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¿Control o espionaje parental?

estudiante de 4º curso de Derecho + Comunicación en la Universidad de Deusto.

Desde hace décadas Internet se ha vuelto una parte esencial de nuestra vida y en el caso de los niños y niñas aún más. Se ha normalizado que los padres, con el objetivo de entretener a sus hijos, les dejen utilizar una tablet o un móvil desde una temprana edad. Sin embargo, por ese miedo de que Internet es libre y no tiene límites, ese uso siempre se da con la supervisión de los más mayores mediante el control parental que ofrecen ciertas aplicaciones para vigilar en todo momento lo que hacen sus hijos. Sin embargo, esa sobreprotección puede llegar a considerarse una vulneración del derecho de la intimidad de los más pequeños, primando hasta el momento, el control sobre la privacidad.

El control parental se refiere al medio por el que los adultos pueden controlar el uso de Internet por parte de sus hijos, mediante diferentes aplicaciones o sistemas operativos. Así, los padres pueden restringir cierto tipo de contenidos que no son considerados como aptos para los menores de edad, así como bloquear ciertas páginas web y usuarios que puedan resultar una amenaza y un riesgo para este colectivo vulnerable. Entre las aplicaciones de control parental más conocidas podemos encontrar Google Family Link, Kaspersky Safe Kids, Qustodio Control Parental o las herramientas que ofrecen Youtube (Youtube Kids) y Netflix (apartado “Infantil”).

Un claro reflejo de este tema lo podemos encontrar en el segundo episodio de la cuarta temporada de la serie Black Mirror denominado «Arkangel». Lo que sucede en este capítulo es que una madre preocupada por la seguridad de su hija decide instalar un chip en el cerebro de la misma que le permite a través una aplicación en su tablet localizar y vigilar constantemente a la niña, observar todo lo que su hija ve e incluso censurar las imágenes que considere que pueden dañarla. Durante el desarrollo del episodio se puede comprobar que la dependencia de la tecnología por parte de la madre para controlar a su hija va cada vez a más y cómo el desarrollo emocional de la niña y su capacidad de relacionarse y vivir con el mundo se ve afectada negativamente tras esa sobreprotección por parte de su madre.

Black Mirror mediante este episodio consigue transmitir un claro reflejo de que el uso excesivo de las herramientas de control parental puede afectar negativamente y de forma perjudicial al procedimiento de formación y evolución de los menores, así como en su autocrítica en cuestiones como en aprender de los errores o en aprender de experiencias y vivencias negativas.

Dicho esto, puede que de primeras estas herramientas, ante la sociedad digitalizada en la que nos encontramos y en la que cada vez las generaciones hacen un uso más temprano de la tecnología, son un pro y únicamente se puede pensar en su gran ayuda y todas las ventajas que acarrean. Sin embargo, tal y como se ha mencionado, ello no es así e incluso desde la perspectiva del Derecho y en el mundo jurídico ya han empezado a surgir ciertas cuestiones respecto al tema, como por ejemplo, qué debe de primar si ese control (protección) o el derecho de la intimidad de los niños.

Dos ejemplos de ello son la Sentencia 864/2015, Rec. 912/2015  del 10 de diciembre de 2015 y la Sentencia 145/2017 de 29 de mayo 2017, Proc. 65/2017, Juzgado de lo Penal núm 1. En la primera el TS fijó las condiciones imprescindibles para considerar como legítimo el acceso de los padres sin el expreso consentimiento de los menores después de que una madre entrara en la cuenta de Facebook de su hija de 15 años sin su permiso ante sus sospechas de que esta era víctima de ciberacoso sexual.

Por su parte, en la segunda, se trata el caso de otra madre acusada de un delito de revelación de secretos tras haber colocado una app en el móvil de su hija menor de 11 años con el propósito de grabar sus conversaciones telefónicas. Finalmente, el Juzgado de lo Penal de Pamplona dejó absuelta ya que se probó que su conducta fue en todo caso para proteger a su hija que según el Tribunal no tenía la suficiente madurez para dar su propio consentimiento.

Podemos observar que en los dos casos, primó el derecho de protección al menor frente al derecho de la intimidad del mismo ya que se trataba de casos en los que las dos niñas se encontraban en una situación de peligro que seguramente de no ser por la actuación de sus madres, podría haber acarreado una consecuencia más grave que no se hubiera podido evitar con esa intervención de sus progenitores.

No es poca la regulación que existe para la protección de este colectivo vulnerable. Por ejemplo, a nivel nacional, en la Constitución española encontramos el artículo 18 que garantiza el derecho a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, así como el artículo 4 de la LO de Protección Jurídica del Menor o el artículo 13.1 del Reglamento de desarrollo de la LO de Protección de Datos. Asimismo, a nivel internacional los menores de edad también ven recogido su derecho a la intimidad en el artículo 8.29 de la Carta Europea de Derechos del Niño.

Por si esto fuera poco, a este respecto, en el ámbito civil es clave la figura de la patria potestad de los progenitores (artículos 154, 156 y siguientes). Al final, muchos de ellos se escudan en la titularidad de la misma como justificación para “velar” por sus hijos menores, cuando en verdad se acaban convirtiendo en verdaderos espías. De hecho, esa intromisión y vulneración de la intimidad de los menores puede llegarse a castigar por considerarse delito mediante el artículo 197 del Código Penal.

Está claro que las aplicaciones de control parental son una gran opción para vigilar y proteger a nuestros hijos de los peligros y amenazas que existen en Internet. Al final se trata de un colectivo vulnerable y la probabilidad de que los más pequeños se vean expuestos y afectados ante estos riesgos, convirtiéndose así en víctimas es aún mayor.  Igualmente, el abuso de las mismas puede llegar a sobrepasar límites que podrían causar aún más daños en los menores. Por ello, podríamos decir que la solución ante esta cuestión estaría en la educación de nuestros pequeños, concienciándoles sobre la situación en Internet y la importancia de tener cuidado.

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