El mentoring es una herramienta de aprendizaje fundamental, a través de la cual un letrado, investido de experiencia y reputación, enseña, aconseja, orienta y ayuda a un joven compañero
Los tiempos cambian y quienes tenemos la responsabilidad de guiar instituciones centenarias, como el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, no podemos dejar de adaptarnos y esforzarnos por buscar y alcanzar vías de encuentro con aquellos y aquellas a quienes servimos, para fortalecer el principio de utilidad que debe presidir la acción de cualquier Corporación de Derecho Público; al mismo tiempo, como no puede ser de otra manera, preservando la esencia de nuestro oficio.
El mentoring es una herramienta de aprendizaje fundamental, a través de la cual un letrado, investido de experiencia y reputación, enseña, aconseja, orienta y ayuda a un joven compañero a desarrollar todo su potencial para poder así aplicarlo en todas las situaciones de su vida -personal y profesional- invirtiendo tiempo y conocimientos.
Precisamente por eso desde el ICAM hemos querido poner en marcha un proyecto pionero, entendiendo el proceso de crecimiento de nuestros más jóvenes colegiados como si de un cultivo se tratara. Y lo hemos hecho creando una plataforma y generando herramientas especiales, para la Abogacía del siglo XXI, que al compañero junior le están permitiendo ya fortalecer las habilidades que se le detectan en sus inicios.
Creo especialmente en el talento, y tengo el total convencimiento de que, como estamos comprobando con los primeros resultados a través del conocido ya como el mentoring del Colegio, profesionales de primerísimo nivel se están igualmente enriqueciendo mientras trasvasan principios y valores por los que transitar en el camino de la excelencia, al que en toda circunstancia debemos aspirar.
Inclinación al servicio público en el ADN
No podemos olvidar, cuando miramos de puertas hacia el interior de nuestro propio gremio, que lleva inscrito en su ADN la inclinación al servicio público, al hacer posible el tan fundamental ejercicio del derecho de defensa. Precisamente por eso con iniciativas de esta índole, capitaneadas por los abogados más experimentados, no sólo conseguiremos que nuestros recién incorporados colegiados pasen metas volantes individuales: en el medio plazo, programas de esta naturaleza tienen un impacto general en los estándares de la profesión y terminan por redundar en el aumento de la calidad de los servicios prestados al cliente.
Desde un sano espíritu de superación, desde la necesidad en los orígenes de fomentar un comportamiento responsable y ético, desde la urgencia casi diaria de apostar por la formación y la especialización, desde la convicción de las muchas bondades que aportan las alianzas intergeneracionales, en un ambiente de confianza que es el único posible para facilitar los flujos de comunicación, hemos alumbrado un nuevo sendero en esta etapa colegial.
Puede que suene algo gastado el aforismo según el cual "el que quiere hacer algo, conseguirá un medio; y el que no, una excusa". Pero ahí va a estar el ICAM con las nuevas letradas y letrados: colocando a su disposición todos los medios y haciendo funcionar todos los engranajes posibles para que en el futuro alcancen el éxito y sean de esa clase de personas que cuando se levantan, siempre con una actitud de progresión, buscan las circunstancias más favorables para salir adelante y, si no las encuentran, las crean.
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