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28/03/2024. 15:50:45

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La revolución ESG ¿Riesgo u oportunidad?

Director de Sostenibilidad y ESG de RSM Spain

Dice el refranero popular que “Más Vale Tarde Que Nunca”. Quienes de nosotros no hemos utilizado en algún momento esta expresión para destacar la importancia de hacer las cosas, aunque sea con retraso, frente a no hacerlas nunca.

Pues bien parece que para la sostenibilidad o lo ESG (a efectos de este artículo se utilizarán indistintamente ambos conceptos) el Tarde ya ha llegado.

Nos encontramos ante una revolución estructural sin precedentes hacia modelos más sostenibles e inclusivos. Las compañías se estan enfrentando de manera ineludible a la necesidad de reflexionar para poder reformular los modelos de negocio hacia modelos sostenibles e inclusivos.

Razones y palancas no faltan; las podríamos agrupar en cuatro:

1.) “Avalancha” normativa en sostenibilidad: a destacar Acuerdo de París, Agenda 2030, Ley de Información No Financiera, Ley de Cambio Climático, Taxonomía verde, Taxonomía Social, entre otros

 2) Acceso a capital: inversores y financiadores ya integran (cada vez más) la sostenibilidad en la toma de decisión ya sea deber fiduciario, por oportunidad o por requerimiento del regulador y supervisor

3)  Valor empresarial sustentado en intangibles y;

4)  Mayor convicción y ambición por parte de directivos y organismos de administración

Hace unos años, el Premio Nobel Milton Friedman en su libro Capitalismo y Libertad (1962) recogía que las empresas tienen la responsabilidad social de usar sus recursos e impulsar acciones destinadas a aumentar sus beneficios (visión corto plazo). Este enfoque basado en el accionista ha dado paso con fuerza a otro enfoque basado en los grupos de interés y no pensando en el beneficio rápido a cualquier precio o a costa de la sociedad o el medio ambiente (visión largo plazo).

Este nueva teoría surge con Edward Freeman (1984) y se materializa recientemente con, por ejemplo, la Business Roundtable (2019) donde más de 180 lideres empresariales defendían, entre otros, que la empresa no debe cumplir únicamente con los accionistas, sino con todos sus grupos de interés, el Manifiesto de Davos de 2020 en la que se recogen entre otros principios que las empresas no funcionan únicamente para sus accionistas, sino para todas las partes involucradas y que atienden a las aspiraciones humanas y sociales en el marco del sistema social en su conjunto o incluso la carta anual del CEO de Blackrock Larry Fink en la que se dirige a los directivos y consejeros delegados de las empresas en las que invierte en términos de propósito corporativo, cultura, creación de valor compartido (para grupos de interés), crisis de confianza o cambios de hábitos de consumo y de empleo (integración del componente sostenibilidad en la toma de decisión).

Los que trabajamos diariamente con empresas de todo tipo de tamaños y sectores y que nos dedicamos a esto de la “Sostenibilidad” hemos observamos que esta visión accionista (corto plazo) ha perdido seguidores. Por supuesto las empresas estan para generar dinero y aportar un retorno para el accionista, pero es que la integración de la sostenibilidad precisamente ayuda a generar mayor retorno para el accionista.

“Ya” es difícil encontrar empresas con cierta madurez y “mercado” que no hayan reflexionado sobre el papel que supone para el buen hacer financiero atributos/recursos intangibles como el propósito, la cultura, los valores, el dialogo o la relación y escucha de los grupos de interés. Recientemente tuve la oportunidad de participar en un curso de un referente en estas cuestiones como es Angel Alloza CEO de Corporate Excellence; simplemente brillante y altamente recomendable. Parafraseándole -disculpas si no acierto 100% en el mensaje- la ventaja competitiva la obtenemos del propósito, cultura y la marca mientras que la licencia social para operar la obtenemos (ya no de la normativa) sino de lo ESG, los grupos de interés y de la reputación corporativa.

Pero esto no es todo. Resulta que nos encontramos con niveles de confianza en los diferentes agentes en valores “alarmantemente” bajos – Ver Informe de Trust Barometer 2022-. Y la pandemia ha hecho “click” en nuestras conciencias. Hemos decidido confiar más en las empresas y sus lideres como agentes del cambio y pedirles que se posicionen y aporten soluciones a las problemáticas sociales y ambientales a las que nos enfrentamos.

En este sentido, el World Economic Forum en su último informe de Riesgos Globales 2022 nos muestra que, según la percepción de expertos y lideres empresariales, gubernamentales, y sociales las principales problemáticas y/ riesgos a los que nos vamos a enfrentar serán ambientales y sociales. Riesgos derivados del cambio climático; riesgos asociados a enfermedades contagiosas como lamentablemente hemos comprobado con la Covid19; la erosión de la cohesión social; las crisis de formas de subsistencia o el deterioro de la salud mental entre otros.

La revolución ESG presenta riesgos y oportunidades de formas iguales. Si no somos capaces de integrar lo ESG nos enfrentaremos a diversos riesgos Políticos, Legales, Tecnológicos, de Mercado o incluso Reputacionales. Si, por el contrario, somos capaces de integrar lo ESG de forma real y transversal en la organización tendremos más herramientas para prevenir y gestionar dichos riesgos y además estaremos generando ventajas competitivas, en acceso a capital, en obtenciones de licencias sociales para operar o por su supuesto, en minimización de potenciales sanciones por incumplimientos normativos.

Lo dicho, “Mas Vale Tarde Que Nunca”.

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