos uso de la expresión tiene una memoria de elefante. Para el caso contrario, para indicar que alguien es olvidadizo o flaco de memoria, el propio diccionario señala como coloquial la locución memoria de gallo o de grillo, aunque yo lo asocio más a la memoria de pez.

            Los seres humanos retenemos determinadas informaciones en nuestra memoria y el caso es que no está muy claro cómo funciona nuestra mente en este sentido. El interés por algo, la impresión, ya sea positiva o negativa, que nos haya producido un determinado hecho… muchas y variadas pueden ser las causas para que retengamos u olvidemos algo, para que se borre de nuestra consciencia en unos instantes o permanezca durante un largo tiempo.

            El derecho no funciona así. Puede exigir recordar algo y hacerlo para siempre, mantener una información en la memoria durante un concreto y preciso espacio de tiempo o, incluso, obligar a olvidar algo, a borrarlo de la memoria como sí jamás hubiera existido. El derecho es así (y así debe ser) pero ello no significa que ese mandato tenga efectos automáticos sobre las personas. No basta con que las normas jurídicas establezcan unas consecuencias para que éstas se produzcan.

            Es el problema que plantean las ficciones (jurídicas). En el mundo real no hay varitas mágicas que permitan volver a la situación de hace tres semanas, ni conseguir que las cosas fueran como si algo, que ha sucedido, no hubiera pasado. Y cuando se establece que las pruebas obtenidas lo han sido al margen de la Ley se dice aquello de que se anularán y que no se tendrán en cuenta, como si no hubieran existido.

            Pero no es tan fácil. Las pruebas se han obtenido, se han valorado, se han calificado y, en ocasiones, han trascendido más allá del procedimiento, llegando a conocimiento del público en general. Y hay casos en los que, por la relevancia social de las personas implicadas, de los hechos o de ambas cosas, se vierten cientos de opiniones y se realizan miles de manifestaciones al respecto.

            Y no digamos si en el caso concreto de lo que hablamos es de unas escuchas telefónicas que resultan anuladas habiéndose divulgado su contenido.

            Datos que están ahí, esparcidos por 500.000 km2, millones de impactos informativos (o desinformativos) y que han llegado a todas las personas en todos los lugares. Pero eso sí, el derecho nos dice que esas pruebas hay que tenerlas por no practicadas, por inexistentes porque nunca tuvieron que existir y por lo tanto es como si no existieran, como si no hubieran existido jamás.

Sí, y el año que viene en verano, cuando Marta enfile la recta de meta y esté a punto de ganar una medalla escucharemos como alguien dice "así cualquiera". Y yo, sin tener que esperar a entonces (y teniendo a la vista el Auto del Juzgado de Instrucción en el que se reproducen esas conversaciones ilícitamente obtenidas) me pregunto "y ahora ¿qué?", ¿dónde está en el mundo real el botón de borrar?

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