Hablar del control del testigo durante el contrainterrogatorio viene referido a la actuación del abogado que interroga, dirigida a evitar que el testigo evada la respuesta a las concretas preguntas de las que va a ser objeto, bien porque no responda de forma específica a la pregunta o porque trate de fundamentar y justificar cada extremo del que es objeto de interrogatorio. Por lo tanto, controlar al testigo supone que éste responda con la máxima concreción a las preguntas que se le realicen durante el contrainterrogatorio.

No es fácil controlar el desarrollo del contrainterrogatorio, pues nos vamos a enfrentar a un testigo que ya ha aportado su versión de los hechos durante el interrogatorio directo[1], y que está siendo sometido a una revisión de su versión (y lo sabe), por lo que es natural esperar que trate de reiterar y fundamentar la misma durante el contrainterrogatorio.
Para evitar esta actitud, bastaría la ejecución del contrainterrogatorio a través de preguntas cerradas combinadas con algunas abiertas, pero lo cierto es que influyen múltiples factores durante el interrogatorio que pueden echar por tierra el mismo cuando no somos capaces de realizar tal control. Imaginemos a un testigo locuaz y bien preparado; un juez excesivamente celoso con la admisión de las preguntas o permisivo sobre las opciones del testigo de desarrollar sus respuestas, o un abogado adverso que emplee constantemente el mecanismo de la impugnación de las preguntas.
Dicho esto, ¿cómo podemos controlar al testigo durante el contrainterrogatorio?
Por supuesto, como ya hemos indicado anteriormente, la primera y más importante medida es emplear preguntas cerradas y realizadas de forma secuencial temática (por temas, sin seguir un orden cronológico).
Partiendo de esta base esencial, la primera medida es imprimir al interrogatorio una velocidad y un ritmo rápido en el que las preguntas de cada tema se vayan sucediendo de forma rápida, con escaso margen de tiempo entre una y otra. En fundamento de esta técnica reside en que, sabedores de que la única forma de que el testigo boicotee nuestro interrogatorio es extendiéndose en sus respuestas (a fin de justificar y fundamentar las mismas), un interrogatorio rápido no le dará margen de maniobra para extenderse, sino solo para responder concretamente a la pregunta. De este modo, evitaremos también que el testigo tenga tiempo para pensar y decidir si la respuesta se ajusta o no a lo que ya declaró en el interrogatorio directo.
Acorde con lo anterior, es incompatible con el contrainterrogatorio crear espacios de silencio o tiempos muertos durante el mismo o en las transiciones temáticas, ya que daremos al testigo tiempo para intuir hacía donde se va a dirigir nuestras preguntas y para pensar y reelaborar sus respuestas acorde con la versión ya expuesta en el interrogatorio directo. Por ello, no deben de crearse silencios entre las preguntas y, cuando pasemos a otro tema del contrainterrogatorio, emplear rápidamente las transiciones ( Sr. López, ahora me gustaría que me respondiera a una serie de preguntas sobre su encuentro con el Sr. Campos…) Otra recomendación consiste en no llevar las preguntas escritas para ir leyéndolas a medida que se desarrolla el mismo, pues, especialmente en esta fase, el resultado puede ser desastroso al perder el control del mismo.
Igualmente, es recomendado por los expertos [2](especialmente cuando sabemos que el testigo no dice la verdad) la realización de la pregunta con formato de interrogación dándole una entonación lo más neutra posible con voz firme y segura, es decir, alejándonos de la entonación tipo pregunta. Más bien, afirmar el contenido de la pregunta y, si nos es permitido, formularla acompañada de una coletilla de afirmación:
P.- Vd. vio como Luis golpeaba a María, ¿no es cierto?
A través de esta entonación, el testigo pensará que manejamos la información y sabemos la respuesta, por lo que su tendencia a decir la verdad y confirmar la pregunta será mayor.
Para concluir, otra técnica muy interesante es la del empleo de preguntas "válvulas de escape" [3] que consiste en tener dispuestas una serie de preguntas abiertas para aquellos casos en los que sintamos que estamos perdiendo el control del interrogatorio (transiciones, respuestas inesperadas, situaciones de excesiva tensión, etc.), de modo que realizando dicha pregunta podemos retomar el control mientras el testigo responde. Ahora bien, el contenido de la pregunta deberá centrarse en aspectos seguros, es decir, zonas en las que la respuesta no puede hacernos ningún daño.
Como podemos concluir con estas líneas, el control del testigo durante el contrainterrogatorio no es algo que pueda tomarse a la ligera, pues requiere un estudio completo del caso y una preparación del interrogatorio siguiendo determinadas técnicas que podrán ayudarnos a ejecutar un buen contrainterrogatorio.
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[1] Interrogatorio directo es el interrogatorio que realiza una parte procesal a un interrogado que sostiene una versión propicia de los hechos; ejemplos del interrogatorio directo en el campo penal los encontramos en el que realiza la acusación a la víctima y, de otro lado, el que realiza la defensa al acusado.
[2] Gonzalo Rua.
[3] Gonzalo Rua.