Ha transcurrido casi un año desde que comenzamos este blog, y hoy, como colofón del 2012 queremos despedirnos con algo de humor, que nunca viene mal. Pero sin que sirva de precedente, esta vez vamos a reírnos de nosotros, los voceros, causídicos, picapleitos, cantarriberas o tinterillos, o lo que es lo mismo, de los abogados.
Muchos ríos de tinta han corrido tratando sobre los defectos de los abogados, universalmente parodiados. Precisamente de esos vicios frente a los que hemos luchado a través de nuestro blog, demostrando jueves tras jueves que los abogados estamos por encima de muchos tópicos, y que nuestra profesión está revestida de sacrificio y dignidad. Pero, como notoria non egent probatione, vamos a dejar de hablar de este tema y que empiece la función.
Los abogados tenemos fama de gustarnos los circunloquios y de evitar ir al grano dando innumerables rodeos, muchas veces por vanidad o afán de notoriedad, vicio que al parecer no es moderno. Ya hace dos mil años un colega llamado Póstumo era conocido por ello.
"Ni de muerte, ni veneno,
ni de
violencia se trata,
pero sí sencillamente
del robo de mis tres cabras.
Yo denuncio a mi vecino
como autor de tal hazaña;
el juez reclama las pruebas,
pero tú sólo le hablas
de la guerra de Mitrídates,
de la batalla de Cannas,
y de la perfidia púnica
y su furor. No te cansas
de citar los Silas, Marios,
Mucios, con pasmarotadas
y voces. Mas
¿cuándo, Póstumo,
hablarás de
mis tres cabras?".
(Marcial "Contra el abogado Póstumo", Epigramas VI, 19)
Y que vamos a decir de nuestro amor por el dinero… Pues nada, que hable la sabiduría popular y no tan popular:
"Los abogados defienden a los litigantes en los pleitos como los pilotos en las borrascas los navíos, sacándoles cuanto tienen en el cuerpo para que, si Dios fuere servido, lleguen vacíos y despojados a la orilla" (Quevedo)
Es más fácil abrir una ostra sin cuchillo: que la boca de un abogado sin honorarios (B. Holyday).
Pregunta: Santa Claus, un abogado acostumbrado a cobrar mucho, y un abogado acostumbrado a cobrar poco se encuentran todos en una misma habitación. Cerca de ellos, hay una mesa y, encima de ésta, un billete de diez mil pesetas. De pronto hay un apagón y, al volver la luz, el billete ha desaparecido.
¿Quién se quedó con él?
Respuesta: El abogado que cobra mucho…, porque los otros dos personajes (Santa Claus y el abogado que cobra poco), pertenecen al universo de la fantasía.
En la puerta donde vive un abogado, no hace falta llamar con martillo (aforismo alemán).
Para terminar, hay van varios dichos que censuran diversos aspectos de nuestra profesión y que, por tocar varios palos, los incluiremos a modo de miscelánea:
Los abogados y los enterradores, viven básicamente de los errores cometidos por los demás (Robert Lembke)
Ganar un proceso, es adquirir una gallina y perder una vaca (proverbio chino).
Si no hubiera gentes malas, no habría tantos abogados buenos (dicho inglés).
Los hombres no tienen otras cosas que los bienes, el cuerpo, y el alma. De los bienes, se ocupan los jurisconsultos; del cuerpo, los médicos; y del alma, los teólogos. Pero raramente, se encuentra un jurisconsulto que litigue, ni un médico que tome medicinas, ni un teólogo humilde y buen cristiano (Castiglione).
¿Que respuesta daríais a quien os preguntase: " ¿ Quieres caer mejor en manos de un médico o de un abogado?..La misma que a quien os intimase: ¡la bolsa de la vida! (M.G. Saphir)
Esperamos que este año hayamos podido contribuir aunque sea un poquito a ayudar en vuestro desarrollo profesional, y ya sabéis, cuando nos necesitéis, contad con nosotros y llamadnos, pero no hace falta que traigáis un martillo, ¿Vale?
Feliz año.
*citas extraídas del libro Vademécum jurídico de JF Escudero Moratalla y J.Frigola Vallina, 1998.