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28/03/2024. 22:34:18

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Cómo crear (¡y resolver!) conflictos entre grupos

Mediadora y abogada, consultora experta en resolución de conflicto

Mediador y psicólogo, consultor experto en resolución de conflictos y diseño de estrategias colaborativas

“La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la Ley suprema del universo”. Isaac Newton

Grupo

En los dos post anteriores explicábamos, a través de diferentes teorías y experiencias procedentes de la psicología social, la facilidad y rapidez con la que pueden desarrollarse las identidades grupales, apoyadas en símbolos muy simples y superficiales, así como la hostilidad generada a partir de estereotipos y prejuicios que atribuyen al otro grupo cualidades negativas e indeseables. Finalmente, el conflicto se precipitará cuando ambos grupos se sitúen en un contexto de competición.

Estas conclusiones fueron puestas de manifiesto por Sherif y colaboradores (1961) en las dos primeras fases (formación de grupos y fricciones) de su experimento en un campamento con dos grupos de niños.

Una vez el conflicto se había desplegado de una forma intensa y violenta, aparentemente irreconciliable, entre los dos grupos ¿es posible resolverlo? ¿se puede reducir la hostilidad entre ellos? ¿es necesario mucho tiempo para reconducir esta situación? ¿estos dos grupos serán capaces de alcanzar acuerdos? ¿pueden convivir e incluso colaborar? ¿podrían llegar a ser amigos?

Llegados a este punto del experimento, parece difícil responder afirmativamente a la mayoría de las preguntas anteriores. Los objetivos que sugieren esas cuestiones parecen muy ambiciosos, quizá imposibles. Ahora veremos qué sucedió en la parte final de esta interesante experiencia… 

Fase 3: Integración

En este punto del experimento, los investigadores intentaron provocar condiciones favorables para reducir el conflicto entre ambos grupos de niños.

En un primer momento, promovieron el aumento del contacto entre los dos grupos evitando que tuviesen que competir entre ellos e, incluso, compartiendo actividades agradables. Esto no contribuyó a reducir el conflicto, sino que se produjeron nuevos episodios de hostilidad.

Posteriormente, Sherif y sus colaboradores propusieron a los niños tareas comunes para alcanzar "objetivos superiores", metas supraordenadas  que, únicamente, puedan lograrse si cooperan los dos grupos. Es decir, actividades que para poder lograr sus objetivos, no fuese suficiente con la acción de uno solo de los grupos, sino que requiriesen la colaboración de ambos.

Algunos ejemplos de estas tareas fueron: decidir y acordar  conjuntamente qué película querían ver y unir sus fondos para poder alquilarla o empujar un camión atascado que requería de mucho impulso para ser devuelto a la carretera.

Los investigadores también plantearon qué sucedería si los grupos tenían que unirse para alcanzar metas supraordenadas enfrentándose a un desafío/enemigo común. Para ello, plantearon a los dos grupos que tenían que reparar una avería provocada por unos vándalos que habían estropeado el suministro de agua potable (previamente saboteado por los propios investigadores).  

En todas estas tareas los dos grupos de niños colaboraron de manera exitosa y lograron los objetivos cooperando de forma activa y eficaz.

Además, la tensión entre los grupos se redujo notablemente y en sólo seis días participando en estas actividades, los límites e identidades grupales se disolvieron, comenzaron a compartir espacios espontáneamente y se   desarrollaron muchas amistades entre los niños de ambos grupos. De hecho, al finalizar el experimento, los niños insistieron en  regresar en el mismo autobús todos juntos.

   El final de este experimento refleja cómo para evitar y resolver el conflicto, los dos grupos deben percibir las metas no sólo como compatibles, sino como comunes y supraordenadas, es decir, condicionadas a la cooperación conjunta. De forma muy resumida, dos grupos se enfrentan "por algo" y se "unen para algo".   

La capacidad de las personas de diferentes grupos enfrentados para finalizar las hostilidades y trabajar unidos para alcanzar una meta común que supera los recursos de uno sólo de los grupos, resulta fundamental en el diseño de estrategias para llevar a cabo un proceso de resolución de conflictos entre diferentes grupos.

Este planteamiento se encuentra también presente en muchos procesos de mediación intragrupal (por ejemplo, para que los equipos de trabajo en conflicto logren finalizar la tarea común o mejorar el rendimiento de su departamento), mediación familiar (por ejemplo, para que una pareja que se separa consiga educar adecuadamente a sus hijos), etc.

Dejar de competir y comenzar a colaborar con el "aparente enemigo" favorece que las personas se cuestionen si las "diferencias" que supuestamente les separan son relevantes y hasta qué punto las atribuciones negativas realizadas sobre el otro son objetivamente reales. Aún más; posiblemente relativicen el conflicto y comprueben los grandes beneficios que aportan la interdependencia y la cooperación. Después de esto, no parece improbable que, al igual que sucedió con los niños del experimento de Sherif, pueda surgir el afecto, la amistad y el deseo de continuar una trayectoria común.   

¿Acaso el esfuerzo no merece la pena?

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Este blog nace con la ilusión de crear y compartir un espacio de reflexión sobre la mediación. Durante algunos años hemos formado equipo de mediación, participando en más de 1000 procesos de resolución de conflictos.  De esta experiencia conjunta  hemos obtenido inspiración y múltiples aprendizajes que nos gustará compartir, así como, también explorar los nuevos retos y replanteamientos que vayamos encontrando en nuestro camino. Félix es psicólogo y Mónica abogada, ambos somos mediadores y consultores en resolución de conflictos.