Todo despacho, como organización empresarial, debe ser gestionado en aspectos tales como recursos humanos, financieros, de marketing y atención al cliente, comunicación, organización, formación, etc., con el fin de alcanzar la eficiencia, productividad y por ende la competitividad del negocio, lo que requerirá que esté dotado de una dirección para conseguir efectiva y eficientemente los objetivos de la misma.

De lo anterior podemos concluir que los despachos necesitan de directivos, cuestión ésta que lleva aparejada una serie de consideraciones de notable interés, si bien en el presente post vamos a tratar sobre una de las más importantes: la dicotomía líder o manager que encierra todo cargo directivo de un despacho de abogados, pues el directivo del despacho, que en la gran mayoría de los despachos españoles será uno de los abogados de la firma, deberá conocer los diversos roles que puede desarrollar como tal.
Y la cuestión no es superflua, puesto que ambas concepciones difieren notablemente. Stephen R. Covey ilustra esta división conceptual de forma magistral. Para Covey, la administración responde a la pregunta ¿cómo puedo hacer mejor ciertas cosas? Por el contrario, el liderazgo responde a ¿cuáles son las cosas que quiero realizar? En definitiva, concluye Covey que si administrar es hacer las cosas bien y liderar es hacer las cosas correctas "la administración busca la eficiencia en el ascenso por la escalera del éxito; el liderazgo determina si la escalera está o no apoyada en el lugar correcto" ¡Sencillamente genial!
Por lo tanto, el abogado manager será aquel que gestione la empresa poniendo en práctica las técnicas correspondientes de planificación, organización y control, actividad muy apropiada para las fases de estabilidad del despacho, mientras que el líder será quien, conociendo y comprendiendo las necesidades de su equipo, los estimule para la consecución de la visión, misión y valores del despacho, labor ésta muy apreciada para las situaciones vinculadas a la fundación de la firma o de cambio, en el que la creatividad, el riesgo y la innovación son fundamentales.
Obviamente, un pequeño o mediano despacho difícilmente podrá permitirse disponer de ambas figuras y ambas recaerán en la misma persona, pero es muy importante que se recuerde esta división funcional, pues lo importante es que el abogado directivo haga un esfuerzo por formarse en estas materias, sabiendo adaptar su cometido a las necesidades de su despacho, gestionando y administrando su empresa y emergiendo como líder cuando la situación lo requiera.
Concluir por tanto señalando que es necesario que todos los despachos, especialmente los pequeños, se conciencien de la necesidad de aceptar esta realidad y adquieran los conocimientos empresariales mínimos para mejorar tanto su liderazgo como en la gestión y organización de aquellos, y así, poco a poco, vayan implantando la figura del abogado director hasta su total profesionalización.
Y concluyo con una pregunta: ¿Cómo te sientes, como líder o gerente de tu despacho o, quizá, ambas cosas a la vez?
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