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29/03/2024. 02:13:32

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Psicólogos y jueces

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

La intimidad de las personas y de sus domicilios ya no están al arbitrio de la policía a las órdenes del Ministro del Interior del dictador de turno: Rey, Caudillo o Dictador del Proletariado. En los países democráticos su inviolabilidad es constitucional.

A muchos nos ha sorprendido leer que un grupo de "psicólogos" lea las cartas que los familiares a los mineros atrapados a 700 m de profundidad y decida cuales les envían.

El art. 129. 5º de la Constitución Política de la República de Chile dice: La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada. El hogar sólo puede allanarse y las comunicaciones y documentos privados interceptarse, abrirse o registrarse en los casos y formas determinados por la ley.

No es ocioso considerar que este accidente haya sido consecuencia directa de un sistema de explotación en el que "el riesgo de la vida es lo que se compra" con el magro salario que se paga, no por el riesgo, porque el salario lo es por el rendimiento del trabajador en la explotación. El accidente ha revelado la eterna corrupción. Según informaciones del 10.08.2010, la mina "San José"debía haberse cerrado y no seguir en operación dados los accidentes ocurridos en el pasado. Poderoso caballero….

Al margen de las condiciones de explotación a que están sometidos los trabajadores, lo que queremos comentar aquí es el regalo adicional de la violación de su intimidad por unos presuntos "psicólogos".

No consta que se den "los casos y formas determinadas por la ley" chilena. Vistas las declaraciones joviales del que parece el "mandón de los psicólogos", este atropello se hace ¿cuándo no? en "beneficio" de los atrapados en la mina. Sus "justificaciones", son increíbles: que no hay que deprimirlos, que algunos tienen varias mujeres y eso puede crear un conflicto entre ellas, y otrás insensateces "psicológicas".

Con todos mis respetos a estos profesionales, que los hay competentes y prudentes, esta circunstancia me invita a reflexionar sobre la impertinencia de muchas actuaciones, en los tribunales españoles, graves por impunes. De ellas son responsables también, por pereza o irresponsabilidad, los jueces que les dan el valor que no tienen

Las "Ciencias Sociales" base de la actividad del psicólogo son una denominación fraudulenta porque carecen de la característica esencial del método científico: la posibilidad de reproducción de los ensayos en condiciones perfectamente controladas. Nada hay más alejado de la actividad del psicólogo que la reproducibilidad de las condiciones experimentales. El mismo ser humano no puede reproducir nunca su comportamiento; cada día él mismo es diferente y también las condiciones de contorno, "las circunstancias", que decía Ortega. En esa condiciones especular sobre el "comportamiento humano" tiene una previsibilidad estadística con una gran varianza.

Denominar "experto" al "psicólogo judicial"o, aun más grave de "perito", induce a atribuirle un valor a su deposición, de la que carece. Se produce una errónea asociación con el rigor y la certidumbre del trabajo de un perito ingeniero, químico, físico, arquitecto, etc., cuya pericia puede ser objetivamente contrastable.

La certeza de la ciencia o de la técnica no tiene nada que ver con "las escuelas psicológicas", que esto es el fundamento – contradictorio – del psicólogo. El perito que ilustra al magistrado sobre las leyes del comportamiento de la naturaleza ofrece una certeza susceptible de una contradicción en términos objetivos. Eso no ocurre con la  opinión de un "psicólogo"; pero eso no disminuye su aplomo al deponer.

Casi sólo de él depende que se atribuya la custodia de los hijos a uno u otro cónyuge que se separa; que se afirme con una rotundidad la tendencias esquizoide o iracunda de gente normal y otras lindezas "de gran valor psicológico" sin ningún valor jurídico.

En primer lugar, ¿qué clase de regla de medir es un "psicólogo". Pero a todos se les escucha, no como si fueran el metro patrón, sino como si fueran el oráculo de Delfos. Medidos con una regla de longitud constantemente variable, ¿quién está libre de que le descubran un cierto nivel de esquizofrenia, tendencias iracundas, etc. etc.?.

No soy inmune a que lo que me entra por el ojo izquierdo lo vea con más indulgencia que lo que me entra por el derecho. Eso podría considerarse un acto de esquizofrenia, ¿socialmente admitida?. Si por ella concedo una contrata municipal a un amiguito del alma que me entró por el ojo bueno, no debería ser socialmente admitida. Así las cosas, ¿podría alegarse, "una alteración en la percepción o expresión de la realidad", como eximente en los casos de corrupción?. ¡No desesperemos!.

¿Nadie ha perdido los papeles en el trabajo o en su domicilio, con colegas o cónyuge o con los subordinados o los hijos?. Eso es in índice de tendencia a la iracundia.

Durante la mili un grupo de compañeros hicimos una tontería que mereció una gran bronca del Comandante delante de todos. Nos pasamos aquel fin de semana en prevención pendientes de conocer la magnitud de la sanción. El lunes siguiente nos llamó y nos dijo. Quedan Vds. sin sanción, pero no porque no la merezcan, sino porque las ordenanzas de Carlos III dicen: "El superior será comedido con el inferior cuando le reprenda y nunca lo hará en presencia de sus inferiores", y aunque mi reprensión fue ante sus iguales, no he sido comedido y no tengo derecho moral a sancionarles. Es el mejor y más imborrable recuerdo que tengo de la mili ¡aunque ya ha pasado medio siglo!. Pero, Sin duda un psicólogo hubiera declarado que el Comandante tenía tendencias a la iracundia,

Hemos sufrido diversos embates de psidopedagogos; una vez se empeñaron en que fuéramos amigos de nuestros hijos. Un primo de mi mujer me dijo: los quiero, educo lo mejor que sé, procuro ayudarles a resolver sus problemas, les alimento, visto, y llevo de vacaciones, me preocupo de que amigos tiene , etc., etc.; pero ser amigo de alguien que, entre otros comportamientos insoportables, tiene los "orejitos a tope"·de tal forma que le oigo yo a cinco metros; ¡de eso, nada!. La siguiente hornada de psicopedagogos "descubrió" que lo que tenían que hacer los padres era ser padres de sus hijos.

Otro vez el empeño era no reprimir la actuación de los hijos para no producir traumas y pérdida de confianza. La siguiente hornada de psicopedagogos "descubrió"que había que equilibrar el afecto y la autoridad, ¡como siempre hizo la gente sensata!.

En el caso Wanninkov se condenó a una mujer, amiga de la madre de la víctima. El fundamento del fallo reproducía las palabras del perito psicólogo que le atribuía toda clase de desequilibrios mentales. Por un error procesal hubo que repetir el proceso. Antes de repetirse apareció el verdadero asesino. Todo acabó bien; es decir, todo lo bien que puede acabar con un asesinato por medio, un largo proceso y una condena errónea.

Hubo mucho más daño: destrozo de la amistad entre dos personas, entre madre y acusada; un brutal daño psicológico que nada ni nadie podrá reparar en la acusada Fue un daño real. No las quimeras del "perito psicólogo" que atribuyó a la acusada, estigmatizándola y fundamentando su candidatura a asesina con cárcel por 10 años.

¿Peritos psicólogos judiciales?. Si algún día sufro su inquisición por orden judicial sin duda "revelaré" mi iracundia; mi "negativa a contestar" será índice de ¡vaya a saber Vd. de qué!; p. ej., esquizofrénica percepción de la realidad al no ver al "psicólogo" que el perito psicólogo cree que es. ¿O lo es él al no ver que, en realidad, no lo es?.

Atemorizado , procuro controlar mi ira y mi esquizofrenia para evitar el riesgo de una deposición en mi contra y de que algún magistrado ¿esquizofrénico?, le haga caso.

A ningún "psicólogo" chileno, autor del delito de violación de correspondencia le pasará nada. Como tampoco le pasó a la psicóloga y al magistrado que dictó condena contra una inocente, ¿esquizofrénicos en sus percepciones de la realidad?.

¡Dios nos coja confesados!

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