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15/10/2024. 21:41:34
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Las cualidades de un buen abogado litigante para interrogar a un perito

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

Megargee Brown, autor de “El arte del interrogatorio”[1] definió de forma sencilla al abogado litigante en el contexto del interrogatorio, enunciación que contiene una serie de notas características verdaderamente llamativas, pues, ciertamente, el autor sintetiza magistralmente las cualidades imprescindibles que configuran la excelencia de un abogado litigante al interrogar.

Si bien en la definición de Brown no se explican dichas cualidades, hoy me gustaría rescatarlas con una breve explicación del sentido que, en mi opinión, alcanzarían en el contexto forense del interrogatorio al perito.

De este modo, estas cualidades podrán ayudarnos a reflexionar sobre aquellas habilidades que se pueden adquirir, mejorar o fortalecer en un trance tan complejo como el interrogatorio de profesionales expertos.

1º.- Profunda compresión de la naturaleza humana.

El abogado interroga a personas con características muy diferentes, personas que se encuentran motivadas y condicionadas por múltiples factores que, de uno u otro modo, van a salir a relucir durante la declaración. Por ello, si el abogado comprende la naturaleza del ser humano, capacidad a la que está obligado como humanista, más fácil le será evaluar gran parte de los aspectos y facetas del perito que le ayudarán a extraer el máximo partido del interrogatorio.

2º.- Claridad de pensamiento y de exposición.

Interrogar es todo un arte y, para ponerlo en práctica, el abogado debe disponer de un pensamiento claro y sin interferencias, que le permita tomar con inmediatez decisiones y ejecutarlas a través de una exposición ordenada.

3º.- Capacidad de comunicar mediante conceptos directos, sencillos y coherentes.

La sencillez en la comunicación es patrimonio del buen abogado, y más cuando ejecuta un interrogatorio en el que el proceso de comunicación suele ser muy complejo; de ahí que transmitir su mensaje con claridad, sencillez, orden y coherencia es vital para el éxito de su actividad. De hecho, durante el interrogatorio, debe conseguir que los términos empleados por el perito en sus respuestas sean tan claros y sencillos como sus preguntas, alejando todo riesgo de complejidad técnica.

4º.-  Capacidad de formarse un criterio acerca de cuanto acontece en el juicio y de valorarlo sobre la marcha para actuar en consecuencia.

Aquí se mezclan dos habilidades: por un lado, la atención plena que debe mantener el abogado durante el interrogatorio, de modo que debe estar pendiente no sólo de sí mismo, sino igualmente del juez, del abogado contrario y de cualquier detalle a tener en cuenta para su estrategia; por otro lado, se exige una capacidad de reacción prodigiosa para evaluar y, sobre la marcha, tomar la decisión correspondiente.

5º.- Autodisciplina.

La persistencia y la tenacidad, sean cuales sean los obstáculos, es adorno del abogado, pues interrogar no es sólo acción, sino preparación y planificación exhaustiva, por lo que aquel que sea constante y disciplinado en todas estas tareas podrá lograr los objetivos pretendidos.

6º.- Capacidad de transmitir una impresión de autoridad.

Especialmente en el contrainterrogatorio, el abogado necesita transmitir autoridad, es decir, respeto a resultas del conocimiento sin fisuras de los hechos debatidos, del perito y del contexto en el que se desarrolla el interrogatorio. De esta forma, estará garantizado el control del experto.

7º.-  Maneras siempre dignas y corteses.

La autoridad antes expuesta no está reñida con la cordialidad en el trato y en el respeto al perito, regla esta esencial para poder realizar un interrogatorio controlado, en el que el abogado y el perito estén centrados en lo que están haciendo.

8º.-  Personalidad marcada, que ejerza influencia sobre quien entra en contacto con él, o con ella.

Relacionada con la autoridad, la personalidad marcada llama la atención y diferencia a las personas de forma favorable, máxime cuando hemos de interactuar con personas a las que hemos de extraer declaraciones que, en ocasiones puntuales, no desean colaborar.

9º.- Voluntad casi obsesiva de cuidar la preparación hasta el extremo.

Un interrogatorio bien realizado exige una preparación meticulosa, lo que obliga a ser muy responsable para alcanzar un conocimiento completo del caso y una preparación y planificación absoluta del interrogatorio.

10º.-  Renuencia absoluta a usar subterfugios y triquiñuelas.

Honestidad y lealtad al interrogar, pues los comportamientos poco éticos y deontológicamente incorrectos sobran en un buen interrogador y, además, generan en el juez una percepción de falta de credibilidad.

Como dice el propio Carofligio, este es un decálogo casi perfecto al que podría añadírsele un undécimo requisito que han de reunir abogados y fiscales y, por supuesto, también los jueces: “ejercitarse con dedicación responsable y tenaz en todo lo relativo a la práctica de la prueba, cultivando al tiempo la tolerancia intelectual y el sentido de los límites”.


[1] Menargee Brown, P, The art of questioning. Thirty maxims of cross-examination, The Lawbook Exchange, 2007.

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