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18/04/2024. 15:41:08

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Sentido común y las cuatro reglas: es suficiente

Profesor de Investigación del CSIC

A. J. Vázquez Vaamonde

Hay carreras con una formación matemática baja. Recientemente la prensa nos informa que se darán en los hospitales cursos para que los médicos sepan hacer reglas de tres para calcular las dosis (¿). El abogado, en general sabe pocas matemáticas. Esta exposición, que demuestra lo expuesto en la anterior "El equilibrio del mercado" no exige mucha. Viene a colación, pues, la anécdota del banquero J. P. Morgan.

Le entrevistaba un periodista que le alababa y le atribuía  grandes conocimientos matemáticos. Con la llaneza propia de la gente inteligente, el banquero lo negaba. Como cualquier tendero, yo solo uso el sentido común y las cuatro reglas, decía, lo único que nos diferencia es que mis cifras tienen más ceros detrás. Insistía el periodista en alabar su comprensión de la compleja coyuntura económica mundial a la hora de identificar las inversiones adecuadas. El banquero rechazaba el halago e insistía en su comparación con el tendero de la esquina. Si el negocio que me proponen no me lo explican en dos minutos y lo entiendo, o no es tan buen negocio, o que quien me lo propone no lo tiene aun claro. En cualquier caso, lo rechazo.

El preámbulo viene a cuento de la demostración aritmética de la necesidad de reducir la 28 h/semana la jornada laboral; exige algunos cálculos, sólo las cuatro reglas, y sentido común

Estadísticamente hablando se puede considerar que la "empresa media" tiene el siguiente esquema de costes: costes fijos: 10 %; costes en materias primas, energía y financieros: 30 %; coste salarial: 30 %; beneficios brutos 30 %. Veamos que pasaría si, ¡como exige el mercado!, se redujera la jornada laboral en un 30 %; es decir, de 40 a 28 h/semana.

Si producimos la misma cantidad de bienes todo costará lo mismo salvo el coste salarial; para tener el mismo número de horas de trabajo se necesitaría un 30 % más de trabajadores. El coste total será 10 + 30 + 30 [(100 + 30)/100] + 30 = 10 + 30 + 39 + 30 = 109. Es decir, aumenta el empleo el 30 %, reduciendo la jornada laboral el 30 %, y los precios sólo aumentan el 9 %. ¿Sorprendente? Ahora, para incentivar un consumo que se está cayendo se hacen descuentos del 10, 20 y hasta 30 %. Si se les garantizara a los empresarios que se mantendrían sus ventas si absorbieran ese incremento del 9 %, es decir si sus beneficios bajaran del 30 % al 21 %, todos firmarían. En ese caso las cosas costarían lo mismo que ahora: 10 + 30 + 39 + 21 = 100.

Al haber 30 % más de gente con empleo, la mayoría jóvenes, se irían de su casa, algunos tienen ya más de 30 años y no tienen otra opción que vivir con sus padres. La demanda se reactivaría porque gastarían su sueldo íntegramente (coche, casa, muebles, vajilla ropa de camas, electrodomésticos, etc.). Al aumentar el 30 % de la demanda de trabajadores los despedidos recuperarían su empleo y pagarían sus préstamos devolviendo la liquidez al banco; las empresas quebradas reaparecerían; desaparecerían el empleo precario, los contratos de lunes a viernes y las jornadas abusivas, hijas de la falta de demanda. Los nuevos trabajadores, al poder exigir un contrato fijo por falta de personal, podrían tener un préstamo del banco, y lo podrían devolver. Parece un cuento, pero es un cálculo.

 Con 30 % más de empleo aumentaría la demandad un 30 % de productos al mismo precio. Pero al vender un 30 % más, el coste final se reduce [10 + (30 + 39 + 21) · (100+30)]/130 = 97,7. Si el precio se mantiene en 100 hay un 2,3 % de beneficios adicionales. En una economía capitalista como la nuestra, el empresario se queda las plusvalías. Sus beneficios brutos son ahora 21 + 2,3. En términos absolutos gana más. Beneficio anterior: 30 % · 100 unidad. = 30 %; Beneficio actual 23,3 % ·130 unid. = 30,29 %. En vez de 30 ahora gana 30,29 millones/año.

La realidad es aun mucho mejor. Los gastos financieros no son proporcionales a las ventas, sino decrecientes: eso significa que a más ventas menos costes. Los gastos de energía, y aun de materias primas, tampoco son proporcionales a las ventas, sino decrecientes: eso significa que a más ventas menos costes. Los costes ahorrados aumentan los beneficios más allá del 23,3 %

Al crecer el empleo el 30 % del empleo suben los pagos a la Seguridad Social, la recaudación por IRPF y, con las ventas, la recaudación por IVA. ¡Sin  aumentar los impuestos! Se reduce el gasto en subsidios por desempleo. En resumen: la Seguridad Social se afianza y el Gobierno puede realizar inversiones en I + D + i, educación, sanidad, justicia, obras públicas, etc. La economía se reactivaría, aumentaría más el empleo y los precios se reducirían al aumentar el mercado, mejorando la competitividad internacional. Claro, si sujetamos la especulación en lugar de volver a dejarla campar hurtando a la sociedad.

Los padres se librarían de pagar a sus hijos, muchos sin su primer empleo, el subsidio familiar de paro. Los hijos se irían de casa son un gasto menos; su futuro más estable les permite no tener que estar al rescate con el dinero ahorrado sin atreverse a gastar. Los padres jubilados verían subir su subsidio de paro, en términos netos. Ahora podrán disfrutar de los ahorros acumulados tras toda una vida laboral. Sus gastos irán, sobre todo, al sector del ocio.

Como el paro es del 11 % y la demanda del 30 % se necesita un 19 % más de trabajadores. Eso permitiría organizar las contrataciones en origen garantizando un empleo. Se acaban las pateras Nadie lo hará sabiendo que gratis, incluida la formación profesional y en español en origen se obtiene esa formación y un certificado de residencia.

Una semana de 28 h significa 4 días laborales/semana y 3 de fin de semana. 7 h/día permite una jornada continua. Al reducir de cuatro a dos los viajes al trabajo disminuyen estos gastos y la contaminación; además se gana tiempo, dos viajes, con su atasco, menos para estar con la familia. Se puede disfrutar con los hijos, ahora más o menos abandonados. Eso reducirá la futura criminalidad, según se señala en todos los estudios

Tomando 4 días de vacaciones se puede disponer de 3 + 4 + 3 = 10 días, unas minivacaciones, cualquier semana del año. Eso permitirá usar la temporada baja, que es más barata dentro o fuera de España. Los hoteleros españoles pueden hacer ofertas baratas y tener una ocupación estable todo el año. Eso aumenta el empleo del sector, y sus beneficios. Al trabajar todo el año pueden reducir sus precios en el verano y ser más competitivos internacionalmente.

Al crecer el coste salarial la inversión en I+D+i es más rentable y la eficiencia aumenta. El primero que lo haga obtendrá beneficios y penetrará en los mercados ajenos gracias a sus reducciones de precios. Eso ya pasó con Bismarck a finales del S. XIX.

Si eso es así de claro, ¿por qué nadie lo hace? Acordémonos de Colón. Hay millones por todo el mundo a los que "los expertos" no hacen caso. Esto se puede explicar en 2 minutos y sólo se usan las cuatro reglas. J. P. Morgan, me hubiera hecho caso; era un banquero inteligente. Los gobiernos no son como J. P. Morgan. Ni siquiera dejan que se les cuente. París: mayo del 68 se grito: La imaginación al poder. Llegaron al poder,  pero perdieron la imaginación. ¡Toda!

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